Adiós al pionono y a la lencería rosa: las nuevas tradiciones que llegan a los festejos de Año Nuevo
Ahora, en lugar de las costumbres que impulsaban a usar una bombacha de ese color, se impone el total white; en la mesa también cambian los platos que se sirven
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La tradición dice que se regala para Navidad y se estrena para Año Nuevo. Usarla, decían las tías y abuelas, aseguraba “bien y prosperidad” para el resto del año. Sin embargo, esta costumbre que por muchos años fue mandatoria en la casa de la familia Martínez, ya hace varias temporadas que cayó en desuso. “Mi abuela y mi madrina eran las que siempre nos las regalaban. Para Navidad, venían con un paquetito chiquito, tipo sobrecito, con una bombacha rosa para cada una, y en Año Nuevo nos preguntaban si nos la habíamos puesto. Todo así en secreto sin mencionar la palabra bombacha. No te la ibas a olvidar porque se armaba… pero la verdad es que nadie continuó ese legado”, dice Marina Martínez, de 43 años. “Ya hace varias temporadas que no las usamos. Es más, mis hijas, la más grande tiene 12 años, no recuerdan nada de esta tradición, creo que nunca llegaron a usarla. Este año quise comprar, pero no conseguí. Recorrí un par de locales por Cabildo y solo conseguí para las niñas de la familia. Me parece que es una tradición que se fue perdiendo. Tal vez, por el total white, porque somos más de vestirnos todas de blanco y con la ropa interior rosa se complica”, afirma.
¿De dónde viene esa tradición? Nadie sabe a ciencia cierta. Hay varias teorías. Una dice que es por la vela del tercer domingo de Adviento, que simbolizaba la alegría por la llegada del Mesías. Otros señala que hace referencia a la Belle Epoque, cuando para las Fiestas, las mujeres se vestían todas de rosa, color que entonces simbolizaba la feminidad. Un concepto que entró en crisis en la actualidad de la mano del feminismo. Además, esta tradición solo incluía a las mujeres de la familia, algo que marcaba una disparidad de género.
El color que llegó para quedarse
Lo cierto es que solo en la Argentina, Uruguay y Brasil tienen en su listado de tradiciones a la ropa interior rosa. En Brasil, mucho antes que en nuestro país, esa costumbre se reemplazó por el total white: fueron los primeros en bajar a las playas de Copacabana, en Río de Janeiro, completamente vestidos de blanco para la fiesta de Reveillon, en la que despiden el año viejo y reciben al nuevo.
En países como Perú, Ecuador y Chile, la tradición manda a regalar bombachas amarillas. En cambio, en España y en Italia, el mandato es para la ropa interior roja: viene de la antigüedad, donde se creía que ese era el color del demonio y que, por eso, no se podía usar, pero que en el invierno, donde todo era blanco, traía buena suerte usar ese color que también simboliza la vida y el renacimiento. Entonces, para hacerlo, había que usarlo debajo de las demás prendas, para que no se viera y no atrajera al diablo. Algunos creen que ese es el origen de la tradición argentina de las bombachas rosas para Año Nuevo: una confusión idiomática, ya que en italiano rossa quiere decir roja y no rosa.
“Nosotros, desde hace varios años, cuando pasamos Reveillon en Río, empezamos a vestirnos todos de blanco para Año Nuevo y mantenemos esa costumbre. Claro que no todos la siguen como quisiéramos”, dice Érica Soares, de 36 años, diseñadora y madre de Mateo y Benjamín, de siete y cinco años. “Siempre hay algún primo o tío que rompe el código blanco y cae con un amarillo, un verde, un negro. Este año, alguno va a venir seguro con la camiseta argentina con las tres estrellas, bueno al menos está en la paleta, por lo menos tiene algo de blanco”, dice.
En la mesa
La mesa de Año Nuevo también ha ido evolucionando. Al tradicional menú de ensalada rusa, pionono, vitel toné y lechón, se les fueron sumando otras costumbres. Por supuesto que en muchas familias la tradición pasa por encender la parrilla y comer un siempre bienvenido asado de Año Nuevo. Aunque muchos prefieren seguir el ritual de mesa fría la noche del 31 y el asado, el 1°, otros invierten las cosas, y empiezan el año comiendo algo de lo que quedó intacto de la abundante comida de la noche anterior.
En cuestión de la mesa de las Fiestas, siempre están los que se apegan a las tradiciones y los que quieren innovar. Y así es justamente cómo surgen las nuevas costumbres. Una de ellas parece ser la causa limeña, este tradicional plato de la gastronomía peruana que cada vez aparece en más casas argentinas a la hora de las Fiestas. “La causa es el nuevo plato navideño y de Año Nuevo”, resume el chef peruano Milton Villafañe, dueño del restó Xilantro, de San Isidro. “La causa se popularizó entre los argentinos y este año, como nunca, tuvimos pedidos de clientes que nos encargan prepararla para llevar a la mesa de Navidad y Año Nuevo. De hecho, ahora estamos preparando los últimos pedidos. Es un plato muy versátil y amigable, incluso para quienes no están familiarizados con la cocina peruana. Lo preparamos en forma de arrollado, como si fuera un pionono, y nuestros clientes nos traen sus propios platos o bandejas donde los quieren presentar, para no tener que trasladarlos y no alterar la presentación final”, cuenta Villafañe.
No es el único de los platos peruanos que se coló entre los sabores argentinos: también los tiraditos y el ceviche salen este año para la mesa de Año Nuevo.
“La causa es sencilla de preparar. La clave es usar papas que sean poco acuosas, como las de Córdoba o de Tucumán. Hay que priorizar las papas blancas por sobre las negras en este plato. Y se la puede rellenar con lo que se quiera. Además del tomate y la palta, se puede usar un desmechado de pollo, de carne, de pescado, de salmón cocido e incluso lomitos de atún, que queda muy bien”, explica Villafañe. La clave, aporta, es usar la crema de ají, que si no se consigue se puede reemplazar por una crema de zanahorias salteadas con cebolla y procesadas y siempre se debe usar una mayonesa casera.
Las costumbres no solo alcanzan al ritual gastronómico. Hay familias en las que persisten ciertas tradiciones cargadas de simbolismo que son parte de la transmisión generacional de los valores. Por ejemplo, en la familia Chao, una costumbre que viene de la infancia de Carlos, el abuelo de 70 años, y que sus nietos siguen con fervor, es la de inflar dos globos, que representan el año viejo y el año nuevo. A uno le pintan la carita de bebé y al otro, la cara de un anciano. “Lo hacían en la infancia de Carlos. A la medianoche, uno de los dos se explota. Lo empezamos a hacer con nuestros cuatro hijos, cuando eran chicos y ahora que tenemos muchos nietos, ellos se pelean para reventarlo. Entonces, este año, al globo viejo lo reemplazamos por una piñata para que cuando lo revienten les caigan las golosinas”, explica Lili Chao, la abuela de la familia. La leyenda familiar cuenta que cuando Carlos y sus hermanos eran chicos, un año, le tiraron al globo con balines y en lugar de explotar se fue desinflando de a poco. Ese es el efecto que buscan los nietos Chao, aunque por ahora no hayan conseguido reeditarlo.
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