Marie-Noëlle Hébert es una joven diseñadora canadiense que escribió una historieta que tituló “Gorda y fea”
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“Soy gorda, pero no fea”. Esa es la conclusión a la que llegó Marie-Noëlle Hébert mientras escribía su historieta “Gorda y fea”. Y es que así se llamó a sí misma por muchos años, desde que se miró en el espejo cuando tenía 11.
Sus familiares, amigos y compañeros en la escuela solían, a veces sin darse cuenta, hacer comentarios sobre su cuerpo y sobre lo que comía, algo que la hacían sentirse peor. La diseñadora y escritora canadiense dice que aborreció su cuerpo durante muchos años y que solía “embucharse” papitas fritas cada vez que se sentía triste, lo que la hacía odiarse más y más.
Ya de adulta, decidió buscar ayuda y comenzó un proyecto para compartir su historia y narrar el proceso de reconciliación consigo misma. En ello se dio cuenta de que, pese a que son muchos los que se consideran a sí mismos gordos y feos, en realidad “nadie lo es”.
Hébert afirma que “Gorda y fea” es un trabajo muy personal con la que muchas personas en su Quebec natal se sintieron identificadas. En esta historieta, a veces cruda y a veces cruel, la autora aborda la “gordofobia” y desmonta los prejuicios ligados a la apariencia física y los cánones de belleza.
“Gorda y fea”… ¿Qué hay detrás de ese título?
“Es un título que yo escribía en mis diarios. Así me definía. Era mi nombre básicamente. Cuando comencé a trabajar en este proyecto volví a leer mis diarios y encontré ‘la gorda fea’ escrito por todos lados. Luego, resultó casi evidente que ese debía ser el título del libro” cuenta la joven.
Y prosigue en el relato: “Me enfoqué en defectos de mi preadolescencia, que arrastré hasta mi vida adulta. Al principio, mi editorial no estaba segura de si debíamos dejar ese título, pero luego decidimos que era lo más apropiado”.
¿Qué te impulsó a escribir la historieta?
“Un día estaba en una reunión familiar, siendo adulta, y mi papá hizo un comentario sobre lo que yo estaba comiendo. Me dijo que no comiera tanto. Esa frase me perturbó durante semanas. Comencé a cuidar lo que comía, a hacer más deporte”, relata la mujer.
Y enseguida se preguntó: “¿Por qué hago esto? ¿Por qué hacen comentarios sobre mi cuerpo? ¿Por qué me perturban de esa manera?”.
“Espontáneamente, saqué mis lápices, mis diarios, mis cuadernos viejos, dibujos y fotos. Traté de recrear la historia de mi cuerpo y luego esto se convirtió en una historieta”, cuenta.
¿Qué pensas de ese tipo de consejos que suelen darse a personas con sobrepeso? Consejos como el de tu padre, que insinuó que debías comer menos, como “debes vestirse de negro porque estiliza” o “tienes que tratar de ocultar tal parte de tu cuerpo”.
Hébert responde: “Son comentarios de otra época, que se decían en los años 80, pero que hoy no tienen cabida. Se debe mostrar el cuerpo si así se desea. Lo importante es sentirse bien con uno mismo, sin importar el tipo de cuerpo que se tenga”.
“La gente ya no debería hacer ese tipo de comentarios. Es difícil, yo lo hago de vez en cuando sin darme cuenta, y me molesta. Son reflejos que nos enseñan y que uno adquiere. Comentamos constantemente incluso sobre el cuerpo de los niños, de cómo están vestidos”, agrega.
La gente no es consciente del poder que tiene ese tipo de comentarios…
“Absolutamente. Durante mi adolescencia anotaba todo lo que me decían, los comentarios que hacían sobre mí, el acoso en la escuela. Todos esos comentarios me afectaron hasta una edad adulta”, reafirma la joven.
“Las palabras crueles permanecen grabadas en la cabeza por mucho tiempo. Esa fue una de las razones que me impulsó a crear una historieta, para sacar todo eso de mi cabeza”, explica.
En tu libro describis cómo odiabas y despreciabas tu cuerpo. ¿Qué edad tenías cuando comenzaste a hacerlo?
“Tenía alrededor de 11 años. Fue entonces cuando me di cuenta de que era gorda y fea —era lo que la gente me decía— y el odio hacia mi cuerpo me hacía comer más y más. Cuando estaba triste, cuando me odiaba mucho, comía papitas fritas compulsivamente”, recuerda la mujer.
Estar inconforme con el físico es un fenómeno común. ¿Qué le dices a los millones de personas que desprecian su cuerpo?
Hébert reconoce: “Es una lucha diaria. Lo sigue siendo incluso después de haber escrito esta historia. Pero hay que decirse que no es verdad, que tenes derecho a ser como sos, de encontrarte bella. Me cuesta dar consejos sobre esto, porque es un trabajo constante. Lo importante es saber que en el mundo hay una gran diversidad de cuerpos”.
Muchas personas aspiran a tener un tipo de cuerpo determinado: delgado, con el abdomen plano...
“No solo aspiran a alcanzarlo, sino a vivir con él. Yo aspiré a tener un tipo concreto de cuerpo toda mi vida, pero no estoy hecha para ello. No estoy hecha para ser una persona delgada, aunque ese haya sido mi ideal de belleza desde la infancia. Insisto en que lo importante es sentirse bien en el cuerpo en el que uno vive”, dice la joven.
En tu libro hablas de que en algunos momentos experimentabas angustia, te sentías sola. Te parecía que todo el mundo encontraba novio menos vos. Es algo que muchos hemos sentido en algún momento. ¿Dónde crees que tiene el origen ese tipo de sensaciones?
“Vienen de las inseguridades de la infancia, del ambiente en las escuelas. Así era en Quebec, pero se repite en todo el mundo. Cuando sos gorda te marginan y aíslan en la escuela. A mí me intimidaban y siempre hacían comentarios sobre mi cuerpo en la escuela y en mi casa”, cuenta Hébert.
“Y las imágenes de bellezas perfectas que vemos desde la infancia no hacen más que incrementar esa angustia y esa soledad: las Barbies, las princesas y las actrices. No es normal tener ese tipo de sentimientos”, prosigue.
Llegaste a creer que jamás encontrarías novio, sin embargo, hace años que tienes pareja.
‘Sí. Me pregunté si debía incluirlo en el libro y al final no lo hice. No quería que la gente dijera: ‘Oh, consiguió a su príncipe azul’. No era el objetivo. Quería más bien transmitir que lo importante es encontrarse a una misma y una no necesita ni un hombre ni una relación para lograrlo”, dice la mujer.
También haces hincapié en la “gordofobia”. ¿Qué es para vos?
La mujer indica que “de adulta no he sido víctima de gordofobia, pero sí me lo apliqué a mí misma antes: no quería ser gorda, quería adelgazar”.
“La gordofobia es el miedo de ser gordo, pero también el discriminar a las personas gordas, no hacer ropa para ellas y que estén bien vestidas. Hay muchos tipos de gordofobia, pero la principal es la que está interiorizada desde la infancia”, reflexiona.
Y prosigue: “Todavía me pasa. Hay días en los que quiero hacer deporte para adelgazar, pese a que para mí lo importante es hacerlo para estar bien mental y físicamente. No debe hacerse para adelgazar, porque eso se puede convertir en una obsesión”.
¿Y qué te hizo darte cuenta de que no sos una gorda fea?
“Mi historieta. No era consciente de que me odiaba hasta ese punto. Pero al hacer la historieta y ver todo el desprecio que me tenía a mí misma y a mi cuerpo, me di cuenta de que no era normal. Me di cuenta de que no era gorda y fea y que en realidad nadie lo es”, dice la joven.
“Uno puede pensar que es gordo y feo, pero no es real. Cuando sos gordo, es algo que te meten en la cabeza desde la infancia. Es difícil verse perfecto. Yo soy gorda, pero no soy fea. Es duro identificarse como una persona gorda, porque siempre hemos asociado eso con la fealdad”, reflexiona Hébert.
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