Adiós a la letra indescifrable. Desarrollan un sistema on line de recetas electrónicas gratuito para los médicos
Dos amigos, un médico y un ingeniero, trabajaron juntos en la evolución digital de las tradicionales prescripciones manuscritas; ya está disponible y en pocos días más caducará el procedimiento de enviarlas por WhastApp o por mail como sucedió desde que comenzó la pandemia y no se podía concurrir al consultorio
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En 12 días, ya no se podrán mandar recetas por WhatsApp o mail para el tratamiento de problemas crónicos, como se había facilitado durante la pandemia. A partir de fin de mes, las opciones incluirán la versión manuscrita, digital o electrónica y, desde hace dos semanas, un médico y un ingeniero en sistemas ofrecen una solución de uso gratuito para los profesionales: un recetario on line, con medidas de seguridad y protección de datos personales.
“Es una solución para los médicos conforme a la ley de recetas electrónicas y tiene validez en todo el territorio nacional”, resume el neurocirujano Martín Uranga Vega sobre una herramienta que, desde que está disponible, empezaron a utilizarla a diario 35 médicos.
Con Natán Szmedra, ingeniero en sistemas, trabajaron en un sistema web al que los profesionales acceden en la computadora, el celular o la tableta. Además de prescribir fármacos, pueden emitir órdenes para estudios y pruebas de laboratorio, licencias y certificados. El equipo que formaron estos dos amigos para encarar esta solución que necesitaba uno de ellos va a seguir incorporando mejoras, como una sección “Tus pacientes” para no tener que volver a tipear datos básicos, como nombre y apellido y cobertura con cada paciente, o una función que permite elegir entre rutinas de laboratorio y órdenes médicas que cada profesional indique con frecuencia.
“Quisimos que este desarrollo sea gratuito para cada médico porque sabemos la situación delicada que están atravesando en el país y nos motiva la empatía”, señala Szmedra.
Hay, también, una versión institucional de esta herramienta para que hospitales, sanatorios o clínicas, obras sociales, prepagas y asociaciones profesionales o colegios médicos incorporen a sus sistemas de historia clínica electrónica o, si no lo tienen, contratarlo con costo junto con el sistema Recetario.com.ar para poder implementarlo. El mayor problema que detectaron es justamente la adecuación de los sistemas en uso –en muchos casos, todavía con planillas o fichas de papel– para incorporar el acceso a un recetario electrónico a través de un botón en la pantalla de la computadora del consultorio.
“En los próximos cinco años, se dejará de usar la receta manuscrita”, afirma Uranga Vega. Lo dice porque organizaciones especializadas en seguridad del paciente y la Organización Mundial de la Salud (OMS) así lo promueven para reducir riesgos asociados con los errores en las prescripciones.
Esta semana, el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires presentó el sistema que usarán en el distrito a partir del 28 de este mes. Según se informó, para prescribir, los profesionales tendrán que presentarse primero con el DNI y la matrícula en alguno de 175 lugares habilitados para obtener un usuario y acceso a una firma digital, en lugar de poder registrar y validar los datos directamente a través del sistema.
Barreras
Las otras barreras que están encontrando ambos están en el uso de la tecnología, más asociado con la edad, y la costumbre generalizada de hacer ciertas tareas a mano. “Aun cuando exista algo más cómodo para usar, que resuelva un problema, hay una tendencia a dejarlo de lado, aun en las generaciones más jóvenes”, dice el ingeniero, que es docente de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). “La tecnología sola, no hace nada. Necesitamos gente que la use y que le resuelva un problema”, plantea.
Farmacias y centros o laboratorios de análisis clínicos aceptaron sin inconvenientes las más de 100 recetas y órdenes libradas hasta el momento. El código QR, que se puede leer con un celular, permite la trazabilidad de la dispensa, según señala Uranga Vega, residente del Departamento de Neurocirugía de la Fundación Favaloro y docente e investigador de la Universidad Favaloro.
Para empezar a usar el recetario, la única condición es tener acceso a Internet. Una vez en el sitio recetario.com.ar, el primer paso es registrarse: el médico tiene que crear su usuario y se le pide que cargue una fotografía de la matrícula de frente y dorso, la firma y una selfie con la matrícula en mano. “Todos los datos tienen que coincidir y ser vigentes”, apuntan los desarrolladores. Tienen acceso a la información solo para poder corregir errores, según explican.
“No solo es seguro [el sistema] porque está chequeada la información del profesional, su matrícula y su firma, sino que los datos de los pacientes están protegidos de acuerdo con la ley sobre datos privados y sensibles. La base está declarada ante la Dirección Nacional de Datos Personales”, agrega Uranga Vega en diálogo con LA NACIÓN. “Incluye estándares de seguridad informáticos que la ley [de recetas electrónicas] aún no exige”, continuó.
El tiempo que demanda hacer una receta con este sistema se puede medir en segundos, ya sea en una consulta presencial como en una teleconsulta. Se carga el nombre, apellido, número de documento y datos de cobertura en la primera pantalla. En la siguiente, se puede tipear el medicamento o elegirlo de un menú de acuerdo con el Vademécum Nacional de Medicamentos de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), lo que reduce el riesgo de errores porque ya están detalladas las composiciones y las unidades. En la próxima pantalla, se carga el diagnóstico y, en la última, la fecha a través de un calendario. Se genera, entonces, la receta o, de la misma forma, la orden médica. Se genera un archivo en formato pdf, que se puede imprimir, enviar por correo electrónico o WhatsApp para presentar con el DNI en la farmacia, el laboratorio o el centro de estudios.
En breve, según señalan los desarrolladores, el sistema permitirá enviar el documento automáticamente al número o correo electrónico que proporcione cada paciente.
“El hábito de recetar por WhatsApp fue muy cómodo. Se convirtió en una práctica común. Fue una solución durante la pandemia. Ahora, el inconveniente de esa práctica es que una fotografía no tiene medidas de seguridad”, finaliza Uranga Vega.
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