¿A qué huele tu infancia? Al jazmín blanco del patio. A papel y a lápices, como cuando se entra en una librería antes de que empiecen las clases. A lavanda. A galletitas de manteca. A pasto recién cortado, a tierra mojada, a libro nuevo, a la comida de la abuela... Las respuestas se suceden alrededor de una mesa plagada de pequeños frascos con distintas esencias, agrupadas según sus notas florales, amaderadas, frutales o aromáticas.
Un cartel de madera lleva grabada la leyenda "oler", "sentir", "recordar". Esas palabras concentran el espíritu de este taller olfativo. Porque a ese primer disparador, esa pregunta que rompe el hielo en este salón de Colegiales, le siguen los blotter –esas tiras de papel secante embebidas con concentrados de distintos olores, aromas y fragancias– que circulan por las manos. La idea es esa: oler con los ojos cerrados, de manera suave y lenta, sin que el blotter toque la nariz; buscar una asociación con un lugar, una persona, un momento. Limpiar la nariz con el olor de los granos de café y seguir. Limón, canela, rosa, lavanda, menta, citronela. ¿Qué sentimientos afloran? ¿Qué experiencia o recuerdo se puede compartir con los demás?
Detrás de cada experiencia olfativa, Melina Napolitano busca despertar narices. Que quienes participen puedan conectar con sus emociones y recuerdos. En definitiva, que Smell Me –así se llama el proyecto– despierte la creatividad sensorial a través de experiencias olfativas interactivas y lúdicas.
"Lo visual, lo auditivo, está muy explorado –dice Napolitano–. En cambio, lo olfativo está poco entrenado, disminuido socialmente. Tanto que no tiene léxico propio y toma términos de lo visual, como decirle verde al olor a pasto, o de lo gustativo, como hablar de ácido, punzante, empolvado. El sentido del olfato es importante en distintos ámbitos como la gastronomía, el mundo del vino o el café, pero nunca es el protagonista. Al olfato no se le da la importancia que merece: es como un sentido mudo. Y de ahí nació la pasión por compartirlo y por reivindicarlo".
Conexión familiar
Su relación con el olfato tiene una fuerte conexión familiar. Su abuela aprovechaba su sensibilidad olfativa en la cocina, mezclaba especias, probaba platos nuevos, innovaba. De chico, su padre, hoy otorrinolaringólogo y amante del café, seleccionaba de la huerta de su abuela las aromáticas, y las aplastaba con un mortero para sentirles el aroma. Napolitano se considera olfativa naturalmente: se acuerda, por ejemplo, de apenas entrar a su casa y ya saber que en la heladera había un lácteo que no estaba bien. "Vos con ese olfato tenés que hacer algo", le repetía su madre. Y ella lo hizo. Primero estudió Comunicación Social, y con el tiempo se decidió a hacer el curso de Perfumería en la Asociación Argentina de Químicos Cosméticos.
Y ahí se metió de lleno. Ingresó en un laboratorio de fragancias, a trabajar en el área de marketing con la idea de conocer las tendencias del mercado, tanto desde lo analítico como desde la selección sensorial. Pero el laboratorio la atrapó: oler, oler y oler. Reconocer materias primas, y presenciar el arte de cómo se combinan hasta obtener la fragancia.
Los talleres son siempre diferentes, y los ámbitos en los que se desarrollan también. Desde el artístico, como el que se hizo semanas atrás en el Malba, el corporativo, con actividades en distintas empresas, y el educativo, como el que tuvo lugar en el Pabellón de las Bellas Artes de la Universidad Católica Argentina a fines de junio pasado. Ahí, convocados por el laboratorio de innovación educativa de la universidad, estudiantes de música cinematográfica, publicidad, marketing, ingeniería en alimentos y abogacía participaron de un juego creativo, que consistía en pintar una obra sensorial.
Música de Yann Tiersen, los estudiantes y algunas autoridades de la facultad, enfundados con delantales plásticos, se sentaban alrededor de tres largas mesas que cruzaban el salón. Ahí adelante tenían a disposición seis tubos de ensayo con pinturas de colores... y que olían a distintas fragancias. ¿La premisa? Elegir solo tres pinturas por su color o su aroma y pintar libremente lo que desearan en los bastidores blancos que tenían delante. Más de media hora de silencio y concentración. Un recreo en medio de la jornada. Al final, la mayoría eligió los tubos de ensayo por el aroma.
Catalina Roccella conversaba sobre la actividad con dos estudiantes de ingeniería en alimentos. La invitaron a participar porque, justamente, está haciendo su tesis de la licenciatura de psicología sobre el olfato y la estimación temporal. Su hipótesis: en el caso de exposición a olores desagradables, se produce en las personas un enlentecimiento del tiempo, es decir que el sujeto tiende a sobreestimar el intervalo temporal. Y ante una exposición de un olor agradable, lo contrario, se tiende a subestimar la duración del intervalo. "Es cómo influyen los factores externos… Así como cuando te roban percibís el tiempo como si hubieran sido dos horas y en realidad fueron cinco minutos, y si la estás pasando bien, al revés", explicó Roccella.
Entrenar la nariz
¿Y cómo conectarnos con lo que olemos a diario? ¿Cómo se puede entrenar el olfato? Napolitano recomienda empezar desde lo simple y viable: tener plantas aromáticas, oler las especias, ir probando nuevas, y oler, oler todo el tiempo, tratando de registrar mientras uno camina por la calle los aromas y fragancias que acompañan lo cotidiano y describirlos. "Hacer visible lo invisible –dice–. Por ejemplo, preguntarse: ¿A qué huele la oficina? ¿A qué huele la ropa de mi hijo? ¿A qué huele mi perfume? ¿Qué me gusta de su composición?".
Y visitar lugar claves dentro de la ciudad. El Rosedal, en septiembre. Redescubrir el Jardín Botánico, la Reserva Ecológica y el mundo de alrededor como cuando éramos chicos. En definitiva, despertar los sentidos, expandirlos, conectarlos.
Apuntes sobre el olfato
- Es el primer sentido en ser usado cuando se nace.
- Los adultos pueden distinguir hasta 10.000 tipos de aromas distintos.
- El sentido del olfato está conectado con la porción más antigua del cerebro, la más instintiva y menos racional.
- Un simple aroma puede rápidamente generar una respuesta corporal, como que se haga agua la boca, revivir un recuerdo o relajarse.
- El olfato protege, por ejemplo, al poder oler humo o al sentir gas.
- Según estudios científicos, el hombre recuerda: el 0,1% de lo que palpa; el 0,2% de lo que oye; el 0,5% de lo que ve; el 15% de lo que degusta; y el 35% de lo que huele.
- Cuando olemos, las moléculas del aire pasan por las fosas nasales y llegan a los receptores olfativos, que son considerados extensiones de nuestro cerebro.
- Los perros tienen un sentido del olfato más agudo que los humanos porque tienen 20 veces más receptores olfativos que los seres humanos.
Fuente: Smell Me
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