Aislados y sin luz. Con motosierras y sus propias manos, vecinos de San Isidro intentaron despejar sus calles para salir del encierro
LA NACION hizo una recorrida por barrios de la zona norte de Buenos Aires en los que se advirtió la tarea mancomunada para realizar las tareas primarias de remoción de árboles
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Motosierra en mano y con un piloto puesto, porque el agua todavía estaba presente, aunque lo peor del temporal ya había pasado, Claudio, un ingeniero de 62 años, no esperó a que llegara ayuda oficial y comenzó a cortar varios de los añosos árboles que habían caído en su barrio, en San Isidro.
“Para Defensa Civil no somos prioridad acá. La prioridad es la gente con el agua hasta el cuello. Vamos a estar dos o tres días sin luz. Yo tengo grupo electrógeno. Hace rato pedí poda municipal de árboles en mi cuadra. Estoy desde las 7 trabajando. Si tenés una casa, tenés que estar preparado. No podés esperar ayuda si vivís en una casa”, le dijo pasadas las 14 a LA NACION este vecino de Santa Rita, Boulogne, partido de San Isidro.
LA NACION hizo una recorrida por barrios de la zona norte de Buenos Aires en donde tomó nota de la tarea mancomunada de vecinos comenzaron a llevar adelante las tareas primarias de remoción de árboles, ramas, escombros y chapas que volaron en la madrugada, durante el temporal en el que al menos una persona falleció en el Área Metropolitana y otras 16 debieron ser asistidas.
“Hay mucho cable volteado y árboles grandes caídos. Estamos a cuatro manos. Yo estoy acostumbrado, porque navego al viento, pero esto no tiene antecedentes acá. Se me voló todo. Los vecinos están haciendo lo que pueden para liberar las calles de árboles caídos. Estamos sin luz y con poca señal de telefonía”, dijo otro vecino de Santa Rita a LA NACION. Otro habitante de la zona agregó: “Estamos trabajando los vecinos para liberar las calles. Estaba todo tapado. No vino la ayuda municipal. La policía no hizo nada, no pueden acceder. El único que tiene motosierra es mi marido. Estamos desbordados. Fue espantoso, nunca vi un viento así. Por suerte, hasta ahora, no se lastimó nadie, que sepamos. Nos tienen que arreglar la luz”.
Otra vecina de San Isidro contó cómo vivieron el temporal que comenzó a las 3.30 y que se extendió por media hora: “Se sintió mucho el viento. Los grupos de WhatsApp están estallados. Por ahora nadie se lastimó. Hay mucha solidaridad con la gente que está pidiendo ayuda porque no tiene luz. No vino nadie de la municipalidad. Estamos reclamando”.
Las consecuencias del temporal se repitieron en todas las casas, tanto grandes como pequeñas. En una de las viviendas, donde vive una mujer de 77 años, su empleada doméstica charló con LA NACION y contó: “No tenemos teléfono de línea, ni celular. No sabemos qué hacer. Dicen que pueden tardar hasta tres días. A la madrugada escuché un ruido tremendo, no entendía qué había pasado y tampoco había luz. No entendíamos nada. Esta mañana me encontré con el daño. Hace tres semanas que mi patrona está mal de las cervicales y con esto es un problema más. Estamos incomunicadas”.
Una situación similar se vivió en las calles del barrio Club Atlético San Isidro (CASI). Carolina, una vecina de la zona de Eduardo Costa y Mendeville, de 62 años, detalló: “No se puede circular. Anoche desde mi ventana vi cómo una rama le cayó encima a un auto. Seguimos sin luz. Se cayeron muchas tipas sobre Eduardo Costa y varios postes de luz”.
Durante el recorrido de este medio, que comenzó en la autopista Panamericana y Ruta 197, y se extendió hasta la avenida del Libertador y Güiraldes, las zonas más afectadas fueron aquellas que presentaban frondosas y añosas arboledas que taparon las calles, varias de las cuales al mediodía ya habían sido despejadas por los vecinos con sus propias herramientas, ante la ausencia de cuadrillas municipales. Sin embargo, la falta de suministro eléctrico era fue una constante a la larga del recorrido.
En la zona que rodea al CASI la situación era similar a la de Santa Rita: árboles caídos o arrancados de raíz y ramas partidas. Un gran número de calles estaban bloqueadas, aunque allí la luz se había restablecido. El recorrido hasta Libertador fue una especie de laberinto en el que había que ir evitando las calles cortadas por los árboles caídos.
Una de las imágenes que se había viralizado de la zona era la de un local de una tradicional cadena de restaurantes de comida rápida situado en Güiraldes y Libertador. Cerca de las 15, allí trabajaba una cuadrilla municipal que trataba de despejar los gajos de las tipas que estaban sobre la avenida. “Tienen la prioridad liberar Libertador, no saben cuánto se va a demorar”, dijo a LA NACION Rubén, operador de una empresa privada –contratada por el municipio– que estaba con una motosierra trabajando en la zona.
Los daños también se vieron a lo largo de la Panamericana, donde los carteles publicitarios tenían sus lonas completamente desgarradas, colgando a los costados. Incluso, varios carteles se volaron y quedaron sobre casas o comercios. Uno de los de mayor tamaño, en el que la lona no cedió, quedó doblado a 90 grados.