"¡Ya somos Cifuentes!" La emoción de cinco hermanos al enterarse de que se aprobó su adopción en plena cuarentena
En plena cuarentena,la Justicia civil otorgó en adopción a cinco hermanos que estaban en una situación de abandono, en un proceso que ya lleva más de cuatro años y que terminó este fin de semana en una audiencia por zoom entre los chicos, sus padres y los funcionarios judiciales que llevaron adelante el proceso.
"Estábamos mirando el satélite por la tele el sábado. Y nos llaman por teléfono. Yo pensé que era para algo malo. Pero nos dicen que tenemos que ver a la jueza a las 5 por Zoom. Y no sabíamos por qué. ´Adivina adivinador´, nos preguntó Atilio Alvarez [el Defensor de Menores] y yo lo dije: ´Porque había salido la adopción´. Ya está, ahora solo faltan que nos den los documentos. ¡Pero ya somos Cifuentes!", recuerda con una voz desbordante de felicidad Sebastián, uno de los cinco chicos, al otro lado del teléfono.
Los cinco hermanos que encontraron una familia son dos chicas, de 16 y 13 años, y tres chicos de 8, 9 y 11 años. Porque el proceso se trata de eso: de encontrar una familia para los niños y no al revés.
Los padres ahora son Mariana Rojas, una diseñadora que trabaja en un estudio de arquitectura que hacen stands, y Matías Cifuentes, músico guitarrista y docente. Alquilan un departamento en Palermo donde viven los siete. Aunque en cuarentena se mudaron a la casa de un familiar en el conurbano donde pueden disfrutar del jardín.
No le sobra nada, y trabajan mucho, pero tras meditarlo se zambulleron en la aventura cuando les apareció la oportunidad de adoptar a cinco hermanos, tras vivir 17 años en pareja, ellos dos solos.
Instituto de menores
Los chicos fueron declarados en estado de abandono en 2016, cuando sus padres no pudieron seguir haciéndose cargo de ellos, ni tampoco su familia externa. Así terminaron en un instituto de menores donde estaban desde 2014. "Se empezó a trabajar para que no se separen porque la relación entre ellos es el único vínculo sano que tienen", contó a LA NACION la jueza Agustina Díaz Cordero, que en plena feria judicial extraordinaria celebró este sábado el fin del proceso al publicar una foto de la última audiencia en la cuenta de Instagram del juzgado civil 23 a su cargo.
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Una vez que la Justicia estableció que estaban en estado de adoptabilidad, comenzó el proceso para buscarles una familia, sin separar al grupo de hermanos. Fue un trabajo arduo siendo tantos hermanos, pues el 90% de los padres que se inscriben para adoptar hijos declara que está dispuesto a adoptar un niño o niña de menos de un año.
La Justicia consultó primero en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA) de la Ciudad de Buenos Aires, pero ninguno de los legajos de los padres que se ofrecían a adoptar podía contener a los cinco hermanitos. Se extendió la búsqueda al registro nacional de aspirantes a ser familias de guarda y adopción, pero tampoco se encontraron legajos.
Agotada esta instancia se hizo entones en el 2018 una convocatoria pública a través de los medios de comunicación, y la Justicia comenzó a analizar diversas postulaciones que llegaron al juzgado sin que hubiera nadie adecuado. En medio de ese proceso, el defensor de Menores Atilio Alvarez, que lleva casi 40 años trabajando en el área, contactó a Mariana y a Matías que estaban dispuestos a adoptar a dos hermanos. Pero al final se convencieron.
Mariana recuerda hoy que lo pensaron unas semanas y dijeron que sí. A los cuatro meses ya que estaban con los chicos visitándolos en la casa.
Acompañamiento
Comenzó desde ese momento un proceso de conocimiento con la familia, supervisado por el programa de la Universidad de Buenos Aires de Atención de Niños Privados del Cuidado Parental de la Facultad de Psicología. Hicieron un acompañamiento permanente de los contactos de los padres con los chicos, primero en el hogar, donde conocen a sus futuros padres y, luego, en la casa de la familia.
Así se le otorgó a esta pareja la guarda preadoptiva. Este proceso es largo y es guiado por la psicóloga que va marcando el camino y los tiempos de la vinculación, con el seguimiento del defensor de menores y del juzgado.
Este proceso llegó a un punto en que los chicos no quisieron volver más al hogar y comenzaron a manifestar que extrañaban a sus padres adoptivos. Con la recomendación de la psicóloga que hizo el seguimiento de la familia, se decidió entonces otorgarle al matrimonio la guarda preadoptiva de los cinco chicos en septiembre de 2018.
En esa guarda se siguió acompañando a los chicos todo este tiempo hasta que el 23 de septiembre del año pasado se inició la adopción en sí. "La participación de los chicos en el proceso no es solo la Convención de los Derechos del Niño que manda a escucharlos, sino que es la base de cómo se establece el vínculo", explica la jueza.
Evaluaciones
Durante todo ese tiempo del último año se realizaron evaluaciones psicológicas y médicas a los cinco hermanos, se tomaron declaraciones a testigos, amigos, familiares, a los compañeros que juegan con los chicos, a los que pasan tiempo con ellos visitándose y también en el colegio.
No fueron tiempo fáciles recuerda Mariana: por momentos las chicas más grandes se mostraban desafiantes, los chicos se peleaban entre ellos. Todos tuvieron que adaptarse, cambiar sus costumbres: la pareja de sus 17 años de soledad, los chicos de una vida institucionalizados. Pero el tiempo sirvió para unirlos y hasta para que uno de ellos dejara de necesitar la medicación neurológica que le habían recetado. Ahora los siete comparten la vida, la casa y la única computadora que tienen para que los chicos tomen clase por zoom, el padre dicte clase de música y la madre desarrolle sus diseños.
Con todos esos elementos, el 18 de mayo pasado se realizó por zoom una audiencia previa a la sentencia que es la que marca la ley, donde se escucha a los chicos una vez más y luego dictamina el defensor de menores y el Ministerio Público Fiscal.
"¡¿Agus cuándo van estar los papeles?!", le reclamaban los chicos a la jueza. Escucharlos una vez fue la clave para saber cuándo estaban listos.
El defensor de Menores Atilio Álvarez se comprometió a entregar su dictamen al día siguiente y el juzgado tuvo que conseguir la documentación original, los certificados, que estaban encerrados en el juzgado en cuarentena, los digitalizó y así la jueza Díaz Cordero redactó el viernes pasado hasta entrada la madrugada del sábado.
La jueza recordó: "Ese mismo día, con la ansiedad de los chicos y la mía propia, por qué no, hicimos un zoom a las cinco de la tarde", recordó la jueza.
Y así en esa audiencia que quedó registrada en la foto de Instagram, la jueza les leyó la sentencia. Fue una fiesta: saltaban de alegría. De un lado de la cámara, los chicos con sus padres, y en los cuadraditos del zoom Atilio Álvarez, la jueza Díaz Cordero, la asistente social que llevó el proceso y un empleado del juzgado.
Para los chicos cambió toda su vida: tienen ahora el apellido de sus padres y una familia. "Felices es poco para contar lo que viven", dijo la jueza.
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