Adiós a la receta por WhatsApp: ante el desconcierto general, las seguirán aceptando a pacientes con enfermedades crónicas
Será hasta el 28 de febrero; los médicos deberán certificar su firma digital ante un ente oficial y utilizar un token para las prescripciones virtuales; servirán las que tengan un código de barras
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Las opiniones están repartidas, mientras tanto, reina el desconcierto. Ni médicos ni pacientes parecen saber exactamente cuáles son las recetas y las órdenes médicas que sirven a partir de ahora. Y así las cosas, llegan los enojos en las farmacias y en los centros de atención. “Poder usar las órdenes digitales fue algo superpositivo que nos dejó la cuarentena. Es cómodo y práctico. No entiendo por qué ahora no se pueden seguir usando así”, se lamenta Cynthia Pintos, que ayer cayó en cuenta de que tiene que volver a pedir las recetas para sus hijos. “Tenía que retirar las pastillas anticonceptivas, el ginecólogo me mandó la receta y ya no me sirve. Justo hoy tenía que empezar la nueva caja”, se lamenta Silvana Méndez, de 34 años. “Tengo órdenes para hacerles los estudios a mi hija y no sé si las van a aceptar”, se indigna Felicitas Riera, de 52.
La decisión del Ministerio de Salud de la Nación de derogar el decreto que habilitaba el uso de las fotos de las recetas enviadas por WhatsApp o correo electrónico abrió un mar de interrogantes. La medida entró en vigor de forma inmediata y dejó a miles de pacientes con recetas en el celular que ya no podrán usar. Muchos tendrán que volver a pedir la versión analógica. Otros están llamando a los consultorios para pedir las prescripciones digitales, esas que se emiten desde un software especializado, pero se encuentran con que incluso los médicos que contaban con esa herramienta, en su mayoría no podrán recetar por no tener certificada su firma. Y cuando les preguntan, los mismos médicos desconocen si las recetas que emiten les servirán.
Hoy, las únicas recetas digitales que se aceptan en farmacias, según pudo saber LA NACION, son aquellas que además de haber sido emitidas digitalmente cuentan con la firma digital certificada y tienen un código de barras. Como realizar el cambio llevará tiempo, la opción será la vieja y olvidada receta de papel, teniendo que acudir presencialmente al consultorio a gestionarla.
Ante las quejas de los pacientes, por ejemplo de los que realizan tratamientos crónicos, Sonia Tarragona, jefa de gabinete del Ministerio de Salud, informó a LA NACION más temprano que se evaluaba emitir excepciones transitorias para tratamientos prolongados. “No queremos que nadie se quede sin medicación. Claramente este fue un instrumento útil durante la pandemia, pero que había que ordenar. No se podía controlar la trazabilidad de esas recetas. Además, durante la pandemia aumentó la resistencia bacteriana por un uso desmedido de antibióticos. Pasada la emergencia, necesitamos pasar a un sistema más efectivo, y tenemos una responsabilidad como autoridad sanitaria”, detalló Tarragona.
Hace instantes, mediante un comunicado, el ministerio confirmó que “en acuerdo con asociaciones farmacéuticas, el Consejo de Obras y Servicios Sociales Provinciales de la República Argentina y la Superintendencia de Salud, se definió que a aquellos pacientes con enfermedades crónicas que venían utilizando esta modalidad hasta hoy, se les aceptará la foto de la receta en las farmacias hasta el próximo 28 de febrero, para facilitar el proceso de transición”.
“Esta resolución terminará complicando la vida de médicos y pacientes”, afirmó la diputada Graciela Ocaña, que presentó ayer un proyecto de resolución que insta al Ministerio de Salud a dar marcha atrás y le exige que reglamente la ley N° 27.553, de prescripción electrónica de medicamentos, votada en agosto de 2020. “Que no esté reglamentada no significa que no se pueda aplicar. De hecho, en muchas jurisdicciones ya se está aplicando. En pocas semanas vamos a tener novedades. Además, la autoridad de aplicación depende de cada jurisdicción e incluso de los colegios profesionales que regulan las matrículas”, explica Tarragona.
Qué tienen que hacer los médicos
En la práctica, los médicos deben, primero que nada, concurrir a un ente certificante y registrar su firma digital: alguna empresa habilitada oficialmente, una suerte de escribanía digital. Allí se generará un token, que se almacena en un pendrive. Ese será el nuevo sello digital del médico. Con ese dispositivo, desde cualquier computadora en la que tenga el software habilitado (hay varios en el mercado y en unas semanas habrá uno que está desarrollando el Ministerio de Salud), podrá emitir una receta virtual, que además de su firma llevará un código de barras.
El PAMI, que según informan en el Ministerio de Salud concentra el 40% de las prescripciones médicas, ya tiene su propio sistema: el afiliado concurre a la farmacia solo con número de documento y en su perfil ya está cargada la medicación. También IOMA cuenta con su sistema, lo mismo que otras obras sociales provinciales. OSDE, por su parte, hace seis meses implementó su programa de recetas virtuales, aunque solo puede emitirse dentro de una consulta virtual.
Desde el Ministerio de Salud sostienen que el alcance de la medida se limita a la prescripción para farmacia y que no afecta a las órdenes para estudios médicos. Pero será la financiadora (la prepaga) o el centro médico el que deberá decidir si la acepta o no. Por lo cual, muchos optarán por llevarla en papel para no perder el turno.
“Esto es una locura. En términos de acceso a la anticoncepción es un palo en la rueda y atrasa muchos años. Hoy recibí llamados de pacientes a las que se les terminaron las pastillas y tienen que empezar con la nueva caja, pero la receta no les sirve. Entonces tienen que pasar por el consultorio. En términos de anticoncepción no es una opción esperar”, cuestiona el obstetra Mario Sebastiani, miembro del Comité de Ética del Hospital Italiano.
“Hay que contemplar que la receta es un acto médico y, como tal, quedó subvalorado durante la pandemia. Creo que era necesario avanzar hacia un sistema más ordenado, que sirva para que el paciente se dé cuenta de que no es algo así en el aire, sin impacto y sin responsabilidad. Será un camino, no sencillo a recorrer”, considera el pediatra Mario Elmo. “El sistema de receta por foto nos convirtió en un kiosco abierto 24 horas. Recibimos pedidos a cualquier hora y uno no siempre está disponible, en el consultorio, con acceso a la historia clínica. Incluso hay pacientes que piden indicaciones que exceden al paciente y uno tiene que decir que no. Recetar tiene una responsabilidad, lleva un tiempo y debería estar siempre asociado a una consulta”, coincide la pediatra Celeste Celano, jefa de pediatría de la Clínica Modelo de Caseros.
Sorpresa
Otros médicos aseguran que el cambio los tomó por sorpresa y que los dejó en offside con sus pacientes por no contar con las herramientas que se requieren, pero sin haber sido instruidos en que debían migrar a otros sistemas ni en cómo hacerlo. “Algunos pacientes se enojan y creen que hay mala voluntad, pero a nosotros mismos no se nos comunicó nada, nos enteramos por los medios”, dice un médico consultado por LA NACION que pidió reserva de su identidad.
“Estoy indignada con este cambio. Tengo el apto médico para el jardín del año que viene, porque aunque la consulta fue presencial la pediatra me lo mando por mail. Y voy a tener que volver al centro para pedir el certificado en papel, cuando nosotros vivimos en Olivos”, protesta Inés Díaz, que es madre por tres y trabaja en una multinacional. “Me parece una pérdida de tiempo. También hablé con la dermatóloga de los chicos y me mandó por receta virtual una crema y un remedio para la alergia y no los puedo comprar. ¿Ahora tengo que llamar al médico cada vez que necesite algo simple? Me parece ridículo, nos vamos de vacaciones y no tengo botiquín para llevar”, dice.
Analía Agüero es ginecóloga y, desde que empezó la pandemia, siguió la recomendación de una colega e incorporó la receta digital. Optó por la plataforma DoctorApp y afirma que, desde entonces, su trabajo se agilizó mucho. “Para los pacientes puede al principio resultar desconcertante, pero es más ágil y permite al médico tener un control y un registro. Es más sencillo que hacer una receta de papel y enviarla por WhatsApp. Es parte de la telemedicina que llegó para quedarse”, sentencia.
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