Alerta en varios países por las sectas apocalípticas del 2000
El eclipse solar de pasado mañana es considerado por algunos cultos extremistas como una señal de que se acerca el fin del mundo; las medidas de prevención ante el fenómeno
Si las profecías tienen razón, tal parece que estamos transitando los últimos días de nuestras vidas. En breve, los cielos se tornarán rojos y la humanidad nadará en una gigantesca sopa de azufre. Menos los escogidos, claro, porque ésos serán rescatados por algún enviado celestial, probablemente un ángel... o un OVNI.
Con algunas variantes, así lo creen miles de personas, aferradas a ciertos cultos religiosos extremistas, para quienes el 2000 forjará un cambio radical: el fin del mundo tal como lo conocemos, o el comienzo de uno nuevo. El eclipse solar de pasado mañana marcará para muchos el día uno.
Incluso hay casos cercanos: la semana pasada, en la localidad bonaerense de Martínez, una docente de 55 años asesinó a golpes a su madre, de 89, y como toda explicación dijo a la policía que lo hizo "antes del milenio, para evitar que la matara el diablo".
Justamente, por temor a que algunos intenten apresurar las cosas, la policía de varios países está alerta ante el surgimiento de sectas apocalípticas que promuevan el suicidio en masa, la violencia o ambas cosas.
En los Estados Unidos, las autoridades temen que varios grupos planeen un suicidio ritual antes de diciembre. Por su parte, el Comité Parlamentario de Libertades Civiles y Asuntos Internos del Parlamento Europeo debate propuestas para vigilar a las sectas y crear una red de concientización y educación psicológica.
El síndrome de Jerusalén
Ciertos lugares tienen mayor significado que otros. Jerusalén está entre los sitios favoritos para terminar 1999, por razones obvias: allí conviven las tres mayores religiones monoteístas del mundo. A la espera de un aluvión de visitantes, líderes religiosos y funcionarios discuten las medidas de seguridad que tomarán.
Por un lado, deberán lidiar con el llamado "síndrome de Jerusalén", que opera en quienes lo sufren un estado de exaltación tal que, combinado con la fuerte religiosidad de la atmósfera, imaginan ser figuras bíblicas. Según el psicólogo Yair Barel, el primero en diagnosticar esa anomalía, en 1982, lo más corriente es creerse Moisés o Jesús, aunque también se recuerdan varios reyes David y varias María Magdalena. "Es factible que uno de cada cien peregrinos tenga un ataque místico", asegura. Bastará entonces con imaginarse el cuadro, en una ciudad que espera a medio millón de personas, de 40.000 visitantes atacados por la súbita necesidad de cantar salmos en cualquier esquina.
Pero más grave es, para las autoridades, la presencia de cultos violentos, que llegan tras haber vendido sus pertenencias en sus respectivos países, con la intención de inmolarse en Tierra Santa. Ya en enero último, Israel deportó a una secta de Denver (Colorado), Cristianos Preocupados, acusada de perpetrar "actos de extrema violencia" en el Monte de los Olivos. "Querían abrir fuego contra la policía, creyendo que el baño de sangre los llevaría al Cielo", dijo el diario israelí Haaretz.
El fin por mano propia
Israel ha dispuesto fuerzas especiales de seguridad, ya que espera más casos así. John Hochman, jefe del Departamento de Psicología de la Universidad de Los Angeles, dijo a La Nación : "Si el Mesías no se deja ver, es probable que alguno tome el fin del mundo en sus manos. (...) Con todos los conflictos que tiene Medio Oriente, sólo les falta convertirse en otro Waco".
En Waco, Texas, en 1993, el líder del culto Branch Davidian, David Koresh, y 70 de sus seguidores, fuertemente armados, murieron en un enfrentamiento con agentes federales que querían impedir el suicidio masivo. Koresh aseguraba ser Jesucristo y que los siete años de la Tribulación habían comenzado.
Algo así pasó con decenas de miembros de la secta del Templo Solar, que meses más tarde aparecieron calcinados en Francia, Suiza y Canadá.
Todos estos casos evocan el del reverendo Jim Jones, del Templo del Pueblo, que en 1978, ante la "inminencia del fin del mundo", se suicidó, al igual que 900 de sus seguidores, en la Guyana.
El alerta es general. Japón asiste preocupado al resurgimiento del culto Verdad Suprema, liderado por Shoko Asahara, que, en vista del fin de siglo, en 1995 intentó purificar Tokio arrojando gas nervioso en un subterráneo. La secta ha reunido capital y recluta nuevos adeptos.
Por su parte, la policía colombiana busca en estos días a cien miembros del culto Iglesia Stella Maris que se internaron hace cuatro semanas en la selva, cerca de Cartagena, para esperar a que una flota intergaláctica los salve de la hecatombe.
En Zacapu, Estado mexicano de Michoacán, 150 miembros de la secta Oración Espiritual esperan el gran final en medio de una estrecha vigilancia policial. Su líder, Francisco de la Cruz, había jurado que todo explotaría el 27 de junio último. La policía logró evitar la muerte colectiva en esa fecha, pero continúa atenta a que nadie cumpla los demorados augurios de De la Cruz, que también ordenó a sus fieles que, llegado el Día Final, "ayudaran" a sus familiares a cambiar de mundo con un certero golpe en la nuca.
Hochman dice que el lapso "bravo" para estar alerta será entre este mes y mayo del 2000. Hasta entonces, "habrá que estar atentos a objetos contundentes en las manos de familiares de mirada exaltada", bromea.
Cultos en red
Internet se ha convertido en el principal canal difusor de ideas y cultos apocalípticos, también de los que son suicidas. "Especie de Deus ex machina, la Internet, tan infinita y etérea como Dios mismo, contiene miles de páginas de cultos -opina Erik Davis, experto en sociología de la Internet de la revista on-line Wired-. A veces, son trampas para los desprevenidos". Según Davis, la anonimia que ofrece la red y el aislamiento de muchos de sus fanáticos hacen una combinación perfecta.
Pero Internet también es útil para quienes buscan desenmascarar estos cultos, y hay ONG, como el Centro de Información sobre Cultos (CIC), que ayudan a la recuperación y asistencia de víctimas de sectas.
Cultos en red
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