8 de marzo: en su día, tres historias de mujeres líderes que influyen en la vida de los porteños

El 8 de marzo, sea el año que sea, no es una fecha más. Se conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha emblemática en la que se reivindica la lucha de las mujeres por sus derechos en un mundo donde la desigualdad de género continua siendo un problema cultural que es necesario erradicar.

Con el objetivo de mejorar ese aspecto, desde la Ciudad se llevan adelante distintas capacitaciones e iniciativas con perspectiva de género. Las historias de tres mujeres que influyen en la vida de los porteños.

Paula Bures, la primera mujer en coordinar una estación de peajes

Paula Bures tiene 46 años y lleva más de la mitad de su vida, 25 años, trabajando en Autopistas Urbanas Sociedad Anónima (AUSA). Ese espacio laboral no solo le dio la posibilidad de desarrollarse desde lo profesional, sino que además fue el lugar donde conoció a su marido, con quien tuvo dos hijos.

Cuando en 1997 ingresó a AUSA, Bures dio sus primeros pasos como cajera en los peajes. “Después de nueve años en esa posición mi jefe vio en mí aptitudes y cualidades, las cuales podía desarrollar en la supervisión. A partir de ahí, ascendí de un rol de supervisora a otro, y ahora estoy en lo que es el cargo máximo dentro de nuestro rubro, que consiste en la coordinación de los peajes”, explica Paula.

Desde hace un mes, se desempeña como coordinadora de cabinas de peaje en la autopista Dellepiane y es la primera mujer dentro de la empresa en ocupar un puesto así. Debe asegurarse que el peaje funcione correctamente, procurar la disponibilidad de cabinas abiertas para cobro manual, asistir a cajeros, informar desperfectos técnicos importantes y coordinar con el área de seguridad vial en casos de accidentes.

Bures se encarga, además, de atender a los usuarios de autopistas cuando es requerida una autoridad ante algún inconveniente, analizar reportes estadísticos de flujo de tránsito y proponer mejoras operativas, entre otras tareas.

Llegar al lugar jerárquico que hoy ocupa en su trabajo le costó mucho esfuerzo, reconoce Paula: “No me fue fácil. Tuve ayuda de mi familia, de niñeras, pero llegar a tu casa después de doce horas de trabajo, tanto de día como de noche, ya que la actividad de supervisión implica las veinticuatro horas, resulta arduo”.

La actual coordinadora de cabinas de peaje habla de su postura frente a la vida para poder seguir desempeñando su rol de la mejor manera: “Para mí, la base de todo es la pasión, amo mi trabajo. Me parece que el liderazgo de la mujer trae otra mirada, distinta a la masculina. Ahora la mujer en AUSA está empezando a ocupar cargos jerárquicos o puestos que, anteriormente, solo los ocupaban hombres”.

Claudia Messina, jefa de una estación de bomberos

Claudia Messina ocupa hoy uno de los cargos jerárquicos más importantes entre los servidores públicos de la Ciudad: es la jefa de la Estación de Bomberos VIII “Nueva Chicago” y del destacamento “Vélez Sarsfield”. Con 50 años cumplidos y tras 23 en el cuerpo de bomberos, actualmente desempeña un cargo clave en un área en la que resalta que siempre quiso estar gracias a su vocación de ayudar a otros. Tiene a su cargo un grupo de 102 personas que tienen el mismo objetivo que ella: velar por la seguridad de las personas.

El camino de Messina se inició luego de que se recibiera de arquitecta en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Con el título en su haber, Claudia hizo lugar a sus deseos de la infancia y averiguó qué necesitaba para formar parte del cuerpo de bomberos, un espacio en el que a fines de la década de los 90 no llegaban muchas mujeres.

“No tengo antecedentes familiares de bomberos en la familia. Cuando terminé la escuela secundaria tenía como meta ser arquitecta, por eso empecé a cursar las materias en UBA XXI. Y cuando finalicé esa carrera me puse otro desafío: ser bombera”, cuenta.

Ese sueño, que hoy es una realidad, comenzó cuando tenía 12 años y veía pasar desde la ventana de su casa del barrio de Saavedra los camiones rojos con las mangueras y sus sirenas. “Cuando averigüé en la escuela de cadetes de bomberos me comentaron que estaban buscando arquitectos para hacer un curso acelerado de un año y egresar con el título de oficial bombero. No lo dudé ni un momento y así arranqué”, relata Messina.

Y así transcurrieron los años. En el medio, Claudia también se recibió de abogada, tuvo dos hijos con su esposo, también bombero. “Siempre me gustó ayudar y colaborar con quien lo necesitaba. Ser bombera es la solidaridad puesta al servicio de un trabajo colectivo, es una vocación y una pasión”, agrega orgullosa.

Messina recuerda que cuando ingresó a capacitarse en 1999, junto con una compañera, fue de las primeras mujeres en entrar en calidad de oficiales, hecho que trajo distintas dificultades que debió superar: “Muchos me decían que las mujeres no llegaban lejos y tuve que hacerme un lugar. Con el correr de los años, las políticas de Estado generaron la inclusión y eso ayudó. Siempre tuve claro que hasta principal debía llegar, pero nunca pensé que podía ser jefa. Cuando lo logré, fue increíble”.

Cada día de su vida como bombera, Messina se levanta a las 6 de la mañana, desayuna rápido y se va a la estación, donde tiene a cargo 102 personas distribuidas entre Mataderos y el destacamento Vélez Sarsfield. En la Estación VIII, además, tiene a su cargo a Miriam Cordone, la primera chofer en manejar un vehículo que traslada agua y también a ocho bomberos.

“Estoy donde siempre quise estar, tal vez me hubiera gustado lograrlo antes, pero no fue fácil y más para las mujeres. Es duro porque pasamos por distintas etapas biológicas como embarazos, lactancias, o el llegar a tu casa y afrontar los problemas cotidianos, de tener hijos adolescentes, de mantener en equilibrio. Una es bombera todos los días, pero también madre y esposa”, dice Messina.

Mónica Casalini: directora de la escuela primaria N.º 25 D.E. 1 “Bandera Argentina” del Polo Mugica

“Nuestros niños y niñas necesitan mucha ocupación. Hay que restituirles derechos, los cuales no tuvieron durante mucho tiempo, y el derecho principal es el de la educación”, asegura Mónica Casalini desde la oficina de dirección que ocupa en la escuela primaria N.º 25 D.E. 1 “Bandera Argentina” del Polo Educativo Mugica.

La mayoría de sus alumnos y alumnas son del Barrio 31, por lo que a su compromiso desde el lado pedagógico también le suma la contención social de los chicos/as y de sus familias.

“Desde chiquita, cuando estaba en el jardín, jugaba a ser maestra. Considero que para que todo suceda tenemos que accionar, no tener miedo, animarnos”, cuenta Casalini, que además trabaja en el programa Centros de Acompañamiento a las Trayectorias Escolares que, desde 2020, se desarrolla los sábados como estrategia de apoyo para los y las estudiantes cuya promoción está en proceso.

Resalta la docente: “Quiero que en la educación y en mi institución las cosas sucedan de la mejor manera, por eso los sábados a la mañana vengo feliz y me quedo hasta después del mediodía”.

Como Mónica, muchos docentes hacen la diferencia cada día en la escuelas de la ciudad, pero su esfuerzo extra fue fundamental en tiempos de pandemia. La mujer trabajó incansablemente por un objetivo muy claro: mantener a los chicos dentro de la escuela, conectados con ella. “Puedo decir, el día que me retire, que lo di todo”, agrega la mujer, orgullosa de su labor.

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