Aislados: la familia de San Isidro que vive desconectada del mundo desde hace tres años
Los cuatro conviven en un PH de la calle Uruguay, entre Pampa y Neuquén, sin acceso a Internet, ni cable, ni teléfono; en la cuadra de enfrente, que ya pertenece a San Fernando, los vecinos gozan de todos estos servicios; qué dicen los municipios y las principales prestadoras de zona norte sobre un reclamo hasta ahora sin salida
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Más aislados que durante la pandemia. O al menos esa sensación de estar “encerrados” en su propio PH y conocer apenas lo que ocurre a la vuelta de la esquina es lo que muchas veces experimenta a diario la familia Altamirano.
Los cuatro viven en la calle Uruguay, entre Pampa y Neuquén, en Beccar, partido de San Isidro; una cuadra que, por motivos poco sustentados, no se vio favorecida en el mapa de conexiones estables de Internet de zona norte. “No tenemos acceso a las comunicaciones. No hay fibra óptica, por ende, no podemos contar con Internet, ni cable, ni teléfono”, relata a LA NACION Daniela, cansada de tocar puertas con su reclamo y no obtener respuestas firmes desde hace tres años.
Ese “calvario cotidiano”, según describe al enumerar las distintas acciones que tomó para poder tener un servicio digno y trabajar, en el caso de su marido y ella, y estudiar, en el de sus hijos, empezó incluso antes de que el coronavirus alterara la rutina de todos, y cobró una dimensión impensada cuando comprobó que las mismas prestadoras que no lograba contratar en su cuadra operaban con normalidad en la de enfrente, que pertenece a la ciudad de Victoria, partido de San Fernando.
“Nadie se quiere acercar con la excusa de que no hay cableado o postes. Somos muchos damnificados, y es mucha la discriminación que sufrimos de estas empresas por vivir a metros de un barrio de emergencia. Solo nos queda contratar un servicio de cable trucho y una Internet también trucha (de solo 20 megas, es decir, de muy mala calidad), que nos cuesta cinco veces más que el precio permitido. No hay otra opción”, expuso a fines de enero en una carta de lectores que llegó a este diario. Casi cinco meses después la situación sigue intacta.
En diálogo con LA NACION, Daniela no esconde su hartazgo, pero tampoco se da por vencida. Cree que aún no encontró la puerta correcta, y además siente la responsabilidad de solucionar el problema como “delegada” de una cuadra en la que el grueso de sus vecinos ronda entre los setenta y ochenta años, y los vence la burocracia a la hora de denunciar.
¿Por qué viven incomunicados? La respuesta es casi unánime: no tienen fibra óptica. Lo que hay son “cables de cobre” que no sólo no cumplen la misma función, ni ofrecen la misma velocidad, sino que también son causa de robos por parte de quienes residen en zonas aledañas, de acuerdo con testimonios que brindaron los propios habitantes. “Ante eso vivimos aislados y nuestros hijos, nietos y vecinos, que necesitan tener Internet, se ven obligados a irse a otra casa para poder trabajar o estudiar”, detalla con preocupación.
Un reclamo extenso y complejo
A lo largo de estos años, la familia Altamirano apeló a todo tipo de estrategias y canales de comunicación posibles para resolver la situación. No obstante, los avances no fueron en paralelo a los esfuerzos.
“Hicimos las denuncias ante el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) y ante el intendente Gustavo Posse [el actual jefe municipal de San Isidro], y no tuvimos respuestas. Hace años que venimos reclamando; nos sentimos aislados y tenemos derecho a tener un servicio básico como todos”, insiste al repasar los pasos en falso que dio hasta ahora.
En el caso del Enacom, el ente autárquico y descentralizado que funciona en el ámbito de la Jefatura de Gabinete de Ministros y cuyo objetivo -según describe la página oficial- es “crear condiciones estables de mercado para garantizar el acceso de todos los argentinos a los servicios de Internet, telefonía fija y móvil, radio, postales y televisión, hubo dos instancias concretas como resultado de los reiterados reclamos ante las prestadoras, en especial, con Telecom-Personal.
La primera nota emitida, a la que tuvo acceso este medio, data del 2 de noviembre de 2022. Allí se constatan los principales inconvenientes: “el servicio deficiente de Internet”, que pasó de “cortarse constantemente” a dejar de funcionar. También se mencionan los actos de vandalismo por los que “el servicio telefónico se vio perjudicado”, y “la inacción” por parte de la prestadora que no informó sobre “la reparación y normalización de Internet”. Estos episodios derivaron en la intimación a Telecom-Personal para que “procediera a la efectiva reparación y normalización del servicio de acuerdo a los requisitos de calidad exigidas por la normativa vigente”.
Sin respuestas, Daniela volvió a reclamar y denunció el incumplimiento por parte de la empresa privada, que se limitó en ofrecerle “hacer del celular un módem wifi para compartir” con su familia, algo que no es viable - explicó- porque no puede dejar el teléfono en su casa, ya que debe salir a trabajar y todos quedarían así sin wifi. En virtud de eso, “solicitó que le restituyan el servicio de Internet o pongan fibra óptica, como tiene la mayoría de la zona”.
Diez meses después, el Enacom señaló que Telecom respondió a la intimación cursada y aplicó una bonificación del ciento por ciento del abono básico hasta la reparación del mismo. No obstante, a los pocos días, la usuaria advirtió que continuaba sin servicio (algo que persiste hasta la actualidad), por lo que se resolvió “dar inicio a un proceso sancionatorio” basado en “la dilación” que tuvo la licenciataria en “realizar las reparaciones”.
“Arreglo provisorio”
Frente a estas circunstancias, LA NACION se comunicó en varias oportunidades tanto con el Enacom como con Telecom-Personal para profundizar sobre lo ocurrido e indagar acerca de los resarcimientos económicos definidos y las sanciones aplicadas, pero sólo recibió breves explicaciones o comentarios al respecto por parte de esta última. El resto de las principales operadoras de la zona afectada se abstuvieron de contestar.
Telecom se limitó a atribuir los conflictos a los actos de vandalismo registrados en los últimos años y responsabilizó a la intendencia de San Isidro por su inacción. No obstante, no hizo ninguna referencia al caso de los Altamirano o a alguna de las denuncias similares recibidas en atención al cliente.
“Telecom viene siendo víctima de acciones de vandalismo sobre su infraestructura en la zona que afectan los servicios de los clientes en forma reiterada, como viene denunciando a las autoridades competentes. El vandalismo provoca perjuicios directos en los clientes de Internet , telefonía, y TV, quienes ven interrumpidos sus servicios de conectividad y entretenimiento”, sostuvo la empresa. Y subrayó el modus operandi que estas situaciones traen como consecuencia: “Realizar la reposición de este tipo de tecnología requiere de una capacidad técnica dedicada, que hace que cuadrillas técnicas dediquen jornadas completas a reponer la infraestructura vandalizada. Esto representa un enorme esfuerzo en cuanto a recursos humanos y económicos de las compañías destinados sólo a la restitución del servicio a los clientes, que muchas veces es vandalizado nuevamente en cuanto se restituye”.
Mientras tanto, fuentes municipales de San Isidro enfatizaron que “en estos casos el distrito no tiene ningún tipo de intervención y que se trata de un tema entre privados”, aunque confirmaron que hay cableado en la cuadra. Consultados por el mismo motivo desde San Fernando admitieron haber tenido inconvenientes técnicos en algún momento, pero subrayaron que se subsanaron una vez que se hizo el tendido de fibra óptica en casi todo el territorio: “Con eso, bajó mucho la cantidad de problemas de conexión. Cada tanto puede haber, pero mejoró muchísimo”.
Este martes Daniela recibió un llamado de Telecom-Personal con el fin de “reparar provisoriamente el servicio”. “No quiero un arreglo provisorio. Mi hermana vive abajo y tiene el mismo problema. Toda la cuadra lo tiene”, insistió. Acto seguido la comunicación se cortó y no volvieron a contactarse. Ayer, sin previo aviso, sonó el timbre de su PH. Era un empleado del área técnica de la empresa, el mismo que alguna vez realizó la conexión que trastabilla con frecuencia. “Hizo dos movidas nada más para conectar 20 megas, porque fibra óptica me dijeron que no nos iban a poner. Ahora hay que ver cuánto nos cobran. El otro Internet [el servicio trucho que tiene contratado] no podemos darlo de baja porque no sabemos cuánto va a durar este”, lamentó la usuaria. Y agregó, con hastío: “Según me comentó, no nos pusieron los cables que tenían que poner, pusieron otros más baratos para salir del paso. Lo mismo de siempre”.
Tras sumar un breve capítulo nuevo a un reclamo sin fin y una leve esperanza, la desconexión o conexión intermitente con la que convive la familia Altamirano, una vez más, volvió casi a foja cero.
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