“Afecto y filiación”. Cómo se confirmó que la risa es contagiosa y hace bien
Aunque a los investigadores todavía les falta encontrar el “punto sensible” que desencadena esa acción, ya entienden varios matices del impulso de reír
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WASHINGTON.- A mis tres hijitas les encanta ver a las mascotas haciendo tonterías. Todos los días me piden prestado el celular para ver videos graciosos de animales y eso las entretiene de inmediato. Pero no bien mi hija de 7 años suelta la primera risotada, las compuertas de la risa se abren de par en par y las otras dos también se doblan a carcajadas.
Eso es exactamente lo que ahora predice la ciencia.
“La risa es un fenómeno social”, dice Sophie Scott, neurocientífica del University College de Londres, que desde hace dos décadas estudia la risa y otras reacciones humanas. Scott es coautora de un estudio que muestra la forma en que el cerebro responde al sonido de la risa, preparando las músculos faciales para sumarse y dejando preparado el terreno para que la carcajada vaya pasando de persona a persona.
“El contagio de la risa demuestra afecto y filiación”, dice Scott. “De hecho, hasta estar en compañía de personas que sabemos que son graciosas nos prepara para reírnos”, añade.
Muy parecido al bostezo
A los científicos todavía les falta encontrar ese “punto sensible” que desencadena la risa, pero ya entienden varios matices del impulso de reír. Las respuestas psicológicas positivas de la risa son muchas, como mitigar la depresión y los síntomas de ansiedad, profundizar la sensación de relax, beneficiar la salud cardiovascular, liberar endorfinas que levantan el ánimo y hasta aumentar la tolerancia al dolor.
También se ha demostrado que reír disminuye los niveles de estrés. “La risa reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés”, dice Scott, y agrega que la expectativa de reírnos “también hace bajar los niveles de adrenalina” y la “reacción de lucha o huida” que viene asociada. “Todas esas cosas son las que nos hacen sentir mejor cuando nos reímos.”
Y como los humanos venimos programados para copiarnos unos a otros, la risa se contagia de persona a persona igual que los bostezos, señala Lauri Nummenmaa, investigadora del cerebro y profesora de la Escuela de Ciencias de la Universidad Aalto, Finlandia, cuyos trabajos fueron publicados en un reciente número especial sobre la risa de la revista de la Royal Society.
“Simplemente copiamos el comportamiento y la risa de los demás”, dice Nummenmaa. “La risa del otro es percibida primero a través de la vista y el oído, y esa información sensorial luego es convertida en la misma región del cerebro del que está observando.”
Las investigaciones también revelan que la risa tiene el poder de fortalecer las relaciones interpersonales. En parte, eso ocurre porque naturalmente tendemos a buscar la compañía de personas que asociamos al tipo de bienestar que nos trae la risa. “Nos desvivimos por rodearnos de personas que nos provoquen esas sensaciones: la risa es el ladrillo básico de la construcción de una amistad”, dice Nummenmaa.
Y Scott agrega: “Es mucho más probable contagiarse la risa de alguien que conocemos bien.”
Una señal de juego, sin palabras
Pero el contagio de la risa no es necesariamente un fenómeno exclusivo de los humanos. Está científicamente documentado, por ejemplo, que a los grandes simios les pasa lo mismo.
“La risa es una señal de juego entre los humanos y entre muchos otros animales”, dice Disa Sauter, profesora de comportamiento social de la Universidad de Ámsterdam. “Es algo que ocurre en los juegos bruscos de numerosas especies.”
La conexión entre juego y risa es muy importante. En el reino animal, ciertos sonidos o vocalizaciones son una fuerte señal de que empezó la hora de jugar.
“Las vocalizaciones de juego suelen venir acompañadas de otros comportamientos no vocales, como las muecas faciales en los primates, o el “agache de patas” de los perros, según un estudio de 2021 publicado en la revista científica Bioacoustics. Esos sonidos ayudan a los animales a distinguir una verdadera amenaza de un llamado al juego brusco o la pelea.
Los científicos del comportamiento también quieren entender el rol de la risa entre los niños cuando juegan juntos. “Tenemos que investigar más la forma en que los niños usan la risa para diferenciar el juego brusco de una verdadera pelea”, señala Nummenmaa.
Risas maliciosas y ataques de risa
Por supuesto que también nos reímos cuando estamos solos, pero la naturaleza contagiosa de la risa implica hace que nos riamos más fuerte y por más tiempo cuando estamos en grupo, como cuando vamos al teatro o al cine.
El psicólogo Robert Provine demostró que “hay 30 veces más de probabilidades de reírnos con otros que cuando estamos solos”, recuerda Scott. En su trascendental libro La risa: una investigación científica, Provine dice que “la respuesta de risa contagiosa es inmediata e involuntaria, y en ella se establece la comunicación más directa posible entre las personas: de cerebro a cerebro”.
Ahora los investigadores están trabajando para definir los diferentes tipos de risa y cómo los humanos adoptan uno u otro según el entorno: una risa maliciosa para indicar autoridad o una risa nerviosa para expresar incertidumbre.
“La risa tiene muchas reglas sutiles que logran que los adultos sintonicen profundamente cuando es socialmente apropiado”, dice Harry Witchel, fisiólogo y neurocientífico de la Escuela de Medicina de Brighton y Sussex, Inglaterra.
En algunas circunstancias, señala Witchel, la gente se ríe de algo que no es cómico: “La risa suele aparecer asociada a la alegría, el alivio, las cosquillas, la incongruencia repentina, la incomodidad social, el dominio, la humillación del otro y muchas causas más”.
Y hay otros casos en los que la naturaleza contagiosa de la risa se convierte en un problema.
En su libro, Provine describe “epidemias de risa” ocurridas a lo largo de la historia, como la “risa santa” que se desató en algunas iglesias. También habla de la “plaga de risa” que afectó a numerosas escuelas centroafricanas a partir de 1962: “ataques de risa” contagiosos entre varios grupos de estudiantes que duraron varias horas o días, al punto que dos escuelas tuvieron que suspender las clases durante mucho tiempo.
Scott también ha estudiado esos eventos y fue uno de los más de 40 investigadores y académicos que en septiembre de 2022 contribuyeron con sus trabajos a la edición especial “Descifrar el código de la risa a través del lente de la biología, la psicología y la neurociencia” de la revista Proceedings of the Royal Society B. Su trabajo es parte de un esfuerzo científico de larga data para descubrir qué nos hace reír y estallar en carcajadas.
Aunque los científicos han descubierto mucho sobre los beneficios de la risa para la salud y su naturaleza contagiosa, las incógnitas siguen siendo muchas, incluidos los mecanismos de aprendizaje de la risa contagiosa.
“Los bebés no nacen sabiendo esto”, dice Scott. “Lo que sabemos es que los humanos aprendemos a reírnos de manera contagiosa a lo largo del tiempo, pero no sabemos cómo ni cuándo comienza exactamente ese aprendizaje.”
Poe Daryl Austin
(Traducción de Jaime Arrambide)
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