El cuadro que los pediatras ven en aumento y que suele aparecer alrededor de los seis años
La alteración de las rutinas, de la educación y del ocio durante la pandemia impactaron en la salud mental de los más chicos
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A comienzos de marzo de este año, una pareja llevó a su hija de 5 años a una consulta pediátrica porque ella estaba teniendo dificultades para volver al jardín. No quería quedarse, ni separarse de sus padres. Lloraba mucho y tenía nuevos miedos.
El caso fue diagnosticado por la médica pediatra Ángela Nakab como ansiedad infantil, un cuadro que los especialistas están viendo crecer en la salida de la pandemia, especialmente en chicos que están arrancando la escolaridad.
“Lo más habitual es que la ansiedad infantil aparezca alrededor de los seis años. No es que permanentemente están con ansiedad, sino que el cuadro puede aparecer y desaparecer a lo largo del tiempo y sus síntomas dependen de la edad”, dijo Nakab, que es miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
La especialista explicó que entre los deambuladores —los niños de entre uno y tres años—, los síntomas suelen ser los berrinches, cambios en el sueño, en la alimentación y en el control de esfínteres. Luego, entre los tres y cinco años, lo característico es el miedo y la ansiedad por la separación de sus padres ya que son más conscientes del peligro real de la pandemia. Y en chicos de escuela primaria, pueden sentir que no pueden con las tareas escolares, que les cuesta relacionarse con otros chicos, tienen alteraciones del humor y quejas somáticas.
A comienzos del ciclo lectivo 2021, Omar Tabacco, pediatra y expresidente de la SAP, recibió a la familia de un chico de ocho años que manifestaba un dolor abdominal recurrente que no se acompañaba de otros signos, se calmaba solo y no estaba asociado a ningún alimento puntual. “Como esto fue en el regreso a clases, tenía mucho que ver con la ansiedad que le provocaba a ese niño volver a ver a sus compañeros y requería analizarlo desde el punto de vista de las emociones”, dijo.
Según Tabacco, tras más de dos años de convivencia con el virus, hoy se está asistiendo a las consecuencias de la falta de presencialidad escolar y el aislamiento durante la pandemia.
Según el experto, que definió a la ansiedad como la sensación inminente y constante de que algo grave va a pasar, el encierro provocó este cuadro en muchos chicos que, en algunos casos, derivó en consecuencias como sobrepeso u obesidad, trastornos del sueño y/o trastornos funcionales digestivos —cuadros como dolor abdominal recurrente, intestino irritable o constipación— que no tienen causa orgánica que los explique más que una alteración emocional.
“Ha ido bajando la edad de presentación. Los chicos escolares entre primero y tercer grado son los que más han sufrido las consecuencias del encierro”, agregó Tabacco.
Salida de la pandemia
La ansiedad infantil es parte de lo Tabacco llama las “epidemias ocultas”, cuadros médicos que se iban generando a la par del Covid-19, que hoy estamos viviendo y de los cuales “nos va a llevar un tiempo recuperarnos”.
“Los chicos tuvieron que afrontar muchas situaciones nuevas durante la pandemia, lo que llevó a una mayor vulnerabilidad. Los niños más pequeños tienen gran dependencia psíquica de sus figuras de apego, entonces necesitaban que la familia pudiera ser su sostén y eso dependía en gran medida de cómo estaban emocionalmente los adultos en ese momento”, sostuvo Nakab, quien es especialista en adolescencia.
De acuerdo a la especialista, un signo de alarma a tener en cuenta es cuando los sentimientos de miedo o tristeza son persistentes en el niño: “Un miedo se convierte en ansiedad cuando no se puede superar o interfiere en las actividades escolares, familiares o de juego del niño. Si notamos que el chico tiene miedo a estar separado de sus padres o a cosas puntuales como animales, ir a la escuela, visitar al pediatra o ir a lugares donde hay muchas personas, hay que hacer una interconsulta con psicología o psiquiatría para hacer una terapia de apoyo”.
Mirada pediátrica
Ya el año pasado, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) advirtió que los efectos del Covid-19 sobre la salud mental y el bienestar de los niños y adolescentes podrían prolongarse durante muchos años y ahora el Wall Street Journal informó que expertos asesores del Gobierno de Estados Unidos recomendaron que todos los chicos a partir de los 8 años consulten por cuadros de ansiedad.
Sin embargo, Nora Koremblit de Vinacur, psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), considera que en la Argentina no sería conveniente consultar masivamente por ansiedad infantil. “Es posible que en Estados Unidos el sistema de salud tenga una modalidad que justifique este rastreo masivo, pero aquí, tanto a nivel público como privado, hay un pediatra que con herramientas básicas de su formación considerará si es necesario realizar la consulta al psicólogo”, explicó.
Nakab estuvo de acuerdo: “Estados Unidos se maneja de forma diferente a nosotros. En la Argentina la mirada siempre es pediátrica y miramos el área emocional en todas las consultas. Por eso, la mejor recomendación es que las familias se acerquen a hacer los controles de salud de acuerdo a la edad de los chicos. Así, nosotros podemos pesquisar cuando hay alguna dificultad en la conducta, si hay angustia, cómo es el desarrollo y el rendimiento escolar porque eso nos habla en gran parte de la salud mental de los chicos”.
“Se nota un incremento muy grande de casos de ansiedad infantil después de la pandemia. A todos los profesionales nos aumentaron mucho las consultas”, reconoció Koremblit de Vinacur.
Además, los especialistas destacaron la importancia de trabajar de forma interdisciplinaria.
“El pediatra es la piedra angular para el diagnóstico. Es quien, de acuerdo a la historia clínica y el conocimiento que tiene del chico y su familia, interpreta los síntomas y deriva oportunamente a un psicólogo. Puede participar un psicopedagogo cuando hay trastorno de aprendizaje y un psiquiatra para algunos adolescentes, pero es raro que se medique”, dijo Tabacco.
Tratamiento
Koremblit de Vinacur mencionó que no hay una norma fija de tratamiento porque cada cuadro es único, pero que la terapia es el más usual. En cuadros leves y moderados se trabaja en forma de entrevistas familiares, de menor o mayor duración. En casos más graves a veces es necesario hacer una interconsulta con un psiquiatra.
“El tipo de terapia, psicoanalítica, sistémica, cognitivo conductual u otra se elegirá de acuerdo a la dirección que parezca más apropiada para el caso”, explicó Nakab.
“Es muy importante ayudar familiarmente, intentar que se relajen y desarrollen herramientas que los ayuden a preocuparse menos como puede ser la práctica de yoga, mindfulness, técnicas de respiración y de relajación”, agregó.
Para los expertos, retomar las actividades prepandémicas es clave. “Es fundamental promover la actividad física, idealmente en deportes grupales, limitar las pantallas y el aislamiento social y estar siempre dispuestos a dialogar con los chicos para entender que un mal humor e irritabilidad puede ser un síntoma de ansiedad”, dijo Tabacco.
“El contacto físico también es muy importante. Utilizar el abrazo y palabras amorosas es muy sanador y ayuda a recuperar la autonomía y la confianza. Estimular a los chicos para que hablen de sus sentimientos y tener paciencia porque no todos van a avanzar de la misma manera. Tener una mascota ayuda mucho para expresarse”, finalizó Nakab.
Desde el Ministerio de Salud de la Nación aseguraron que por el momento no hay estadísticas oficiales sobre ansiedad infantil. “El nuevo programa de Salud Mental que presentamos hoy [por ayer] está pensado para todas las etapas de la vida. Estas medidas también impactan en la atención de la salud mental de las niñeces”, sostuvieron.
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