Alumbrado público led, menos polución y más ahorro para la ciudad
Quien tome un avión que llegue o parta de Buenos Aires puede ver una postal inédita: la ciudad se ve perfectamente delineada por el color de sus luces. Y es que la diferencia entre el alumbrado público led, que ya es el 100% en el distrito porteño, y el tradicional que sigue existiendo en la provincia, marca un mapa perfecto. Gris por un lado, naranja por el otro, desde el aire es una lección de geografía en vivo.
El alumbrado público es de los servicios mejor calificados por los porteños, al menos en el último tiempo, según la Defensoría del Pueblo de la Ciudad. Un relevamiento que ese organismo realizó a fines del año pasado indicó que la mayoría de los ciudadanos creen que las calles de sus barrios están bien iluminadas. Junto con la cantidad de semáforos, son las mejores notas que los vecinos asignan al gobierno local.
Las comunas en las que el alumbrado público tiene mejor desempeño son la 3, que comprende Balvanera y San Cristóbal, y la 9, que engloba Mataderos, Liniers y Parque Avellaneda. En esa comuna trabaja Ariel Torreta, en una inmobiliaria sobre la avenida Emilio Castro al 7000. "La avenida está superiluminada y desde que se empezó a armar todo el polo gastronómico la zona levantó mucho. Tal vez se podría mejorar un poco alguna calle lateral, pero ya no falta iluminación en este barrio, que tiene más mala fama que otra cosa", dice.
Más allá de la mayor percepción general de seguridad que sienten los vecinos con más luz, los 35.000 nuevos focos se direccionaron para mejorar la visibilidad desde las cámaras de seguridad.
"Las luminarias de la ciudad han mejorado muchísimo y se ve que se invirtió en luces en todo el último tiempo. Pero en algunos casos falta mantenimiento", señala Maximiliano Santurio, un profesor de educación física y coach de rollers que todos los días da clases en el Rosedal. Según cuenta, hace cuatro meses hubo quienes robaron placas led de ese paseo que no se volvieron a reemplazar correctamente. "Pusieron unas bombitas que parecen velas, no iluminan nada. De noche es un peligro porque las bicis pasan a toda velocidad y no se ve nada", cuenta.
Para Emilse Carreras, una vecina de Belgrano, el alumbrado en general de la ciudad está bien, pero podría ser mejor en su barrio. "Alrededor de la Plaza Noruega y del mercado de Belgrano faltan luces. Y hay un sector del Lago de Regatas, por donde corro en Palermo, que ya está completamente a oscuras", reclama.
La comuna 13, que corresponde entera a Palermo, es de hecho una de las comunas donde se registra el peor desempeño del alumbrado público. Allí solo seis de cada diez vecinos están conformes con él. Lidera el ranking negativo la comuna 2, de Recoleta, donde solo el 50,7% aprueba ese servicio público.
5000 luminarias más
Se espera que hacia fin de año se sumen unas 5000 luminarias más a las ya existentes en la ciudad, que son 160.000. Casi la mitad de ellas están en calles, el 49%. Otro 21% están ubicadas en avenidas y un 21% más en peatonales. El restante 9% está en espacios verdes. Cuando comenzó el programa de recambio, en 2013, eran 125.000.
Según Eduardo Macchiaveli, ministro de Ambiente y Espacio Público, la ciudad de Buenos Aires es la primera en toda América Latina en tener un alumbrado público 100% led. "Con el reemplazo de las luces convencionales por la nueva tecnología ahorramos más del 50% del consumo eléctrico y redujimos la emisión de gases, lo que nos acerca a nuestro objetivo de tener una ciudad más verde y sustentable para vivir", expresó.
Según cálculos de ese ministerio, hoy se ahorran 85.000 MW al año, lo que equivale al consumo energético anual de 25.300 hogares. El impacto ambiental también es positivo: gracias al ahorro energético no se emitirán 44.000 toneladas anuales de dióxido de carbono (CO2).
Hoy el alumbrado público se opera en tiempo real con tecnología de telegestión: un tablero de control centralizado permite manejar todas las luminarias de la ciudad. Desde ahí se puede monitorear cada luz de manera individual, bajar o subir la intensidad de focos, detectar fallas y programar reemplazos y tareas de mantenimiento. El encendido y apagado se define sobre la base de un calendario que varía según los horarios de salida y puesta del sol.
Este inventario en tiempo real permitió bajar considerablemente los tiempos de reparación, lo que se tradujo en los reclamos de los vecinos por mal funcionamiento: disminuyeron un 40%.
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