80 años de la muerte de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis que cambió la visión del hombre
El 23 de septiembre de 1939, 80 años atrás, murió el padre del psicoanálisis, el creador de una revolución que hizo que el ser humano descubra un universo hasta entonces desconocido: el inconsciente.
Paradójicamente, Sigmund Freud murió de un cáncer de mandíbula que dejó sin habla en sus últimos años y casi sin poder escribir a uno de las figuras intelectuales del siglo XX que dedicó su vida las conversaciones y a los escritos. Un carcinoma -tumor- en el paladar había sido removido junto a parte de su mejilla un año antes de morir.
Falleció en compañía de su mujer, su perro y su hija-discípula, Anna Freud, en las afueras de Londres.
Trayectoria
El autor de de célebres y controversiales ensayos como Estudios sobre la histeria (1895), La interpretación de los sueños (1899), Psicología de las masas y análisis del yo (1921) y El malestar de la cultura (1929), entre otros, había logrado escapar de su ciudad -Viena- antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
La Viena roja, como se conocía a la ciudad austríaca tras los triunfos del Partido Obrero Socialdemócrata, fue el hogar que eligió la familia del pensador cuando él era sólo un niño de tres años, pero que después nunca abandonó. Nació en 1856 en la ciudad de Príbor, lo que en su momento era parte del imperio austríaco pero que hoy pertenece al territorio de República Checa, pero rápidamente emigró a Viena. Desde allí, escribió una de las obras más emblemáticas de la psicología y realizó incontables estudios en su consultorio de la calle Bergasse 19.
En 1938, comenzó el Anschluss -la anexión de Austria al III Reich de Hitler- y Freud, de origen judio, logró emigrar a tiempo. La Gestapo detuvo a sus dos hijos, y luego a sus cuatro hermanas, que murieron en manos del régimen nazi en campos de concentración.
El inconsciente y el mundo interior
El inconsciente no era algo desconocido, no fue el quien inventó el término, pero sí fue él quien reformuló una teoría en torno a ese mundo interior y lo relacionó al choque de las pulsiones del sujeto.
Para Freud, el inconsciente no es simplemente algo situado más allá de la consciencia, al que no se podía acceder, sino que es interno al sujeto, exterior al dominio del pensamiento consciente pero puede revelarse a través de formaciones: sueños, lapsus, chistes, actos fallidos y demás prácticas humanas.
Se formó como médico neurólogo y progresivamente derivó en la vertiente de la psicología, la cual dedicó su vida a estudiar. Inició en París como discípulo de Jean-Martin Charcot, investigando la aplicación de la hipnosis en el tratamiento de la histeria, para luego desarrollar el método catárquico junto a su colaborador, Josef Breuer. Luego, la reemplazo por la asociación libre y la interpretación de los sueños y fue así abriendo su paso hacia el inconsciente humano.
Coleccionaba piezas de culturas distintas, que hace algunos años se exhibieron en Buenos aires. Entre otras, Freud reunió una cabeza de Jano en piedra, retratos de Buda y momias en marfil y en yeso -pertenecientes a la colección de Theodore Graf-, vasijas de origen griego, jarrones de 3000 años de antigüedad, pequeñas figuras en bronce de dioses y diosas romanos, soldados etruscos en miniatura, amuletos, escarabajos y gemas grabadas, por citar algunas.
Se recuerda hoy, entonces, a quien revolucionó y que cambió tan profundamente nuestra visión sobre nosotros mismos y quien produjo ideas controvertidas y radicales que hasta el día de hoy genera millones de adeptos como también críticos.
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