Abrieron el primer bar con tiro de hacha pero todavía no puede funcionar por una particular razón
Se trata de una disciplina que está en auge en Estados Unidos; desde julio, el polígono ubicado en el barrio de Belgrano está clausurado
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El hacha tiene que dar una sola vuelta en el aire y clavarse a 45 grados contra la madera, lo más cerca posible de la diana. La sensación que sobreviene es la de euforia, de liberación, de ganarle al estrés. “Soltar, soltar, soltar”, repite Ignacio Autuori Silvero, un abogado de 37 años, dueño de Piénsate bravo, el primer bar con club de tiro con hacha que abrió en el país, en Belgrano.
Mientras habla, simula el gesto del lanzamiento, cual leñador canadiense. “Somos el primero y pertenecemos a la World Axe Throwing League (WATL), y trabajamos con las normas internacionales de seguridad y protección”, explica.
Fueron pioneros y únicos, en realidad. Porque este sueño que llevó adelante con Agustín Chacón, su compañero de la primaria en el colegio Damaso Centeno, en Caballito, solo duró tres semanas hasta que el gobierno porteño los clausurara, en julio último. ¿La razón? Según explica Autuori Silvero, porque la actividad que ellos ofrecen no figura en el código de habilitaciones.
“Abrimos a finales de junio, y a mitad de julio nos clausuraron. Desde entonces, hicimos todos los trámites ante la Agencia Gubernamental de Control (AGC) porteña y estamos esperando a que venga un inspector para habilitarnos. Si nos piden modificaciones, estamos dispuestos. Pero no nos dicen nada. No pasa nada. En cambio, dos veces al día vienen para sacar fotos y comprobar que no hayamos infringido la clausura. Cosa que no hicimos. Desde ese día que no funciona el club de tiro con hacha, sino que solo trabaja el bar. Pero los vecinos y mucha gente que se entera por las redes constantemente viene a preguntar cuándo arrancamos. Y no sabemos qué responderles”, asegura Autuori Silvero.
Desde la AGN, aseguraron que la clausura se debió a que funcionaban sin la habilitación correspondiente al rubro de esa actividad y que para recibir la licencia para operar deben realizar una serie de modificaciones en el local, como señalización de salidas, colocación de luces de emergencia, indicar en un plano cuáles son los sectores que se utilizarán para el tiro con hacha, entre otras cuestiones.
La historia resulta curiosa y estos emprendedores parecen estar pagando el derecho de piso de ser los primeros en traer la actividad al país. Una actividad que está en pleno auge en Estados Unidos y en Canadá, donde existen más de 600 bares de este tipo. También está de moda en Europa. En Madrid ya abrieron seis bares como este, que siempre siguen lineamientos de seguridad que impone la WATL.
El tiro con hacha nació hace muchos años en Canadá, donde los leñadores, después de trabajar se juntaban en un bar y competían contra un blanco, similar al que se usa para el tiro con arco. Después, empezaron las competencias de ciudades y finalmente, en 2004, se formalizó como actividad competitiva y se creó hasta una competencia internacional que se televisa por ESPN.
Originalmente, Autuori Silvero y Chacón presentaron los permisos para habilitar un bar con actividades recreativas. Luego de la clausura, el gestor que contrataron usó la figura de “juegos de mesa y manuales”, y quedaron a la espera. Pero, los dueños dicen que no tienen respuestas y que ni los reciben para explicarles qué modificaciones deben hacer. “Ya llevamos muchos meses cerrados y es difícil de sostener. Tuvimos que reducir a la mitad el personal. Confiamos en que el gobierno porteño pueda resolverlo y encontrar la figura que nos permita trabajar. En esas primeras semanas, recibimos muchos visitantes, muchos turistas brasileños, chilenos y españoles, y también muchos porteños que se apasionaron por la propuesta”, cuenta Ignacio.
“Esperemos no tener que mudarnos a otra ciudad para poder funcionar”, asegura. Desde el gobierno porteño insisten en que desde el 3 de octubre, no hay movimientos en el expediente del bar, y que son los dueños del bar quienes tienen que presentar una serie de medidas de seguridad vinculadas a la habilitación y a las instalaciones, que todavía están pendientes.
“Deberá presentar un nuevo plano de actividad económica que se ajuste a los hechos existentes en el terreno, teniendo en cuenta los siguientes puntos a cumplir: deberá rectificar la superficie total descubierta que posee el establecimiento. Incluyendo en la trata: ampliación de rubro, rectificación de partida en lo que hace a la superficie habilitada y redistribución de usos, sin aumento de superficie. Deberá rectificar o ratificar toda la documentación presentada, tanto en Anexo técnico como en el Certificado de Aptitud ambiental presentado, de forma tal que lo declarado sea coincidente con los hechos y con lo declarado con el plano de redistribución de uso presentado”, figura en el acta de la AGC.
Los dueños de Piénsate Bravo, dicen desconocer o no haber recibido estos requerimientos. “Estamos dispuestos a hacer todo lo que haya que hacer. Pero ni siquiera nos reciben”, denuncian.
En los pocos días en que funcionó el club de tiro con hacha, @lulijooris, una joven tiktoker subió un video de la actividad y se viralizó. A partir de allí, las consultas son permanentes. A todos tienen que decirles lo mismo. De hecho, cuando uno escribe al WhatsApp que figura en la página, el mensaje: “Lamentablemente el Tiro con hacha está suspendido al público por el GCBA, estamos tratando de resolverlo”.
Otras ciudades
Bariloche, San Isidro, Córdoba son algunos de los lugares en los que podrían radicarse, si no avanza la habilitación en la ciudad de Buenos Aires. “Es importante dejar en claro que para nosotros la seguridad es prioritaria. Por eso, tomamos todos los recaudos. Esto no es un bar donde la gente viene a emborracharse y a pelearse con hachas. Acá hay un bar por un lado y un club de tiro con hacha por otro. Para eso, pusimos como regla que está prohibido el consumo de alcohol dentro del club de tiro. Y tampoco admitimos que juegue alguien que consumió alcohol”, explica.
Las medidas de seguridad que dispuso el club de tiro incluyen una capacitación de seguridad y una instrucción de cómo arrojar el hacha. Después, los jugadores pasan de a uno a las jaulas de tiro, siempre custodiados por una persona de seguridad. El club cuenta con cuatro jaulas, una al lado de la otra. Hay una zona de tiro, marcada con franjas rojas, detrás de las que se tiene que parar el tirador. Delante hay un área de arena, para evitar que si el hacha cae fuera del blanco, rebote y pueda lastimar al tirador.
“La gente se emociona, siente mucha euforia. Al principio, el tiro es más endeble, hasta que uno calcula la fuerza, y memoriza el movimiento. Pero después, cuando se automatiza, la sensación es espectacular”, cuenta Ignacio.
Contra lo que podría imaginarse, el público que atrae el club de tiro no es únicamente de hombres barbudos, que abandonan su sesgo hípster para convertirse en vikingos. También van familias enteras y grupos de chicas que llegan para liberar estrés. Los fines de semana son más los festejos y en la semana, más los que lo toman como un after office temático.
Esa fue la idea que llevó a Ignacio a pensar en instalar un axe bar. Estaba viendo una serie, The Good Fight, en la que la protagonista para liberar estrés, después del trabajo va a un bar a tirar con hacha. “Durante la pandemia, una de las cosas que más extrañé fue juntarme en un bar con amigos. Y por eso, pensé que cuando terminara, quería poner un lugar para el reencuentro. Y cuando vi el axe bar me pareció súper atinado. Un espacio para juntarse y liberar tensiones”, dice.
Así fue que decidió sumar a Chacón, que es médico anestesiólogo y, desde entonces llevan invertidos unos 200.000 dólares para transformar ese predio, en el que funcionaban canchas de squash y paddle.
Apenas se ingresa al local, está el espacio de tiro. Detrás, siguiendo un largo pasillo con puertas granero, hay un salón con un bar estilo New York. Y al final del local, una enorme terraza con pequeños living, muy valorada en esta época de calor. Cuando llegan, los visitantes pueden elegir entre el bar o la terraza y el club de tiro. Si eligen ir a tomar algo, después no podrán volver a probar suerte con el hacha.
Los jugadores tienen 40 minutos para probar suerte. Cada uno pagará entre 2200 y 3000 pesos, según la cantidad de jugadores que sean. Hay distintas formas de competir. Una es tipo tiro al aro de básquet: sumar 21 puntos: atinarle al centro vale 6 puntos, el círculo siguiente, 5 y así siguiendo hasta 1. Si el jugador supera los 21, debe seguir sumando hasta los 31 o los 41. Otra modalidad es similar al bowling, donde cada participante tiene diez tiros y gana quien más suma. Hay atajos para sumar puntos. Por fuera de la diana hay dos puntos marcados que valen 8 puntos. Dos veces en la partida, el jugador puede anunciar que piensa darle a uno de ellos. Si lo logra, tomará ventaja sobre sus compañeros.
“Es una actividad muy divertida, energizante, que ayuda a liberar tensiones. Acá no hay peleas. Si vemos alguna actitud fuera de lugar, podemos pedirle a la persona que se retire. Creo que el miedo que se tiene, por desconocimiento, es que la gente se emborrache y se peleen con hachas. Pero es el mismo riesgo, o menor que puede existir en una parrilla, donde la gente podría atacarse con tramontinas”, asegura Autuori Silvero.
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