Activismo virtual: obligadas a abandonar las calles, las ONGs readaptan su estrategia frente a la pandemia
"Se extraña mucho la calle. Nos falta salir a reclamar poniendo el cuerpo a donde se están haciendo mal las cosas. Extraño ir a parar una topadora para frenar un desmonte. He estado encadenado en el Congreso de la Nación para pedir por la ley de bosques", afirmó Diego Salas, director de Desarrollo y Engagement de Greenpeace Andino. Con 42 años, Salas es activista en la organización medioambiental hace ya 13 años.
El aislamiento obligatorio para frenar la propagación del coronavirus, hizo que activistas y organizaciones de la sociedad civil tuvieran que abandonar las calles. De fuerte presencia territorial a la hora de concientizar, reclamar y captar donaciones, las ONGs dedicadas a causas como el medioambiente, los derechos humanos, la salud sexual y el género, redefinieron sus estrategias para adaptarse al ámbito virtual. No ocurre lo mismo con las organizaciones asistencialistas, que siguen brindando alimentos y elementos de higiene para enfrentar la pandemia en las zonas vulnerables.
El día anterior al comienzo de la cuarentena, Salas estaba en Chaco, participando de un reclamo de Greenpeace contra la deforestación. Junto a un grupo de voluntarios, colgaron banners en la Casa de Gobierno de esa provincia. Ahora, la realidad es otra. Juntan firmas digitalmente para seguir reclamando por los bosques chaqueños. Las superficies verdes se monitorean por satélites. Se multiplicaron los posteos en redes sociales, y las opciones para cuidar el medioambiente "desde casa".
"Buscamos lograr que la gente se active en defensa del medioambiente desde su casa. El ciberactivismo es una herramienta fundamental. Hacemos lives y streamings con mayor frecuencia que antes. A través de un monitoreo satelital, detectamos que los desmontes siguen en medio de la cuarentena. La gente se indignó, y lanzamos una petición dirigida a los gobernadores del Norte. También difundimos actividades que pueden hacerse en casa, como reciclar residuos, o separar la basura", sostuvo Salas.
Monitoreo satelital
Banco de Bosques, otra organización ambientalista, también optó por el monitoreo satelital para controlar el estado de los bosques. Y debió incrementar su actividad en redes sociales. "Tuvimos que recurrir mucho más a imágenes satelitales, para tener al bosque lo más controlado posible. Incrementamos mucho más nuestra comunicación en redes. Empezamos a hacer vivos por Instagram. El otro día, un biólogo dio una charla para un montón de gente por Zoom", apuntó Emiliano Ezcurra, fundador y director de la ONG, que trabaja con un sistema de donaciones georeferenciadas.
El no poder ir físicamente a monitorear los bosques, implica una gran desventaja, admite. "Nosotros estamos siempre en el territorio, con camionetas, motos o drones. Haciendo recorridas por el bosque o poniendo cámaras trampa. El gobernador de Formosa aprovechó la cuarentena para autorizar un desmonte. Nos enteramos por las imágenes digitales", completó Ezcurra.
En Fundación Vida Silvestre, organización dedicada a la protección medioambiental, también se dio un salto al plano virtual. "Estamos priorizando contenidos que ayuden a las personas a hacer cosas en sus casas, como videos, webinarios o trivias, recomendaciones para hacer más sustentable el aislamiento en sus hogares o registrando la naturaleza desde nuestras casas", indicaron desde la organización.
Con las oficinas cerradas y sin posibilidad de recorrer el territorio, Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados, optó por la atención remota, ya sea online o por teléfono, para seguir asistiendo a los migrantes. El trabajo coordinado junto a otras organizaciones es la forma de alcanzar a aquellos refugiados que no tienen computadora o teléfono.
"Hemos tenido que valernos de las plataformas digitales y nuestras redes sociales mucho más que antes. Hicimos un video de cómo los refugiados estaban pasando la cuarentena, por ejemplo. Lo positivo es que se hizo más fuerte el trabajo coordinado y complementario que hacemos con otras organizaciones que trabajan por la misma causa", explicó Analía Kim, coordinadora de comunicaciones de Acnur.
Otro desafío para las ONGs es la captación de donaciones, que ya no puede hacerse en la calle. La mayoría reemplazó la interacción con personas en los espacios públicos por llamadas telefónicas a quienes consideran que podrían ser potenciales nuevos donantes.
Es el caso de la Fundación Huésped, que hoy está captando fondos telefónicamente. Dedicada a la prevención del VIH y a los temas de salud sexual, hoy privilegia el contenido en redes sociales y a través de Whatsapp. "Los grupos de reflexión para personas con VIH se están haciendo por Zoom. Generamos contenido que se distribuye por Whatsapp y después va a las redes", apuntó Leandro Cahn, director de la fundación, quien sin embargo advirtió que "tenemos cerrado el centro de testeo gratuito de VIH y sífilis. Está suspendido el trabajo en el terreno vinculado a la ESI con escuelas".
El impacto sobre las donaciones
Para algunas ONG, el no poder captar fondos en la calle, junto con los efectos perjudiciales del coronavirus sobre la economía, podría verse traducido en una baja en las donaciones. Para otras, en cambio, el contexto de crisis desatado por la pandemia alienta la solidaridad y ven crecer los aportes recibidos.
"Es muy llamativo, pero la gente está donando más. Estas situaciones de crisis le refuerzan a la gente su costado solidario", afirmó Ezcurra.
"El escenario es que al no poder hacer cara a cara, vamos a tener un 5% menos de donaciones", advirtió Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional. "Tuvimos que repensar toda nuestra agenda. A raíz del coronavirus, hicimos una campaña junto al Garrahan para que los hospitales puedan comprar insumos", concluyó.
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