“Actuamos a ciegas”: por qué algunos psiquiatras empezaron a recetar Ozempic, la codiciada droga para adelgazar
La semaglutida y fármacos similares podrían contrarrestar el aumento de peso en pacientes que toman antipsicóticos y antidepresivos; también podrían tener efectos aún poco estudiados
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NUEVA YORK.– El psiquiatra de Joanna Acevedo fue quien le planteó por primera vez la idea de un medicamento para bajar de peso. Desde 2018, Acevedo dependió de medicamentos antipsicóticos para controlar su trastorno bipolar. Los fármacos mantuvieron a raya su paranoia; en realidad, la mantuvieron viva, según comentó. También provocaron que subiera 32 kilos de peso. A los 26 años, se volvió prediabética.
Este invierno, Acevedo le dijo a su psiquiatra en una cita rutinaria que ya no se sentía a gusto con su cuerpo. Ya se lo había comentado antes, pero esta vez el psiquiatra le hizo una sugerencia que la sorprendió. ¿Había oído hablar de los nuevos medicamentos para adelgazar?
La remitió a una clínica de adelgazamiento para que le recetaran Wegovy, un medicamento inyectable que contiene el mismo compuesto que el codiciado fármaco Ozempic.
Esos fármacos transformaron la manera en que los médicos tratan la diabetes y la obesidad. Ahora, algunos psiquiatras recurren también a ellos para contrarrestar el aumento de peso que suelen provocar casi todos los antipsicóticos y algunos medicamentos utilizados para tratar la depresión y la ansiedad.
The New York Times consultó a 13 de los centros de salud mental y departamentos de psiquiatría más importantes de los principales sistemas sanitarios de Estados Unidos. Seis afirmaron que recomendaban o recetaban fármacos como el Ozempic a sus pacientes. Siete dijeron que no estaban preparados para hacerlo, al citar preocupaciones sobre la seguridad y los efectos secundarios, y expresar que recetar fármacos para perder peso estaba fuera de su ámbito.
Sus respuestas reflejan un nuevo debate en el ámbito de la salud mental sobre la conveniencia de recetar a los pacientes un fármaco que quizá tomarán de manera indefinida, con un conocimiento limitado de cómo reaccionan las personas con enfermedades mentales graves a estos medicamentos.
“Estamos hablando de una población muy vulnerable”, afirmó Mahavir Agarwal, psiquiatra y científico del Centro de Adicciones y Salud Mental de Toronto. Agarwal está haciendo algunas de las primeras investigaciones sobre el uso de semaglutida, la sustancia que contienen Wegovy y Ozempic, para ayudar a los pacientes que toman antipsicóticos a perder peso. Según Agarwal, “apenas hay datos” sobre personas con depresión, trastorno bipolar u otras enfermedades mentales que toman semaglutida y hasta que no se disponga de más pruebas, “actuamos a ciegas”.
Sin embargo, algunos médicos sostienen que los pacientes no pueden esperar. A menudo, las personas dejan de tomar medicamentos psiquiátricos o se niegan a empezar a tomarlos, porque no quieren aumentar de peso. Una revisión de 2019 descubrió que los pacientes aumentaban más del 7% de su peso corporal con antipsicóticos y el 5% con ciertos antidepresivos. No hay una explicación clara para el vínculo entre los medicamentos psiquiátricos y el aumento de peso, pero los expertos teorizan que los medicamentos pueden aumentar el apetito y ralentizar el metabolismo. No todo el mundo aumenta de peso con los fármacos psiquiátricos y es difícil determinar el papel que pueden desempeñar otros factores, como la dieta, el ejercicio y el estado de salud.
Las personas que aumentan mucho de peso, como Acevedo, pueden correr un mayor riesgo de padecer prediabetes, cardiopatías y otros problemas.
“Fue un gran azote para nuestra población”, aseguró Dost Öngür, director de la División de Trastornos Psicóticos del Hospital McLean de Massachusetts, donde, según dijo, todos los proveedores de salud mental evalúan si los pacientes con trastornos psicóticos deben tomar fármacos como Wegovy y Ozempic.
Para Acevedo, incluso los efectos secundarios a veces dolorosos de las inyecciones semanales de Wegovy –vomitó cinco veces al día durante su primer mes con el fármaco– valieron la pena.
“Sentía que no tenía otras opciones”, dijo Acevedo, que más tarde cambió a Ozempic. Con los antipsicóticos, dejó de tener delirios intermitentes de que las personas que la rodeaban no eran quienes decían ser. “No estoy gobernada por una enfermedad que vigorosamente intenta matarme”, señaló. Pero tenía la sensación de estar cambiando un aspecto de su salud por otro. Cuanto más peso ganaba Acevedo, atleta desde hacía mucho tiempo, más difícil le resultaba moverse. Desde que comenzó a tomar un medicamento para adelgazar, perdió casi 14 kilos y sus niveles de azúcar en sangre bajaron. Empezó a levantar pesas. “Volver a sentirme poderosa con mi cuerpo y eso es algo muy importante para mí”, opinó.
“Sin el Ozempic, no puedo tomar mis medicamentos psiquiátricos –explicó–. Van de la mano”.
Cambiando las reglas del juego
En el verano de 2022, Jennifer Kruse, psiquiatra de la Universidad de California en Los Ángeles, envió un correo electrónico a sus colegas ofreciéndose a atender a los pacientes interesados en los fármacos para perder peso. “Creo que estos nuevos fármacos pueden cambiar las reglas del juego”, escribió. Su agenda se llenó rápidamente.
En el pasado, algunos psiquiatras recetaron medicamentos como la metformina y la liraglutida para ayudar a los pacientes a combatir el aumento de peso. Pero ninguno demostró ser tan potente como los nuevos fármacos.
Los psiquiatras que recetan Wegovy, Ozempic y un fármaco similar, Mounjaro, insisten en que monitorean el estado de ánimo de sus pacientes que toman estos medicamentos.
No se trata de un “fármaco de cabecera”, afirma Shebani Sethi, que dirige el programa de Psiquiatría Metabólica de Stanford y suele atender a pacientes remitidos por psiquiatras. Antes de recetar un fármaco como Wegovy, examina a los pacientes en busca de trastornos alimentarios y toma en cuenta su historial médico y su composición corporal. Exige a los pacientes que realicen ejercicios de resistencia para contrarrestar la posible pérdida de masa muscular con los medicamentos.
Pero si un paciente entiende los riesgos, “estoy bastante dispuesta –dijo–. Si lo quieren, se lo receto”. Y los pacientes presionan para conseguirlo.
Amanda Romero, de 35 años, empezó a tomar el antidepresivo Lexapro en 2015, después de que a su hija de 4 años le diagnosticaron cáncer y se intensificaron los pensamientos intrusivos que llevaba años experimentando. El fármaco la ayudó y siguió tomándolo después de que su hija entrara en remisión, cuando cambió finalmente a Prozac. Pero por muchos kilómetros que recorriera en su máquina Peloton o por los alrededores de su barrio de Carolina del Norte, o por mucho que siguiera con rigor las recomendaciones alimentarias de su médico, su peso seguía aumentando. La primavera pasada había subido 31 kilos.
Dejar los antidepresivos no era una opción; ya lo había intentado cuando su hija terminó la quimioterapia. Lloraba varias veces al día y entraba en pánico cada vez que sonaba el teléfono, aterrorizada por el temor de que fueran malas noticias.
Los antidepresivos le permitían controlar mejor su cerebro. Wegovy le permitió controlar mejor su cuerpo. El fármaco, que Romero empezó a tomar en febrero, le produjo tantas náuseas que se hizo una prueba de embarazo.
Lo que aún no saben los médicos
Algunos médicos siguen preocupados. Ilana Cohen, psiquiatra del Sheppard Pratt de Maryland, afirmó que ella y otros colegas del sistema de hospitales psiquiátricos evitaban estos fármacos, en parte debido a informes anecdóticos de pacientes europeos que tenían pensamientos suicidas mientras los tomaban. Las autoridades sanitarias europeas están revisando los datos sobre fármacos como el Ozempic y el riesgo de ideación suicida.
En los ensayos clínicos de Wegovy se excluyó a las personas con ideas suicidas recientes, antecedentes de intentos de suicidio, enfermedades graves como esquizofrenia o trastorno bipolar, así como a quienes habían padecido depresión en los dos últimos años.
“Estos medicamentos no se estudiaron bien ni se diseñaron para esta población”, afirmó Cohen. Los investigadores están estudiando cómo podrían actuar estos medicamentos en personas con trastornos mentales.
En los ensayos clínicos de Saxenda, un medicamento más antiguo aprobado para la pérdida de peso, un número ligeramente mayor de participantes que tomaban el fármaco tuvieron pensamientos suicidas en comparación con los que tomaban un placebo, aunque no hubo pruebas suficientes de que el fármaco fuera la causa. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés) exige que los fármacos para el control del peso que actúan sobre el sistema nervioso central, como Saxenda y Wegovy, incluyan una advertencia sobre los pensamientos suicidas.
Otros médicos manifestaron su preocupación por el hecho de que estos fármacos, que reducen de manera significativa la cantidad de alimentos que los pacientes desean o pueden ingerir, puedan agravar los problemas de las personas con depresión y ansiedad, que corren un mayor riesgo de sufrir anorexia.
“No quiero recomendar un medicamento que podría exacerbar o facilitar los trastornos alimentarios”, sentenció Sofia Rydin-Gray, psicóloga clínica del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de Duke.
Algunos pacientes también se debaten entre un fármaco que conlleva costos elevados y, en ocasiones, efectos secundarios angustiosos y la alternativa: un aumento de peso no deseado.
Romero dejó de tomar Wegovy hace poco; los efectos secundarios y los más de 1300 dólares mensuales que pagaba de su bolsillo eran demasiado, aun sabiendo que corría el riesgo de recuperar el peso.
Kristen Eckhardt, una mujer de 40 años de Hastings, Nebraska, empezó a tomar Ozempic en marzo, después de subir 9 kilos y desarrollar prediabetes mientras tomaba Vraylar para la depresión. Agradeció sentirse más estable, menos abatida e irritable con sus hijos, sostuvo. Pero el aumento de peso la puso nerviosa. “La imagen que tienes de ti misma recibe un golpe”, advierte.
Se sentía agotada cuando empezó a tomar Ozempic; le dolía el estómago constantemente. Esos efectos secundarios mejoraron, pero la glucemia y la pérdida de peso se estancaron.
“Tengo mucho miedo de dejar de tomar Ozempic porque no quiero volver a engordar. Y sé que no debo dejar de tomar los medicamentos para la salud mental. Ese no es el camino –admitió Eckhardt–. Así que, por el momento, sigo tomándolos todos”.
Por Dani Blum
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