
Alejandro Artopoulos: "El programa Conectar Igualdad fue un fracaso"
En el ciclo Conversaciones en LA NACION, el sociólogo de la tecnología analizó el plan

El sociólogo Alejandro Artopoulos, ex consejero del plan Conectar Igualdad y director del Laboratorio de Tecnologías del Aprendizaje de la Universidad de San Andrés (Udesa), es experto en la relación entre el peronismo y la tecnología, con una extensa investigación sobre el Pulqui II, un hito en la aeronáutica argentina que "murió para que naciera el Torino", según cuenta. "Ésa fue una decisión muy acertada del gobierno de la época, porque importar todos los insumos para hacer el Pulqui no tenía sentido y hubo que reconvertir las fábricas, lo que abrió la puerta a IKA, Industrias Kaiser Argentina", se entusiasma.
-¿El programa Conectar Igualdad fue un éxito o un fracaso?
-Fue un fracaso, y no sólo en la Argentina. Estos planes de distribución de netbooks, llamados uno-a-uno, se hicieron en América y África. Inicialmente estaban pensados para Asia, pero allí los países los rechazaron. Hay muchas investigaciones que muestran que en la escuela fueron un fracaso porque no lograron una mejora del aprendizaje, aunque sí consiguieron el objetivo de la inclusión digital en los hogares. Pero esa integración es bastante superficial, porque como el docente no usa la netbook en clase los chicos no tienen acceso a los conocimientos necesarios para aprovechar la herramienta. Los únicos programas uno-a-uno que funcionaron tuvieron propósitos educativos concretos en relación con la mejora en la interpretación de textos y en la escritura, pero son excepcionales y en muy pocos casos. La evaluación general de estos proyectos muestra que los docentes tienen muchas dificultades para usar las netbooks en clase y en muy pocos casos las usan para prácticas del lenguaje porque las formas más fáciles de utilizarlas son otras.

-¿Las escuelas están conectadas?
-Haciendo un poco de historia, creo que al principio existía la convicción de que los objetivos generales del proyecto se podían lograr, pero al poco tiempo de avanzado se reconoció cierto grado de improvisación. El ejemplo claro de esto es la conexión a Internet de las escuelas. Al principio se creía que se podía conectar a las escuelas.
-¿Y eso no ocurrió?
-Eso no ocurrió porque desde el punto de vista tecnológico es muy complejo. Incluso en EE.UU., en febrero de este año, el presidente Obama firmó un decreto en el que reconoce que gran parte de las escuelas públicas no tienen la banda ancha que necesitan para la educación del siglo XXI y convocó al esfuerzo público y privado para alcanzar el objetivo en dos años.
-Pero ¿cuántas escuelas están conectadas?
-En la Argentina no se sabe cuántas escuelas están efectivamente conectadas. Podemos decir que son más de la mitad, pero en general el tipo de conexión que tienen es el promedio hogareño, cuando necesitan una velocidad 20 veces más rápida.
-¿Cómo funcionó la capacitación docente?
-Fue un esfuerzo muy grande del Estado nacional, se establecieron centros de capacitación y planes de educación virtual, pero el resultado fue bastante magro. Hay mucho desgranamiento en los cursos. Los docentes están proletarizados y no tienen tiempo. Además, ven las capacitaciones como una carga extra y es cierto, porque el diseño del dispositivo tecnológico les sumó más trabajo a los docentes, en vez de ahorrarles. Los docentes tienen una visión bastante negativa y cumplen con sus obligaciones, pero no están entusiasmados.