Adolescente a los siete. Cómo es convivir con una hija pequeña que atraviesa una crisis de humores y hormonas por la pubertad precoz
Se estima que el 95% de los casos no responden a una determinante orgánica; no se conocen las causas, pero durante la pandemia se registró un aumento de esa condición; en el mundo hay entre 9 y 12 chicos por cada 100.000
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Cuando empezaron los cambios, Renata L., la madre de Zoe estaba sorprendida. Su hija, de ocho años, actuaba como una adolescente. Pasaba del grito al llanto, siempre con las emociones a flor de piel. Se hacía preguntas sobre su apariencia. ¿Por qué ella era más alta que sus compañeras? Las LOLs, sus muñecas favoritas quedaron abandonadas en un rincón y su mayor interes era el celular. La madre dudó si estaba haciendo la lectura correcta. Su hija actuaba como una adolescente. Tres años atrás, un día, cuando la estaba ayudando a cambiarse, Renata notó que su hija transpiraba mucho más que las chicas de su edad. Tiempo después, apareció vello en las axilas y decidió consultar al pediatra. Después de indicarle algunos estudios y pedirle que consultara a un endocrinólogo, le confirmó que hormonalmente Zoe había iniciado lo que se llama pubertad precoz, es decir un desarrollo sexual anticipado. De seguir así, dos años después de que aparecieron los primeros cambios, que es el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, como ser la aparición de mamas, el crecimiento de vello corporal, entre otros, iba a tener su primera menstruación. Y poco tiempo después, se detendría el crecimiento de su talla.
Renata tuvo que hacerse a la idea. Era claro que el diagnóstico describía a su hija, pero no estaba preparada para recibirlo. El médico les recomendó esperar un tiempo antes de iniciar el tratamiento hormonal para detener el desarrollo sexual hasta que llegara a la edad en la que la mayoría de las nenas se desarrolla: después de los 11 años. Así lo hicieron. Pero cuando cumplió los ocho años, como empezaron algunos cambios en el cuerpo, inició el tratamiento hormonal. Así, no sólo lograron detener el desarrollo sexual sino que en muchos aspectos, Zoe volvió a ser la nena de antes. “Volvió a jugar con las muñecas. Es muy fuerte lo que les pasa a las nenas que se desarrollan anticipadamente porque no están preparadas ellas ni el entorno para entender lo que les está pasando. Muchas veces, son víctimas de bullying porque al tener desarrolladas las mamas, o al ser altas, se sienten muy expuestas a la mirada y a los comentarios de los demás”, cuenta Renata, que es de Rosario.
Ella es una de las madres que, durante la pandemia se organizaron al detectar que cada vez había más casos de pubertad precoz en el país y para pedir que el tratamiento, que es muy costoso, más de $80.000 mensuales, sea cubierto por el Plan Médico Obligatorio (PMO), algo que se consiguió en 2021, aunque al tratarse de una norma nacional, todavía hay obras sociales provinciales que se niegan a cubrir el tratamiento. Por eso, por estos días, piden que se vote en la Cámara de Senadores una ley que ya tiene media sanción en la de Diputados para el abordaje integral de la Pubertad Precoz en todo el país, que incluya entre otras cosas, la contención psicológica, al contemplar el impacto emocional y vincular que tiene en los chicos y en la familia, la llegada de una pubertad temprana a tan corta edad. Hace unos meses, Zoe finalizó su tratamiento ya que logró alcanzar la talla que genéticamente estaba diseñada para ella. “Después de empezar el tratamiento, mi hija pudo volver a jugar con las muñecas. Ahora, estamos empezando a volver a atravesar todo lo que vivimos antes, porque ahora sí se encamina a la adolescencia, pero en la edad en la que tiene que pasar. Es la etapa”, dice.
“Es muy difícil, a muchas familias les pasa que hasta les lleva a tener conflictos con los abuelos y dentro de la propia casa, porque te dicen, cómo podés permitir que hable así. Claro, pero hay que entender que están viviendo una revolución hormonal”, cuenta Analía Reyno, madre de una niña de 9 años y medio que a los siete años comenzó a atravesar la pubertad. Reyno también es parte de este grupo de madres que impulsan la ley. “Antes de llegar al diagnóstico, mi hija, de siete años, era una montaña de nervios. Reaccionaba por cualquier cosa. Siempre estaba al borde del llanto. Daba portazos. Hablaba toda acelerada. Hasta le aparecieron granitos en la cara. Eso fue muy difícil, en el colegio los compañeros hacen comentarios. Una amiguita le dijo, ‘sos la reina de los granos’, y fue lo peor. Una trata de explicarles, en su justa medida, porque ella tiene que saber que hay una cambio en sus hormonas que es la causa de todos esos cambios. Pero no es fácil. De pronto empiezan a aparecer otros intereses, y uno tiene que acompañar con información, pero sobre todo con cuidado”, explica.
Aunque todavía no se conocen las causas, durante la pandemia se registró un aumento de casos de pubertad precoz en chicos, lo que significa comenzar la etapa de desarrollo antes de los 8 años para las niñas y de los 9 para los varones. Se estima que el 95% de los casos no responden a una determinante orgánica. El aumento de casos continuó incluso después de la pandemia: En total, hay más de 3000 familias de todo el país que están atravesando esta situación. Ya que ese es el número de miembros que adhieren a los grupos privados de Facebook en donde las familias intercambian información. También tiene una página de Instagram que es abierta a la comunidad.
“Una de las características de esta etapa es que los chicos que atraviesan la pubertad precozmente, cambian el juego por otras actividades que impliquen una relación con otro. Esto es muy característico de la adolescencia, salir a encontrarse con otro, buscarlo en las redes sociales, buscar el contacto afectivo o físico, que no necesariamente es sexual. Aunque sí están atravesando un período de despertar sexual, donde los intereses cambian”, explica la psicóloga Anabella Martínez, que hizo su tesis de maestría sobre pubertad precoz y quien armó los fundamentos desde el punto de vista psicológico de la ley de tratamiento integral.
“Procesar lo que les está pasando”
“Es importante acompañar a los chicos, darles el marco para que puedan procesar lo que les está pasando y canalizar esas emociones que no saben muchas veces ni nombrar. Darles los recursos, pero no es necesario sobrehabilitarlos. No por tener ciertos intereses significa que estén preparados para manejar todo. Hay que cuidarlos, acompañarlos si sienten que tienen más afinidad con chicos más grandes, en la justa medida, y sin abandonar sus vínculos con chicos de su propia edad. Y sobre todo, que no dejen de jugar. A lo que sea, con quien sea. El juego es un gran protector de los vínculos. Muchos de esos intereses van a desaparecer o a apagarse cuando se inicie el tratamiento hormonal, pero hay cuestiones que si ya se habilitaron, como el consumo de contenido para chicos más grandes, que no vuelve atrás y puede resultar un estímulo inadecuado”, dice Martínez.
Carla es madre de Valentina, que tiene 9 años y medio y docente de física en Guernica. Cuando su hija tenía cinco años, la convocaron del jardín de infantes porque tenía algunos arranques adolescentes. Contestaba mal, hablaba muy acelerada. En casa, ya había notado esos cambios de carácter, esa rivalidad por cualquier cosa que se le dijera. Poco después, la madre notó que había empezado a desarrollar el botón mamario. Como justo llegó la pandemia, tardó un tiempo hasta llegar al diagnóstico. El humor cambiado seguía, a Valentina ya no le interesaban los dibujitos, prefería el celular, Youtube, lloraba de la nada. “A ella le encanta dibujar, de pronto empezó a dibujar chicas muy voluptuosas. Yo pensaba que era por la pandemia, hasta que en un grupo de Whatsapp escuché de un caso y me di cuenta que era eso lo que le pasaba a mi hija. Consultamos al pediatra, al endocrinólogo y era así. Desde entonces estamos en tratamiento”, cuenta Carla.
Cristina Bazán es endocrinóloga infantil especialista en pubertad precoz. “Se ha visto un incremento importante de casos pospandemia. Pero, además, son casos que están teniendo una progresión puberal muy acelerada. Antes, se veían entre 3 o 4 por semana. Ahora veo de 4 a 5 por día. Se da más en las nenas que en los varones. A nivel mundial se estima que hay de 9 a 12 por cada 100.000 niños”, apunta.
La importancia de la detección temprana
Según la especialista, es importante detectar tempranamente la pubertad precoz: “Hay que frenar este desarrollo adelantado, porque se produce un desfasaje porque resulta una adolescente en el cuerpo de una nena. La mamá tiene que estar atenta. Va a ver con el desarrollo de la telarca, que la aparición del botón mamario, antes de los 8 años. También si hay aumento de la velocidad de crecimiento, si aparece sudoración axilar y vello público. Hay que hacer la consulta. La nena que inicia la pubertad a edad temprana va a tener una implicancia no sólo hormonal sino también psicológica. Porque una nena de 5 o 6 años no puede tener el desarrollo sexual de una adolescente porque su psiquis, sus desarrollo psico-emocional corresponde a otra edad. Por eso es importante, que además de que todas las niñas del país que estén atravesando pubertad precoz reciban el tratamiento, que también reciban acompañamiento psicológico para atender integralmente la situación que están viviendo”, agrega.
“La infancia es tiempo de crecer y relacionarse con otros, hacer amigos, jugar, divertirse”, dice la psicóloga Maritchu Seitún. “El impacto psicológico de la pubertad precoz es fuerte, las hormonas gatillan una gran movilización emocional: sentimientos, ideas, intereses, miedos, deseos, preocupaciones, para las que la niña (tiene mayor prevalencia en las mujeres) no está preparada. El inicio de la pubertad trae cambios corporales y pone en jaque el sistema de creencias y la seguridad personal, para lo que está mejor preparada una niña a los 10 u 11. Seguramente los padres tampoco estén preparados. Pero, tengamos claro que es una condición y no una enfermedad, que es importante la consulta médica. Es importante estar atentos para responder las preguntas de nuestros hijos, ya que se dan cuenta de que algo serio pasa en casa y dar espacio para la protesta, la angustia, el miedo ya que es el camino más corto para la aceptación, darles información adecuada (ni mucha ni poca, sobre el cuerpo, las hormonas, sensaciones y sentimientos), hablar de nuestra cconfianza en los médicos y el tratamiento. Es clave la empatía. Acompañar la montaña rusa emocional sin ofenderse, sin muchos retos, y sin dejar de poner límites que correspondan”, agrega.
“A menudo me consultan porque una chiquita tiene intereses, o busca vestirse o habla o responde ‘como si fuera adolescente’. Y no es pubertad precoz sino falta de límites adecuados que protejan la infancia sin apurar el crecimiento, o estimulación inadecuada por parte de los padres o del medio, ‘contaminados’ por una sociedad que busca adelantar temas para aumentar el consumo. El resultado son niñas y niños sexualizados y erotizados, o por de más competitivos y no necesariamente púberes”, aclara Seitún.
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