Año Nuevo en Pinamar: una multitud en la calle, fiestas clandestinas y cordón policial frente a la playa
PINAMAR.- "Tres, dos, uno. ¡Feliz año nuevo!", exclamaron todos a las 0 en los bares y restaurantes de la Avenida Bunge, en Pinamar. Se terminó un año signado por la pandemia de coronavirus y comienza otro que arranca con el mismo problema, aunque con un relajamiento en el cuidado individual de las personas que preocupa a las autoridades.
La noche luego del brindis tuvo todo tipo de escenas, algunos locales respetaron los protocolos y otros tuvieron que ser intervenidos por la municipalidad. En la calle los jóvenes también mostraron múltiples facetas. Se pudieron ver grupos importantes de personas con parlantes sobre la vereda y amigos compartiendo las jarras con bebidas alcohólicas, como también grupos que se mantenían con el barbijo puesto y cada uno tenía su propio vaso. Quizás esto sea una muestra de los escenarios esperables para el resto de la temporada.
En cuanto a las fiestas privadas, la dirección de Fiscalización de Pinamar recibió 30 denuncias por fiestas clandestinas y ruidos molestos. De las cuales 23 fueron resueltas a través de diálogo con los vecinos y en siete domicilios se hicieron multas por persistencia. Clausuraron un balneario por romper los protocolos y exceder el límite de capacidad permitida, un comercio y labraron dos infracciones por fiestas clandestinas en la playa. También se desalojó un autocine en donde se había organizado una fiesta ilegal.
Anoche recibimos cerca de 30 denuncias por ruidos molestos, 23 fueron resueltas conversando con los vecinos y en 7 domicilios se hicieron multas por persistencia.Se realizó 1 clausura en un balneario y un desalojo policial en un autocine que organizó una fiesta.&— Martín Yeza (@martinyeza) January 1, 2021
Camila García, de 18 años, estaba tomando un espumante en la calle junto a dos amigas. Eran las 0.30. "Esto sigue en la playa norte o sur, tenemos entendido que en Bunge y la playa está todo vallado. Ahí siempre alguien lleva un parlante y nos juntamos muchos grupos. Vamos a la playa porque los boliches ahora son solo con mesas y son muy caras, salen como $3000 por persona. Si no también vamos a buscar una clandestina en una casa", dijo a LA NACION.
Cerca de la 1 el tránsito de vehículos sobre la Bunge era parecido a un embotellamiento porteño en hora pico. El clima era festivo, algunos saludaban desde las cajas traseras de las pick-up y otros se detenían a un costado, abrían el baúl y sacaban a flote equipos de parlantes dignos de una discoteca. Elvio Valdéz, de 32 años era uno de ellos: "Estacionamos cerca de nuestro departamento, bajamos las bebidas y nos pusimos a tomar. Armamos nuestra propia fiesta alrededor del auto y luego vamos caminando a casa. La idea fue hacer esto para no entrar en contacto con tanta gente".
Cordón policial
Al llegar a la Avenida Bunge y la Avenida del Mar el operativo policial que se veía era llamativo. Un cordón de, al menos, 40 agentes de la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas (U.T.O.I), con su uniforme verde militar y algunos con armas largas y otros con escudos antidisturbios, hacían que bajar a la playa en ese punto neurálgico de la ciudad fuera absolutamente imposible. Ese es un operativo que se hizo en años anteriores, pero en esta ocasión se amplió por la pandemia.
"En Pinamar hace base el Grupo Halcón y el Grupo UTOI. Tenemos las principales fuerzas especiales. Vamos a repetir lo mismo que hicimos el verano pasado, vamos a saturar de presencia policial la zona de Bunge y playa. Eso nos ayudó mucho, el año pasado y no tuvimos casi conflictos. Pinamar es el epicentro del operativo Sol, acá hay 800 efectivos", detalló Lucas Ventoso, secretario de Seguridad de Pinamar.
"No sabíamos que iba a estar todo vallado, no sabemos bien a dónde ir. Por el momento vamos a tomar algo acá y más tarde tal vez vayamos para el lado de la frontera sur a ver si hay alguna fiesta en la playa", comentaba Nicolás Ultera de 31 años.
Según Nicolás Nogueira, jefe del operativo de la división de Fiscalización de Pinamar durante la noche de Año Nuevo, aseguró que en la zona de la frontera en días anteriores ha habido fiestas clandestinas en donde secuestraron carpas, parlantes y generadores de energía.
Desde la 1 hasta las 2.30 en la Avenida Bunge, a metros de la rotonda de la Avenida del Mar, hubo un grupo grande de personas, unas 150. Algunos tenían parlantes inalámbricos, la música sonaba fuerte y eso atrajo a muchos jóvenes con sus heladeritas y bebidas. Con el correr de los minutos se acercó cada vez más gente y tuvieron que intervenir 10 agentes del grupo UTOI que cruzaron la calle con los escudos que suelen usar los policías para protegerse durante las manifestaciones y dispersaron a los jóvenes que allí se encontraban.
Balnearios
Pasadas las 3, Nogueira dirigió el operativo al balneario Ko Phi Phi, que, si bien ya estaba al máximo de la capacidad permitida, había una importante fila de personas que querían entrar. Adentro había música y baile al aire libre. El funcionario también recibió varios llamados por la situación en UFO Point. Ahí también hubo largas filas para intentar ingresar, aunque el parador se manejó con mesas que debían ser reservadas previamente y se comprometieron a no permitir el ingreso de otras personas. La postal de las discotecas repletas de mesas será la imagen que quedará de la noche durante esta temporada.
"En UFO hay un grupo importante afuera, pero el encargado se comprometió a no dejarlos entrar. Siempre hay un tire y afloje con el comerciante. Nosotros vamos y les pedimos que vayan cortando la barra, que corten el ingreso de gente, entre otras cosas. Puede haber gente parada pero no se puede incitar al baile, es decir, no se puede poner música muy fuerte", señaló Nogueira.
Él explicó que se harían clausuras por las infracciones cometidas durante la noche de Año Nuevo, pero que esas clausuras no se tradujeron en un desalojo inmediato de local para no largar a cientos de personas a la vía pública.
"A veces las condiciones no están dadas para cerrar un lugar y desalojar a la gente. Preferimos hablar con el comerciante para que baje la música o cierre la barra. La idea es que todos seamos razonables, tanto los dueños de los lugares como los que pretender ir a pasar la noche a ese local, nosotros también tratamos de ser flexibles en algunas cuestiones porque entendemos que la situación es difícil, pero no puede haber aglomeraciones de personas, eso hoy en día es peligroso", concluye Nogueira.
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