Ácido Hialurónico, el tratamiento estético mini invasivo que destronó al botox y el riesgo de las caras deformadas
Se trata de un componente que es capaz de hidratar y revitalizar la piel, aportar volumen y reducir arrugas; cuáles son los límites que advierten los expertos
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Cuando se habla de tratamientos estéticos mini invasivos, en los últimos años el ácido hialurónico pasó a disputarle el estrellato al botox (toxina botulínica). Se trata de un componente que es capaz de hidratar y revitalizar la piel, aportar volumen y reducir arrugas. Los usos son múltiples, pero hay un límite para los cambios que puede lograr: los especialistas recomiendan “no exagerar” para no perder las características naturales del rostro.
Además, ante la consulta de LA NACION, los expertos indicaron: “Hay que ser claro con los pacientes y explicar hasta dónde es posible llegar con estas técnicas poco invasivas”, destaca Augusto Barrera, cirujano plástico en el hospital Churruca-Visca y miembro de la Asociación Estadounidense de Cirujanos Plásticos.
Micaela Taverna, cirujana plástica y miembro Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, explica que el ácido hialurónico es un componente importante del organismo, presente en todos los tejidos.
“El ácido hialurónico se mezcla con las fibras de colágeno y ayuda a mejorar la hidratación, calidad y apariencia de la piel. A medida que envejecemos, nuestro rostro pierde grasa subcutánea de forma natural y los músculos faciales trabajan más cerca de la superficie de la piel, por lo que las líneas de expresión se vuelven más evidentes. La piel del rostro también se estira un poco junto con el descenso de las bolsas de grasa, lo que se suma a esta pérdida de volumen facial. Otros factores que afectan la piel del rostro incluyen la exposición al sol o cuestiones genéticas. El ácido hialurónico le devuelve el volumen y la apariencia de plenitud en la cara. Al ser producido por el propio organismo, también es degradado de forma natural por este en un lapso entre nueve y 24 meses”, detalla Taverna.
La especialista agrega que hay distintas clases de rellenos de ácido hialurónico para cada zona. Los más densos se usan para “aportar estructura”, los intermedios se utilizan, por ejemplo, para rellenar surcos y dar volumen a los labios y los más livianos para las arrugas o con el objetivo de hacer hidrataciones profundas de la piel.
Barrera explica que la “explosión” de estas técnicas por la gran exposición en redes sociales hizo que aumentara enormemente el consumo de “estética”. Sin embargo, si bien hay un gran campo de acción para tratamientos poco invasivos, como los rellenos de ácido hialurónico, Barrera asegura que “hay que ser claro” con los pacientes y explicar hasta dónde es posible llegar con estas técnicas, y cuándo hay que recurrir a cirugías faciales que, durante años, estuvieron relegadas solo para los mayores de 60 años, aunque hoy, señala, los pacientes jóvenes también se practican ese tipo de intervenciones y los resultados son muy naturales.
“El profesional que evalúa al paciente debe saber hasta dónde se puede llegar con los rellenos, que como el nombre indica dan volumen, pero no pueden levantar al rostro. Cuando uno ve que el paciente tiene cierto grado de flacidez, lo que tiene que hacer son técnicas de levantamiento y ahí es donde entra en lifting facial. Por eso, es muy importante que el profesional no exagere con la cantidad de relleno que va a poner para traccionar el tejido y levantarlo porque ahí es donde aparecen las caras deformadas por exagerar en la cantidad de volumen”, detalla Barrera.
“Para algunos pacientes, la mejor opción es una cirugía como un lifting facial, un lifting de cejas o blefaroplastia ya que cuando la cantidad de piel excedente es de determinada magnitud, cualquier otro esfuerzo que pongamos en tratamientos estéticos, se verán poco naturales e insuficientes”, agrega Taverna.
¿Qué es el lifting facial?
Barrera describe que se trata de una cirugía que se hace en quirófano con anestesia general donde el especialista coloca los tejidos en la posición que idealmente deberían estar.
“Hay técnicas muy modernas, como el Deep plane facelift con las que reposicionamos todos los tejidos y le devolvemos el aspecto natural al paciente. Estas técnicas tienen resultados muy naturales y se pueden hacer en pacientes más jóvenes, como pacientes de 45 o 50 años”, indica el especialista.
Por su parte, Taverna argumenta que durante dicho procedimiento se puede redistribuir la grasa de la cara, tensar los músculos faciales, la papada y el cuello. “Se vuelve a colocar la piel sobre los contornos elevados y se recorta el exceso de piel. Los mini-lifting (con incisiones más pequeñas) suelen reservarse para pacientes con menos laxitud de la piel”, concluye.
Consultar a especialistas
“No hay que perder de vista que, aunque hablemos de procedimientos estéticos, estas intervenciones pueden generar un impacto en la salud. Por eso, la prioridad debe ser siempre acudir a médicos especialistas en el área con varios años de formación”, señala Agustín López Vargas, cirujano plástico y director de Cirugía de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP).
En tanto, López Vargas comenta que a su consultorio llegan pacientes que no están conformes con los resultados o que tuvieron complicaciones y que “esto tiene que ver con que se atendieron con médicos no especialistas o directamente con esteticistas que no están en condiciones de escuchar y guiar correctamente a la persona para elegir el procedimiento que corresponde según su deseo y luego de una evaluación integral”.
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