Alentarlos a ser creativos: talleres para potenciar a los más chicos
Muchos padres envían a sus hijos a espacios fuera de la escuela para que allí desarrollen sus habilidades innatas
"Neroportatis: un portati que tiene ganas de armar una nera porta citas de tis", dice una de las entradas del diccionario de palabras inventadas que tiene Laura Gerscovich, una licenciada en Artes que hace 15 años creó Asteropel: un taller integral de creatividad para chicos, en Colegiales. Este diccionario nació a partir de una actividad en la cual los niños inventaron palabras por su sonoridad y luego las definieron, para crear así todo un lenguaje nuevo.
Este taller, que integra elementos de las pedagogías Waldorf y Montessori, y busca estimular y potenciar las habilidades innatas de los más chicos, no es único en el rubro. Cada vez son más los padres que acercan a sus hijos a opciones pedagógicas por fuera de la escuela tradicional en busca de un espacio donde los chicos en edad escolar puedan desarrollar libremente su creatividad.
"Los talleres son una prueba de la incapacidad enorme del sistema escolar para poder ofrecer este tipo de experiencias dentro de los horarios de clase en la escuela", explica el investigador Mariano Narodowski, especialista en pedagogía y políticas educativas, que acaba de publicar el libro Un mundo sin adultos.
"La escuela ya no satisface las necesidades de los chicos. Si los observás y escuchás te das cuenta de que están pidiendo un cambio profundo. La escuela tiene que integrar a su extensa trayectoria las pedagogías más contemporáneas, incorporar talleres y enseñarles a los maestros", opina Gerscovich, que hizo capacitaciones con Noemi Paymal, la creadora de Pedagogía-3000.
Manuela participa desde los 3 años del taller Dones, en La Horqueta, dirigido por Mónica y Daniel Schulz. Con sólo 12 años, tiene clara la diferencia entre Dones y su colegio. "En el colegio tenemos Plástica, pero es diferente. Nos dicen: «Hoy hacemos un paisaje». Acá elegimos nosotros lo que hacemos. Y hacemos de todo", cuenta, mientras pinta con acrílicos unos CD con los que va a hacer una lámpara colgante.
Daniel y Mónica Schulz retoman lo que dice Manuela para remarcar una de las características distintivas del taller: "Nosotros no damos una clase. Cada chico decide lo que quiere hacer, elige su proyecto. A partir de las inquietudes que surgen, le explicamos lo que haga falta".
"Hay chicos que te dicen: «Este árbol tengo que pintarlo de verde». Nosotros le decimos que depende, que hay árboles de muchos colores, que un roble puede ser colorado en otoño y que nada nos impide pintarlo de violeta si nos gustaría que tenga ese color. Ésas son cosas que les fueron inculcando en la educación formal", dice Mónica.
Una de las cosas que le llamó la atención a Norberto Huberman en los más de 15 años desde que fundó el Taller de Inventos y Arte Imaginá fue que algunos chicos no tenían idea de lo que querían hacer cuando llegaban. "Lo que hacemos es simple: le preguntamos a cada chico cuál es su ilusión y lo ayudamos a llevarla a cabo. El material fundamental con el que trabajamos es la idea. Lo asesoramos con respecto a qué material le conviene usar y con qué técnicas trabajarlo", explica. Algunas de esas ideas se materializan en la construcción de objetos, en cine de animación, producción de historietas, pintura o escultura.
Huberman estudió Bellas Artes y trabaja en escuelas. "Hay colegios que tienen muy buenas propuestas -dice-. El problema es que no a todos les gusta lo mismo en un grupo de 30 personas. ¿Cuántos chicos jugarían a la pelota entre los bastidores de la sala de arte y cuántos pintarían en medio de la clase de Educación Física? Teniendo en cuenta esto, la escuela logra más de lo esperable."
Mónica Schulz fue directora y asesora pedagógica en varias instituciones escolares antes de dedicarse por completo al taller. "La escuela tiene que cumplir una currícula y responder ante 30 o 40 chicos. En el taller, hay un trabajo personalizado. Pero se pueden incorporar espacios así en la escuela. Lo importante es ofrecerles a los chicos algo que los estimule. Una propuesta acorde con su edad, habilidades e intereses", opina.
Narodowski cree que para que la creatividad tenga un lugar en la escuela tienen que cambiar las condiciones del sistema educativo. "Es muy difícil que surja la creatividad en un escenario rígido, vertical y estructurado -dice-. En las escuelas públicas argentinas la creatividad es contracultural y está sostenida por la iniciativa de los docentes y no por el sistema educativo."
El Instituto de Educación Superior Roberto Themis Speroni nació en 1958, en La Plata, gracias a tres profesoras universitarias con formación artística que creyeron necesario abordar la formación de los más chicos con el arte como puente. "Consideramos que la creatividad es algo innato. Lo que tratamos de hacer es mantener intacta la posibilidad del niño de expresarse libremente de diferentes formas. El arte tiene ese lugar en la escuela: ser el vehículo de la expresión", dice Miguel Ituarte, director del Instituto.
La creatividad suele asociarse con el arte, pero el concepto escapa del plano artístico. "Hay distintas formas de creatividad. Un matemático es igual de creativo que un artista, sólo que se expresa a través de otro lenguaje. Cuando un biólogo descubre la cura a una enfermedad, también está siendo creativo", explica Astrid Steverlinck, antropóloga social de la Fundación Argentina María Montessori. En un ambiente Montessori, dice, todo está pensado para que a través de las diferentes actividades que se le ofrecen al chico, pueda realizar un descubrimiento sensorial y analítico que es base de la creatividad.
Hay una frase del escritor Ernesto Sabato que dice que "un genio es alguien que descubre que la piedra que cae y la Luna que no cae representan un solo y mismo fenómeno". Narodowski cree que eso es a lo que tiene que tender la educación: "A que las personas construyan relaciones sólidas en términos de conocimiento allí donde no las hay".