Adiós a un símbolo del arte y los negocios
A los 90 años, la empresaria y mecenas cultural murió en su hogar, donde fueron velados sus restos; será inhumada hoy en la Recoleta
En la intimidad de su hogar palermitano, en la avenida del Libertador al 2900, rodeada por todos sus afectos, falleció ayer, a las 6 de la madrugada, la empresaria, emprendedora solidaria, coleccionista y una de las mayores mecenas del país, Amalia Lacroze de Fortabat.
Su deceso se produjo por causas naturales, según informó su familia. Tenía 90 años y desde hacía un tiempo que se mantenía alejada de la vista pública, al cuidado de su única hija, Inés Lafuente, y de sus tres nietos, Alejandro y Bárbara Bengolea y Amalita Amoedo.
Sus restos serán inhumados hoy, a las 11.30 en el cementerio de la Recoleta. Ayer por la tarde, casi un centenar de sus familiares y amigos más íntimos la despidieron en su hogar, en una ceremonia de carácter estrictamente privado, en la que también se ofició una misa, presidida por el obispo emérito, Jorge Casaretto.
La familia de la empresaria, filántropa y coleccionista de arte hizo llegar, mediante un comunicado, su agradecimiento por "todas las muestras de afecto y cariño recibidas".
La salud de Lacroze de Fortabat se había deteriorado en los últimos tres años, y especialmente en el último mes. Había sufrido una fractura de cadera, por la que debió ser sometida a varias cirugías.
Amalita, tal como se la conocía, logró convertirse en una de las mujeres más ricas de la Argentina, gracias a su singular tenacidad, visión e intuición para liderar, por más de cuatro décadas, la mayor cementera del país: Loma Negra, vendida en 2005 al grupo brasileño Camargo Correa. Desde entonces, la señora Fortabat estaba abocada a incansables tareas filantrópicas y a promover su vasta colección de arte, a través del museo que, con su nombre, inauguró en 2008. Aquel corte de cintas significó su última aparición pública.
Previsora, había dispuesto hasta el último detalle sobre cómo deseaba ser su despedida, y ayer su familia cumplió fielmente con su voluntad, con un hermetismo absoluto.
Desde hacía cuatro años que el obispo Casaretto la visitaba asiduamente en su domicilio. A su pedido, mantenían extensos intercambios espirituales, que la habían preparado con serenidad para su final. Diez días atrás, el propio obispo le había impartido la extremaunción de los enfermos, cuando su salud y discernimiento comenzaron a deteriorarse.
A las 19, en medio de casi un centenar de deudos congregados en su hogar, Casaretto ofició misa. Pronunció un conmovedor sermón, la recordó como una mujer de una fuerza y empuje inusuales, un alma sensible, generosa y caritativa a través de la Fundación Fortabat, e impartió la eucaristía entre los presentes. Hubo cánticos religiosos, rezos mancomunados y el clima era de gran conmoción y de religiosidad, según confió uno de los presentes.
En los últimos años, Amalita había ahondado su fe y se refugiaba, solitaria, en la palabra de Dios.
Entre las personalidades que ayer se acercaron a despedirla estuvieron el jefe de gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, acompañado por su mujer, Bárbara Diez; el intendente de Vicente López, Jorge Macri; el empresario Carlos Bulgheroni, junto a su esposa Natalia; el presidente, empresarios y directivos del Museo Fortabat, entre otros.
Distintas instituciones, como la Policía Federal, la Prefectura Naval, la Liga Naval, junto con la empresa Loma Negra y la señora Ernestina Herrera de Noble enviaron coronas de flores. Y en las redes sociales se multiplicaron las voces que la evocaron como "una de las personalidades más destacadas de la Argentina en el siglo XX, una mujer con un brillo difícil de igualar, que prestigió a los argentinos en los múltiples círculos en actuó". El diputado Francisco de Narváez escribió en Twitter: "Amalita fue una gran mujer, importante empresaria y silenciosa filántropa, la vamos a extrañar mucho". La muerte de Amalita fue en buena parte de la jornada de ayer trend topic en esa red social.
Solidaridad
Quienes ayer recordaron su trayectoria destacaron su pasión por el país, que se reflejaba en las fiestas que solía dar, en las que se ejecutaban piezas de tango y de folklore y que inevitablemente concluían con un brindis "por la Argentina".
Esa generosidad y espíritu de solidaridad se vieron reflejadas en la Fundación Fortabat, fundada 35 años atrás, cuyo objetivo promordial fue impulsar iniciativas u obras de carácter educacional, cultural, artístico, benéfico, social, deportivo y filantrópico. También todo aquello que beneficie directamente al bien público y a la promoción de la investigación científica, además de conceder becas de estudio y premios relacionados con la literatura, la pintura y las artes visuales. Su aporte mereció diversos reconocimientos, entre ellos el premio Konex de Platino.
Siempre atenta a atender las inquietudes de las organizaciones que recurrían a ella en busca de apoyo económico, solía darles respuestas satisfactorias. Así, en forma personal o a través de la fundación, colaboró con escuelas, centros culturales, comedores, asilos, hospitales, talleres protegidos y casas de salud, con ex combatientes de Malvinas, con damnificados por desastres naturales y con la educación de grupos desfavorecidos.
Sus datos biográficos indican que María Amalia Lacroze de los Reyes Oribe, viuda de Fortabat Pourtale, era nieta del empresario del transporte Federico Lacroze, y del político uruguayo Manuel Oribe. A los 21 años, contrajo matrimonio con el abogado Hernán de Lafuente Sáenz Valiente, con quien tuvo su única hija, María Inés, y de quien se divorció al poco tiempo. En el invierno de 1941, conoció a Alfredo Fortabat, quien para ese entonces ya hacía más de una década que manejaba su fábrica de cemento en Olavarría, en la localidad de Loma Negra. En 1951, se casaron, cuando ella tenía 30 años y él, 57, y la empresaria quedó viuda en 1976.
En los 70, Loma Negra multiplicó sus ganancias por haber sido elegida para suministrar cemento para la construcción de autopistas y estadios. En los 80, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, su compañía insignia fue la proveedora exclusiva para la edificación de las represas de El Chocón, Yacyretá y Salto Grande. En la década del 90, Fortabat ganó la concesión del tren de carga que une el Alto Valle de Río Negro con Buenos Aires, un canal estratégico para sus fábricas cementeras. Su interés por la cultura la llevó a presidir el Fondo Nacional de Bellas Artes en 1992. Por ese entonces, la revista Fortune estimó su fortuna en 1800 millones de dólares, la que la convertía en la tercera persona más rica del país en ese entonces.
Lacroze de Fortabat, quien presidió durante varios años la Fundación de la Policía Federal Argentina, era propietaria de Ecocemento, Lomax, Recycomb, Ferrosur Roca y Estancias Unidas del Sur, entre otros bienes. Durante más de una década guió los destinos del Fondo Nacional de las Artes y fue la fundadora de la fundación Teatro Colón.
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