A la educación pública sólo se la defiende con escuelas abiertas
Existe una amplia coincidencia entre docentes, dirigentes gremiales y gobierno sobre la necesidad de abordar la transformación de la escuela secundaria . El Consejo Federal de Educación, conformado por representantes de las 24 provincias y el Ministerio de Educación de la Nación, debatió los lineamientos que fijan los criterios para la reconversión de los planes de estudio y la organización institucional de las escuelas de ese nivel. Implican, puntualmente, la homologación nacional de títulos secundarios. Son cambios que se pondrán en marcha de manera gradual a partir del año próximo y durante todo el año 2014.
Reformar planes de estudios que tienen 50 años de antigüedad es una tarea sumamente delicada. El Ministerio de Educación de la ciudad está llevando adelante un trabajo consensuado con especialistas en currícula, docentes, equipos directivos y supervisores de las escuelas beneficiadas por los cambios.
Creemos que el diálogo es una pieza esencial de este proceso y los alumnos son parte de este diálogo. De hecho, alumnos de diversas especialidades de educación técnica profesional fueron recibidos en el Ministerio para responder sus dudas. Pero este diálogo, en el caso de los alumnos, tiene un límite: no puede discutirse con un estudiante qué materias debe estudiar y cómo las debe estudiar. Sostener lo contrario es adoptar una posición absolutamente demagógica.
Los chicos tienen que confiar en el trabajo de los equipos técnicos profesionales, directivos y docentes que están llevando adelante este proceso.
Es importante dejar en claro un punto que está llevando a los mayores equívocos. Los turnos noche de las escuelas técnicas no se cerrarán. Esto nunca fue contemplado, dada la sabida importancia que tiene esta franja horaria para aquellos alumnos que llevan a cabo otras tareas fuera del horario escolar.
La toma de escuelas es un ataque directo a la educación pública. La mejor manera de defenderla es manteniendo las escuelas abiertas. Durante muchos años, hemos escuchado discursos y declaraciones maravillosas en defensa de la escuela pública mientras caía el nivel educativo y muchos de sus edificios se transformaban en ruinas.
La escuela secundaria argentina sufre hoy índices de abandono y repitencia que superan, en algunas jurisdicciones, el 50 por ciento de la matrícula y planes de estudio que datan de 1962.
Los adultos debemos trabajar para revertir esta tendencia y no dejar la escuela vacía de alumnos y docentes. Es asombrosa la propuesta que supone que la mejor defensa de una institución pública es, precisamente, dejar su edificio vacío.
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