A partir de enero: avanzan los acuerdos para un regreso pleno a las clases presenciales en las universidades
El ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, se reunió con representantes de casas de altos estudios públicas y privadas para firmar una declaración de intención para la vuelta a las aulas
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El regreso a las aulas en las universidades de todo el país avanzó varios casilleros en las últimas semanas. Mientras son cada vez más las casas de altos estudios que anunciaron la vuelta a las clases presenciales en todas sus carreras desde principios de este mes –varias empezaron el lunes pasado–, el ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, se reunió ayer con el presidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), Rodolfo Tecchi, y el presidente del Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP), Rodolfo De Vincenzi, para firmar “una declaración de intención” sobre el retorno a la presencialidad plena, lo que sucedería por completo a partir del 1° de enero próximo, sobre todo para cursos de verano y mesas de exámenes especiales.
“La mejora en los indicadores sanitarios y el éxito de la campaña de vacunación contra el Covid-19 nos permite avanzar. Además, creemos que es fundamental respetar la autonomía universitaria y contemplar las particularidades del estudiantado de cada casa de altos estudios, por eso entendemos que este paso hacia la presencialidad debe ser consensuado con todas las partes”, dijo Perczyk, que también reconoció que la vuelta a las aulas en el nivel universitario no puede ponerse en práctica de la misma manera que sucedió con los estudiantes del nivel primario y medio.
Los motivos son varios. Entre otras cuestiones, si bien el Consejo Federal de Educación aprobó un nuevo protocolo, que dispuso un distanciamiento de 0,90 centímetros entre los alumnos y siempre en aulas ventiladas adecuadamente como condición admisible, para el ámbito universitario aún rige la norma que establece un distanciamiento de 1,5 metros, lo que limita la capacidad de los espacios. Además, como señaló Perczyk en más de una oportunidad, no se puede “romper el contrato académico” y cambiar el régimen de cursada en medio de un cuatrimestre. “En las universidades hay chicos de la ciudad y del conurbano, pero también de distritos del interior, que venían y alquilaban una casa o un departamento”, explicó el funcionario.
Forma escalonada
Sin embargo, en el camino para el regreso a las aulas, son cada vez más los establecimientos que dan nuevos pasos: salones híbridos, prioridad para los alumnos de los primeros años, clases teóricas cara a cara y exámenes que también se toman de manera presencial.
Uno de los ejemplos más representativos de la complejidad que demanda esta transición es el de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que es la institución de educación superior pública más grande del país. Cursan alrededor de 338.000 estudiantes en sus más de 100 carreras de grado, con 6400 asignaturas de grado y pregrado, y unos 400 posgrados. Su matrícula representa el 60,4% de todos los estudiantes inscriptos en universidades públicas y privadas radicadas en la ciudad, según datos recopilados por la UBA.
“Necesitamos regresar en forma escalonada y con planificación, sobre todo porque las nuevas disposiciones nos encuentran en la última parte de un cuatrimestre en el que los estudiantes están cursando materias a las cuales se inscribieron bajo determinadas condiciones, las que sería injusto modificar en medio del camino –explican desde la UBA–. Muchos de nuestros alumnos trabajan o viven en el interior, y necesitan saber a la hora de inscribirse si van a cursar en forma presencial o virtual una asignatura. Implementar cambios posteriores, los perjudicaría en su plan de estudios”.
Esta situación, relatan en la UBA, implica la actualización de los protocolos vigentes, “con el objetivo de poder planificar la ampliación paulatina de la presencialidad, particularmente para los cursos de verano y los exámenes finales”.
En todas las universidades consultadas por LA NACIÓN, coinciden en que las restricciones que impuso la pandemia les exigió hacer una gran inversión en infraestructura tecnológica para asegurar la continuidad de las actividades durante el período de emergencia.
En el caso de la UBA, el proceso de regreso a la presencialidad comenzó a fines de 2020, cuando la situación sanitaria lo permitió, y desde el segundo cuatrimestre de este año, se inició un regreso progresivo con experiencias en la Facultad de Ciencias Económicas –donde hay más de 100 cursos con esta modalidad en marcha– y Derecho. “En Medicina están cursando más de 20.000 alumnos, la gran mayoría de ellos como parte de las clases introductorias e integradoras de anatomía y opcionales”, agregan desde la UBA y detallan que la presencialidad actual involucra a un total de 80.000 estudiantes.
De la reunión que mantuvo Perczyk con las diferentes autoridades del ámbito académico superior, también participaron el jefe de gabinete de la cartera educativa nacional, Daniel Pico; el secretario de Políticas Universitarias, Oscar Alpa; el subsecretario de Políticas Universitarias, César Albornoz; el rector de la Universidad Nacional del Litoral, Enrique Mammarella; y el rector de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales, Gastón O´Donnell.
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