Sostienen que el tapabocas en el aula genera diversos problemas para los chicos y volvieron a ganar protagonismo en el debate público; posiciones encontradas ante el reclamo
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“Hoy voy a tratar de no respirar para poder copiar todo”, le planteó Josefina Perutti, de siete años, a su mamá. Está en primer grado, en una escuela de Villa del Parque, y la combinación de anteojos más barbijo le resulta inmanejable porque se le empañan los cristales. La mamá, Marina, probó todos los modelos y no hubo caso. Desde aquella frase, le permite usarlo debajo de la nariz, aunque los docentes le insisten en que se lo coloque bien. “Mi sorpresa fue cuando me enteré que en muchos países europeos y hasta en Uruguay, cuando bajan los casos, los chicos de primaria no están obligados a usar el tapabocas en clase”, dice Marina.
En los últimos días, una carta abierta que lanzó la agrupación Padres Organizados instaló el debate: concretamente piden que deje de ser obligatorio el uso de barbijo en la primaria, ante la baja en la circulación del virus y frente a los problemas que les ocasiona a sus hijos el uso permanente del tapabocas a lo largo de toda la jornada educativa. Alergias, piel irritada, inconvenientes para respirar, dificultad para ver con los anteojos empañados y, sobre todo, la limitación que representa el barbijo en la socialización de los más chicos son algunos de los argumentos que presentan.
¿A quién protege el barbijo? Es la pregunta que promovieron y que se suma a otra polémica que irrumpió casi al mismo tiempo, que es la campaña de vacunación para menores de 12 años con Sinopharm por parte del gobierno nacional, a pesar de la advertencia de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), que exige que se pongan sobre la mesa las evidencias científicas para su uso en niños.
“Nos preocupa que las autoridades responsables de los ministerios de educación y salud consideren inocuo el sostenimiento de protocolos que obstaculizan los procesos de socialización e interacción propios de la situación de enseñanza-aprendizaje en el aula. No alcanzamos a comprender los motivos que fundamentan su uso obligatorio en la situación actual. Mientras los adultos hemos recuperado espacios de socialización, prácticamente sin restricciones, nuestros hijos continúan sujetos a los protocolos más estrictos para poder acceder a la escuela. Pasan largas horas con barbijos y son testeados ante la aparición de un único síntoma”, dice la carta de los Padres Organizados, que ya sumó miles de adhesiones.
María José Navajas es una de de las creadoras de la agrupación, junto con otros padres y madres, cuando el retorno a la presencialidad parecía impensado. Hoy está al frente de esta campaña que generó apoyos, pero también dudas. “Nosotros recibimos constantemente comentarios de otros padres que nos cuentan cómo el barbijo los está afectando. Desde chicos con dolor de garganta, por el esfuerzo para hacerse oír, hasta con alergias alrededor de la boca. Otros chicos generaron una fobia a estar sin el barbijo, los papás nos cuentan que los usan hasta en el auto con ellos porque tienen miedo. Por eso, pensamos que es el momento de replantear su uso obligatorio. Les pedimos a las autoridades que, primero, clarifiquen en qué casos hoy lo es: por ejemplo, no debería exigirse a los chicos de nivel inicial, menores de 6 años, sin embargo, en los jardines no pueden entrar si no lo tienen puesto. Y también pedimos que se evalúe la evidencia internacional y la situación epidemiológica, junto con el impacto físico y psicológico en los chicos por el uso indiscriminado del barbijo”, afirma Navajas.
El médico sanitarista y epidemiólogo Adolfo Rubinstein, exsecretario de Salud de Mauricio Macri y excandidato a diputado nacional, está de acuerdo con Padres Organizados y firmó la carta: “Considero que no debe ser obligatorio para menores de seis años y para los chicos en edad primaria, debemos realizar una consulta a los expertos en infectología pediátrica para evaluar la situación actual y avanzar hacia el uso voluntario del barbijo en la escuela. Esto tiene sentido porque la carga viral que transportan los más chicos es muy baja y el riesgo de contagio no se incrementó en los países que decidieron dejar que los chicos fueran a clase sin tapabocas. En los adolescentes es distinto, porque la carga viral es mayor”, explica Rubinstein.
Posiciones encontradas
Los epidemiólogos e infectólogos tienen distintas posiciones sobre este punto. Por ejemplo, Elena Obieta, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología, considera que es anticipado el retiro del barbijo, antes de que los chicos menores de 12 años estén completamente vacunados. “Hasta que no se aplique, con el aval de la Sociedad Argentina de Pediatría, la vacunación masiva de chicos entre 3 y 18 años, me parece que cuesta poco que los chicos sigan utilizando el barbijo en la escuela. Ellos son mucho más respetuosos de las normas y los protocolos que los adultos”, señala.
“En realidad, el problema es la periescuela, todo lo que los chicos hacen cuando salen. Si no usaran los barbijos, las burbujas se caerían muy rápidamente y no tendría sentido todo el protocolo que se planteó. Esto iría en contra de la vuelta a la presencialidad plena que es lo que todos estamos deseando”, apunta Obieta.
Incluso entre los padres, las posturas están divididas: “Yo me siento más segura si sé que mi hijo va a estar en un entorno en el que todos están con barbijo y donde se respeta el protocolo. Es cierto que hay menos casos, pero no tenemos que relajarnos”, dice Sofía Hernández, mamá de Joaquín de 8 años, que vive en San Isidro. “Además, yo lo veo a Joaquín ya bastante acostumbrado al barbijo, es como si no lo tuviera. Ya van a llegar los días de sacárselo”, opina.
Otra es la lectura que hace Cynthia Dell’Aqua, mamá de Vicente, de seis años y de Martina, de nueve. “Cada vez que lo retiro del colegio, el barbijo vuelve todo mojado, lleno de saliva. Se nota que le molesta y por eso lo muerde o lo sostiene con los labios. Esto le genera una dermatitis en la cara, tiene la barbilla siempre irritada. A varios compañeros les pasa lo mismo. Por eso, no entiendo la utilidad. Es peor que usen esos barbijos llenos de saliva que son un foco de contagio”, dice.
Varios pasos atrás
“Lamentablemente, volvemos a constatar que estamos varios pasos atrás con respecto a la información disponible y a la experiencia de otros países. Desde hace varios meses, España, Dinamarca, Suecia, Inglaterra, Holanda, entre otros, han garantizado las clases presenciales sin exigencias de barbijos para los niños de jardín y primaria. En algunos casos ni siquiera es un requisito en secundaria. Los niños no están obligados a usar tapabocas dentro del aula, o directamente en la escuela. Este atraso en la actualización de protocolos vuelve a dejar atrás a los chicos y a repercutir negativamente en ellos”, indica la carta.
Por el tema de los barbijos, los Padres Organizados le pidieron una reunión a la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña. El encuentro va a ocurrir dentro de una semana, explican. Según adelantaron fuentes de esa cartera a LA NACION, hasta el momento no se está avanzando en un cambio en las normas vigentes.
“La verdad es que el protocolo se está reevaluando constantemente, sin embargo todavía no estamos en ese punto de definir el uso voluntario del barbijo. De todas formas, sabemos que ese es un debate que se viene en poco tiempo en función del avance de los indicadores epidemiológicos”, apuntan desde Educación.
Padres organizados y una lucha que no cesa
La batalla por la presencialidad en las aulas en pandemia los reunió casi sin proponérselo. A través de las redes sociales encontraron resonancia en sus reclamos. Se organizaron y llegaron a constituirse como actores sociales de gran relevancia en el debate público.
Hoy, son más de 70.000 en todo el país. Y no bajan la guardia. Todo lo contrario: monitorean de manera permanente la situación educativa y, si lo consideran, intervienen.
Con sus hijos ya dentro de las aulas, cuestionan la presencialidad aún limitada en algunos distritos, actualizan discusiones ligadas a protocolos, se plantan ante cada medida que afecta los días de clases y están a la espera de que se concrete una audiencia con el nuevo Ministro de Educación, Jaime Perczyk.
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