Adiós al “only men” de Viamonte: impulsan una obra edilicia para que las mujeres puedan asistir a la sede central de CUBA
El martes y el jueves se presentarán los proyectos para construir un vestuario para ellas en el inmueble, que desde 1928 solo admite hombres en sus instalaciones
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El 5 de noviembre de 2018 fue un día histórico para el Club Universitario de Buenos Aires (CUBA). Justo en el año en que cumplía sus cien años, se atrevió a debatir uno de los mandatos que lo volvían anacrónico a los tiempos que corren: que las mujeres no tuvieran los mismos derechos que los hombres dentro del club. Se votó si las mujeres podían ser socias plenas de CUBA, sin importar su estado civil ni filiación. Ganó la modernidad y el sí se impuso por amplia mayoría, en una asamblea que fue histórica con una contundencia abrumadora: contra todos los vaticinios, miles de socios –sobre todo de las generaciones más jóvenes– llegaron hasta la sede de Palermo para votar a favor de la igualdad de género. Resultaron ser el 73%.
A partir de ese día, tanto ellas como ellos podían ser socios plenos del club. Y así ocurrió. Hoy, en la institución que tiene ocho sedes y 22.000 socios, existen tanto socias como socios, aunque todavía la matrícula femenina no se aproxima a la de los hombres. Por un tema de costos, del valor de la cuota, muchas mujeres que participan activamente de las actividades de CUBA prefirieron seguir como asociadas, ya que así abonan unos 30.000 pesos menos de cuota que siendo socias plenas. Mientras que la cuota de socio es de unos 99.000 pesos, la del asociado es de 69.000. Aunque no siempre tiene que ver con los costos, ya que si en el grupo familiar hay dos socios, se les hace un 20% de descuento. La diferencia es que las asociadas no votan en las asambleas ni pueden integrar la comisión directiva.
Pero aquella votación de 2018 dejó una deuda pendiente: que Viamonte, la sede central, siguiera siendo exclusivamente de hombres. Ocurre que, cuando se inició aquella asamblea, al ver el inexorable avance del sí la generación de los socios de mayor antigüedad lograron un acuerdo sotto voce que decía “Viamonte no se toca”. Sin embargo, con la fuerza que habían tomado los aires de cambio, durante la asamblea se planteó que incluso la situación de Viamonte se debía debatir. Finalmente, en la reforma del estatuto interno quedó plasmado que para que la sede pudiera ser mixta debían aprobarse ciertas reformas edilicias, como ser la construcción de un vestuario para mujeres, entre otras.
Pasaron cinco años y medio desde aquella tarde en la que cambiaron las reglas de juego de uno de los clubes más tradicionales de Buenos Aires y uno de los últimos bastiones en los que la presencia de las mujeres estaba vedada. Como en el medio llegaron la pandemia y después la crisis económica, aquellas reformas edilicias quedaron en espera y Viamonte se convirtió en el último refugio del club “only men”.
Esos días, al parecer, estarían contados. En una comunicación interna que recibieron los socios del club se convocó a una reunión informativa para pasado mañana y el próximo jueves sobre del proyecto de reforma que impulsa la comisión directiva para avanzar con los cambios que requiere el edificio de Viamonte al 1500 para que puedan ingresar las mujeres.
“La comisión directiva del club invita cordialmente a los socios y asociadas a las reuniones que se realizarán en las fechas y sedes que aquí se indican, a efectos de informar respecto de la propuesta (anteproyecto y fondos presupuestarios) para habilitar el uso común de los espacios deportivos para socios tanto varones como mujeres en la sede central, que se presentará en una próxima Asamblea Extraordinaria de conformidad con lo establecido en nuestro estatuto en su última reforma de 2018″, dice la comunicación. La convocatoria es para el martes a las 18.30 en la sede Viamonte y para el jueves a esa misma hora en Palermo.
Aunque las autoridades de CUBA prefirieron mantener la reserva sobre los pormenores del encuentro, ante la consulta de LA NACION se pudo saber que se trata de una reunión informativa sobre los alcances del proyecto de reforma de la sede. No habrá votación, sino que esto ocurrirá cuando se convoque a una asamblea de socios. Y socias.
“No se está debatiendo si Viamonte va a ser o no también para las mujeres. Se está definiendo cuál va a ser la afectación presupuestaria para que esto ocurra. En ese punto está la discusión”, explicó un socio con llegada a la comisión directiva.
Sobre por qué la comunicación está dirigida a los “socios” y a las “asociadas”, desde el club aseguran que desde aquella asamblea en la que se decidió incluir plenamente a las mujeres se adoptó la denominación de socios para referirse tanto a ellas como a ellos, pero que se optó por no tener que recurrir a la distinción de llamarlos “socios y socias”. Menos aún al uso del lenguaje inclusivo. En cambio, la categoría “asociadas” remite a aquellas mujeres que prefirieron seguir vinculadas al club a través de la condición de asociadas a la afiliación de un socio titular. En la mayoría de los casos, por una cuestión de presupuesto.
Un socio lo graficó: “En casa lo conversamos y planteamos que si se trata de una cuestión de principios, hacemos el cambio. Pero mi esposa prefirió seguir siendo asociada, porque la cuota era más económica. Y ella no tenía pensado participar de las asambleas ni de la comisión directiva. En cambio, conozco otras familias en las que la mujer decidió hacerse socia plena, como forma de reivindicar el lugar de las mujeres en el club. Me parece muy bien”, apuntó.
La reunión del martes traerá a la realidad un debate que había quedado en pausa. Viamonte es sobre todo de un reducto de socios, muchos ya vitalicios o con más de 50 años de antigüedad, que viven el “solo hombres” de la sede como reivindicación de una masculinidad que pierde terreno en los tiempos actuales. Un bastión en el que pueden recorrer libremente los vestuarios y sus inmediaciones en toalla, con poca ropa o prácticamente sin nada. De hecho, el periodista Rolando Hanglin fue uno de los vitalicios que impulsaron la campaña del “no” a la incorporación de mujeres en todas las sedes. “Si gana el sí, lo voy a tomar con tristeza. Porque puede ser el principio del fin de CUBA, que fue un éxito. Somos el único club que no está fundido. Todos quieren venir acá. Equipo que anda bien no se toca. Es mentira que las mujeres están marginadas”, argumentaba Hanglin horas antes de aquella votación.
De hecho, todos estos años la sede Viamonte siguió siendo el bastión de la resistencia. Por eso la nueva comisión directiva quiere sondear cómo caerán los cambios que se plantean, buscando hacer las reformas edilicias con la menor afectación de recursos posibles. Hoy, Viamonte sigue siendo una sede de hombres, aunque reconocen las autoridades que de la pandemia a esta parte hubo muchos cambios en el perfil del socio que concurre. Por un lado, socios de edad avanzada que no volvieron. Por otro lado, que cambiara el ritmo de afluencia al centro de la ciudad de cinco veces a la semana para trabajar también bajó la proporción de socios que iban a entrenar o a participar de alguna actividad antes o después del horario de oficina y aumentó la flexibilidad de horarios.
Hoy, Viamonte continúa con sus características de edificio construido en 1928, con sus niveles unidos por un ascensor de los de antes. Tiene una biblioteca que nada tiene que envidiarle a la de Harry Potter y un salón comedor con un tradicional piso en damero, donde se hacen las cenas de honor y los encuentros en los que se reconoce a los socios que cumplieron los 50 años. En los distintos pisos se practica esgrima, squash, básquet y vóley, sobre pisos de madera de tablones enteros de pinotea originales.
Hay dos vestuarios. Alguno podría pensar que la reforma alcanzaría con asignar uno a los hombres y otro a las mujeres. Sin embargo, cumplen funciones distintas. Mientras que uno es más amplio y concurrido, el que está en el piso donde se encuentra la pileta climatizada se usa como acceso al natatorio.
En realidad, al ser una sede exclusiva de hombres, solo ellos pueden acceder a los espacios deportivos, mientras en la práctica las mujeres pueden ingresar al edificio para participar de actividades “sociales y culturales”, tal como postulaba el artículo 68 del estatuto que se derogó.
El problema no es tanto construir un vestuario para mujeres como delimitar el espacio del vestuario de hombres y circunscribir el área en la que se puede circular sin vestimenta. Hoy, el vestuario principal se encuentra al final de un corredor, hacia la derecha, y aunque no se ve desde el pasillo hacia el interior, lo cierto es que casi no existen divisiones entre un área y otra. Aunque hay puertas vaivén, están siempre abiertas con una traba, y es cuestión de girar en el pasillo para estar dentro del vestuario. Es por eso que los cambios no serán solo edilicios, sino de usos del espacio.
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