“Alcanzable y razonable”: un tradicional club porteño hará una millonaria inversión para adecuarse a sus socias
En CUBA presentaron el plan para construir un vestuario para mujeres en la histórica sede de Viamonte, reducto exclusivo de hombres desde 1928; las tareas demandarían cuatro meses; no se pagarían cuotas extras
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El Club Universitario de Buenos Aires (CUBA) proyecta invertir $100 millones para dar quizás el paso más significativo de sus más de 100 años de historia: que las mujeres puedan hacer uso de las instalaciones de su emblemática sede de la calle Viamonte.
Aunque suene anacrónico, hoy las mujeres solo pueden ingresar para participar de actividades “sociales y culturales”, mientras que únicamente los hombres pueden acceder a los espacios deportivos. Ellas ya son socias plenas desde 2018, cuando en aquella asamblea histórica el 73% de los socios votó en favor de este cambio, sin importar su estado civil ni filiación. Se aprobó también su ingreso en todas las sedes. Pero Viamonte quedó sujeto a la aprobación de un plan de obras para poder convertirse en mixta, según quedó plasmado en la reforma del estatuto interno.
El estatuto equiparó las condiciones y estableció pasos asertivos, pero no temporales, para que todos los socios independientemente del género pudieran asistir al club en igualdad de condiciones.
Ayer fue la primera reunión informativa en la que plantearon los detalles de la reforma, que planea una obra en el subsuelo para que las mujeres tengan su vestuario. Y así avanzar en el último reducto exclusivamente de hombres de uno de los clubes más tradicionales de Buenos Aires.
El vestuario de hombres, de todos modos, no se toca. Para el de mujeres, que tendrá siete duchas, tomarán 17 metros cuadrados del vestuario de cadetes y moverán el área médica. “Se ve que esperan poca concurrencia”, comentó una de ellas que participaba de la reunión. Deberán construir también un nuevo acceso al gimnasio.
Lo definieron como “un proyecto de adecuación edilicia absolutamente alcanzable y razonable”, que estiman se realizará en cuatro meses y para el cual los socios no deberán abonar una cuota extraordinaria, uno de sus principales temores. Apuntaron, además, que “busca con inteligencia no incomodar a nadie, sino compartir estos espacios”.
Proceso armonioso, pero intraclub
Ante la consulta de LA NACION, desde el club indicaron que no harán declaraciones. Varias fuentes refirieron que buscan que sea un proceso exitoso y armonioso, pero interno. Esta reunión será de todos modos la primera de varias en las que buscarán testear ideas para adecuar la sede central y el proyecto puede ir variando de acuerdo con lo que surja de ellas, según pudo saber este medio de fuentes allegadas a la comisión directiva. El plan final deberá ser votado en una asamblea extraordinaria.
“¿Estamos haciendo algo que realmente se justifica?”, consultó uno de los socios, y deslizó que quizá la reforma llegó tarde. Recordó, luego, los números que habían presentado minutos antes y que mostraban “casi en espejo” que aquellos que dejaron de ir a la sede central de Viamonte al 1500 en los últimos años, y tras el impacto de la pandemia, se fueron a la de Palermo.
Otro de ellos propuso hacer un gimnasio de mujeres “en otro piso”. Otro planteó alquilar otra sede para mujeres y consultó si “existía la posibilidad de no tocar Viamonte”. Dijo que es un “hormiguero” y pese a que está colapsado pretenden meter más socios y consideró, además, un tanto “conservador” el presupuesto. El presidente le contestó: “Hablaste en un momento de socios de Viamonte. Somos socios de CUBA, no de una sede”, y desestimó la propuesta porque ya está aprobada la convivencia.
Uno de los participantes a la reunión incluso leyó la carta fundadora. Dijo que, para él, el club representa la “casa de sus abuelos”. “Y para mí no se toca”, argumentó. Propuso organizar el horario de Viamonte “para que los que vienen a jugar a las cartas a la sala vitalicia puedan seguir haciéndolo”.
La emblemática sede mantiene sus características de edificio construido en 1928, con sus niveles unidos por un ascensor de los de antes. Tiene una biblioteca que nada tiene que envidiarle a la de Harry Potter y un salón comedor con un tradicional piso en damero, donde se hacen las cenas de honor y los encuentros en los que se reconoce a los socios que cumplieron los 50 años. En los distintos pisos se practica esgrima, squash, básquet y vóley, sobre pisos de madera de tablones enteros de pinotea originales.
Actualmente, según los números que presentaron ayer, las socias, poco más de 1500, representan el 35% del total. Muchas de ellas, la mayoría por una cuestión de costos –la cuota es $30.000 más barata–, prefirieron seguir como asociadas. Sin embargo, según aclararon, a partir de la reforma del estatuto en 2018 no puede haber nuevas asociadas y la condición de las mujeres es exactamente la misma que los varones.
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