El edificio de la Confitería del Molino, frente al Congreso, se puede recorrer dos veces a la semana, pero con inscripción previa; para este mes está todo reservado
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Después de décadas de abandono y desidia, comenzó una nueva serie de visitas al edificio de la Confitería del Molino, restaurado casi en su totalidad. El emblemático inmueble frente al Congreso ofrece la llamada Experiencia Molino, un recorrido guiado y sin costo que, a diferencia de los anteriores, permite tener acceso a sectores recientemente habilitados donde se aprecia todo el brillo y esplendor que tuvo la icónica confitería a principios de siglo. La visita culmina tomando un café en algunas de las mesas donde se sentaron personajes como Carlos Gardel, Oliverio Girondo, o Nini Marshall, entre tantos otros.
Este monumento histórico nacional se puede visitar dos veces a la semana durante dos horarios diferentes, y también el último sábado de cada mes. Los cupos se reservan a través de la web oficial www.delmolino.gob.ar. Los visitantes ante todo no dejan de sorprenderse de cómo la obra del genial italiano Francisco Gianotti recuperó el 80% de su estado original para continuar siendo un ícono de lo más sofisticado del estilo art noveau porteño.
“No estamos abriendo esporádicamente como antes, sino que aprovechamos el aniversario 107 de su inauguración para brindar visitas con regularidad. Esto se extenderá por varios meses. Son cupos de 80 personas a la vez, con lo que se calcula que aproximadamente unas 2500 podrían llegar a participar de la experiencia mensualmente”, explica Ricardo Angelucci, secretario técnico administrativo de la Comisión del Edificio del Molino, en una recorrida con LA NACIÓN por el inmueble similar al que realizaría el público pocas horas más tarde.
El éxito de la convocatoria fue total y ya no hay más cupos para julio. Quienes deseen ingresar en agosto deberán anotarse en la web a finales de este mes. El mismo sistema es para los meses siguientes, adelanta Angelucci.
En la entrada de avenida Rivadavia 1815, donde comienza la Experiencia Molino, los visitantes aguardan llenos de expectativas: “Hace mucho que quería hacer esto. Nunca pude venir para la Noche de los Museos. Soy fotógrafa y me gustaría ver cómo está quedando”, dice Gabriela González. “Hace 12 años que paso de lunes a viernes por acá. La vi abierta, cerrada, destruida y ahora restaurada. Es fantástica la primera impresión que tengo”, agrega María Inés Peralta. Mariana Bianco es influencer y su idea es subir la información a redes para que la gente conozca y valore los trabajos. Andrea, quien no quiso dar su apellido, se acerca con emociones y lindos recuerdos: “Yo era muy chica, venía a tomar el té y a comprar para los cumpleaños las tortas y masitas. Me parece muy lindo que se vuelva a abrir”.
El itinerario
Además de la tradicional recorrida por los salones y la confitería, los visitantes, acompañados por guías del equipo, acceden al subsuelo donde están los históricos hornos de panadería y también suben en los flamantes ascensores a la azotea con vistas a las cúpulas. Por otro lado, se exponen objetos históricos encontrados por los arqueólogos urbanos y aquellos donados por la comunidad. La visita está organizada en forma amigable y didáctica para todo tipo de público. Comprende un video explicativo de la historia de lugar, los afiches publicitarios del bar, los trajes de los mozos y mozas de diferentes épocas. Además, cada uno de los salones cuenta con cartelería explicativa que se suma a la palabra de los guías especializados.
La perla del evento es sentarse a descansar después de la caminata y compartir un café en algunas de las mesas de la histórica confitería que, según los organizadores, aspira a ser un nuevo punto de encuentro de los argentinos. Faltan apenas unos pocos meses para que también se puedan degustar algunas de las más célebres exquisiteces con que la confitería deleitó a sus célebres clientes: el merengue; el panettone de castañas; el marrón glacé; el postre imperial ruso, curiosamente conocido en Europa como “postre argentino”; el postre Irineo, y la copa Melba, entre otras.
Avances de la obra
Después de ser expropiado por parte del Estado, fue en julio de 2018 cuando empezó a la tarea de darle vida a una construcción usurpada, en ruinas y vandalizada. También en ese mes, pero hace más de cien años, más exactamente el 9 de julio de 1916, el edificio fue inaugurado. Cerró sus puertas en enero de 1997 y según Angelucci, faltan pocos meses para que sea habilitada la confitería en forma permanente, probablemente luego de las elecciones. De todos modos están preparando los pliegos licitatorios y hay varias empresas interesadas, no solo en explotar el salón de la planta baja, sino también la terraza, uno de los roof tops más lindos de Buenos Aires donde brilla su cúpula, las esculturas y las aspas del molino, su emblema, que volvieron a girar.
Según el equipo de arquitectos de la Comisión, restauraron más de 6000 m² de superficie, 1800m² de fachada, 1200 paños de vitral, más de 200 carpinterías metálicas y de madera y recuperaron 120 luminarias. Gran parte de estas obras se hicieron gracias al aporte del público que acercó fotos y documentos de cómo era el inmueble. Por eso, es que invitan a continuar participando activamente de la recuperación histórica, acercando fotos u objetos que consideren que puedan formar parte del museo a instalarse en el Molino, según lo establecido en la ley que lo expropió.
Las novedades de las actividades a realizarse en el monumento, pueden encontrarse en las redes oficiales @delmolinook. El seguimiento de la obra puede verse bajo el hashtag #lavueltadelmolino.
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