Alejandro Marmo: el arte de construir con desechos
"Vos tenés un don de Dios, cuidalo y no te vendas", le había dicho Bergoglio, así lo recuerda la periodista italiana que escribió junto con el artista la mia idea di arte
Conocí a Alejandro Marmo casi por casualidad, hace tres años, cuando buscaba historias para contar en "Il mio Papa" (Mi Papa), el primer semanario en el mundo dedicado enteramente al papa Francisco. Después de intercambiar algunas pocas palabras con él, entendí inmediatamente que su historia era para ser contada porque el vínculo que lo une a Bergoglio es de verdad muy fuerte.
El papa Francisco, que lo conoce desde hace años, define a Marmo como "un buscador de desechos" y es justo esto lo que los une. Dos personas aparentemente tan distintas entre sí, el jefe de la Iglesia católica y un artista, están en realidad unidos por la misma visión del mundo y por la urgencia de enfrentar con determinación la cultura del descarte imperante en nuestro tiempo que no ahorra nada a nadie. Cada uno lo hace a su modo, naturalmente. Marmo lo hace a través del arte: sus obras son realizadas con material de descarte, hierro y acero de las fábricas en desuso que, cerrando, dejaron por el camino miles de trabajadores; y muchas de las personas que trabajan con él son "desechos" de la sociedad, jóvenes que el papa Francisco llama "ni-ni", que ni estudian ni trabajan y que a menudo cargan sobre sus espaldas situaciones de malestar y marginación social. Con su arte, Marmo vuelve a dar vida a estos desechos, materiales y humanos, y hace emerger su belleza haciendo concreto el mensaje del pontífice de quien, no obstante el gran afecto y la confianza que los une, dice: "Yo no me puedo definir como amigo del Papa porque no se puede ser amigos del Papa. El es mi pastor".
Se conocieron cuando Marmo, en el ámbito de su proyecto "Arte en las fábricas", estaba trabajando en dos enormes murales de Evita instalados sobre las fachadas norte y sur de la actual sede del ministerio de Salud y Acción Social, en Buenos Aires: "Vos tenés un don de Dios, cuidalo y no te vendas", le dijo el entonces arzobispo Bergoglio, intuyendo las capacidades del artista que tenía enfrente. Desde entonces ambos iniciaron un recorrido común que no sólo no se interrumpió cuando Bergoglio fue elegido Papa y se mudó a Roma, sino que potenció su trabajo por crear una cultura del encuentro.
Una cultura representada por aquellos "Abrazos sanadores" que se volvieron símbolo del arte de Alejandro Marmo y que tanto le gustan al papa Francisco. Se creó, en definitiva, una suerte de puente entre Roma y la Argentina sobre el cual viajaron, por ejemplo, la Virgen de Luján y el Cristo obrero que Marmo hizo en las villas pontificias de Castel Gandolfo y que se exponen en los Jardines Vaticanos.
Me gustaría recordar algunas palabras que papa Francisco me dijo sobre Marmo cuando trabajamos en su libro La mia idea di arte: "Di mi bendición al proyecto de Alejandro porque me gusta la idea de una evangelización hecha con obreros y pobres, aquellos pobres que él hace trabajar con el hierro descartado para dejar el testimonio de Cristo crucificado en las calles y hacer visible lo invisible".
Del editor: porqué es importante. Alejandro Marmo fue elegido por los Museos Vaticanos para realizar en la Argentina un réplica de la Capilla Sixtina.
Tizina Lupi
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