60 minutos para no morir: cómo funciona el protocolo de “la hora dorada”, clave para salvar vidas en los siniestros viales
Una asistencia inicial urgente y el traslado eficiente al lugar indicado pueden marcar la diferencia en la evolución de las víctimas del tránsito
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La moto está fuera de control y solo detiene su marcha cuando impacta contra el vehículo que se cruzó en la esquina. Hay heridos, una cuenta regresiva que se inicia hasta 60 minutos después de un siniestro vial, una carrera contra el tiempo en la que está en juego la vida de las personas. Nada puede fallar. Cada pieza debe estar en su lugar porque un error podría significar la muerte.
La comunidad médica internacional la llama “la hora dorada” o “la hora de oro”, un concepto que nació en la década del 70 en un centro de atención de urgencias de Baltimore, Estados Unidos, y que sigue utilizándose hasta hoy para establecer el protocolo de atención primaria en los siniestros viales. Para algunos, la idea fue quedando en desuso; para otros, el método resignificó su definición con “los diez minutos de platino” o el tiempo mínimo de asistencia inicial que debe tener cualquier herido en la vía pública.
Se debatió al respecto en el reciente seminario sobre seguridad vial organizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), con el apoyo de la Iniciativa Filantrópica de Bloomberg para la Seguridad Vial Global, realizado en Bogotá, Colombia.
“El 50% de las personas que mueren en accidentes de tránsito lo hacen en el momento o en los primeros dos minutos en el sitio del siniestro. El 30% de las víctimas mortales fallecen en la sala de emergencia, porque la hora dorada tardó más de 60 minutos o porque en la primera valoración no se logró detectar las lesiones que podrían ser mortales. El otro 20% se mueren en las terapias intensivas semanas después, porque una lesión pasó inadvertida en el momento de la valoración inicial”, resume el médico colombiano Juan Manuel Martínez, cirujano intensivista, al ponderar los primeros minutos de la atención de heridos.
Con casi un millón y medio de fallecimientos al año en el mundo, los siniestros de tránsito son la novena causa de muerte a nivel mundial, con un saldo de al menos 30.000.000 de heridos. Más de la mitad son los considerados usuarios más vulnerables, como peatones, ciclistas y motociclistas, con diferente carga de acuerdo con el país. La tasa es mayor en la región y menor en Europa.
En América se registra un promedio de 15,6 fallecidos cada 100.000 habitantes, tasa que crece en Estados Unidos (20,9 fallecidos cada 100.000 habitantes) y en el Cono Sur (18,4 cada 100.000). Como parámetro vale decir que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una tasa de 10 fallecidos cada 100.000 habitantes es considerada una epidemia, por lo que la situación regional con los muertos en el tránsito ingresa en esa categoría.
En la Argentina, donde ayer se conmemoró el Día Nacional de la Seguridad Vial, según la asociación civil Luchemos por la Vida en 2022 hubo 6184 víctimas mortales, que abarcan a los fallecidos en el lugar del hecho y aquellos que murieron hasta 30 días después del siniestro, criterio que sigue los internacionales. La última información oficial al respecto pertenece a la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), que en febrero pasado reportó un total de 3828 muertos en 2022, aunque en este grupo solo se incluyen los decesos ocurridos en el lugar del accidente.
“Así como se está enseñando cada vez más a atender infartos o ACV, los traumas plantean nuevas metodologías para evitar que los movimientos afecten a las lesiones y que se puedan agravar los cuadros. Atender al paciente según los pasos, asegurar las vías respiratorias, comprimir heridas si están sangrando, hacer una evaluación general y prepara torniquetes, por ejemplo, forma parte de la hora dorada”, cuenta el médico emergentólogo Gonzalo Camargo, expresidente de la Sociedad Argentina de Emergencias.
“Dentro de esa hora dorada nos encontramos con los diez minutos de platino para aplicar en cada accidente con tres conceptos claves: a un herido no hay que movilizarlo, hay que taparlo y llamar al servicio de emergencia, que debe llevarlo al lugar correcto, no al más cercano (salvo que corra riesgo su vida)”, agregó Camargo.
Para su colega Silvio Aguilera, presidente de la Fundación Emergencias y presidente de la Sociedad Argentina de Medicina Prehospitalaria, la hora dorada es importante porque establece los criterios para priorizar la atención de los lesionados y marca una pauta de cuánto tiempo tienen los profesionales de la salud para realizar una evaluación general. Sin embargo, el protocolo no se puede aplicar en todos los casos.
“Hay quienes requieren mayor atención en la escena. A una víctima de trauma con una amputación, por ejemplo, hay que llevarla rápidamente en una ambulancia, lo mismo si tiene una herida de bala en un pulmón. Pero si un herido tiene una fractura en una pierna y está bien compensada, te da más margen de maniobra”, sostuvo Aguilera.
“Hay toda una metodología para hacer la primera evaluación de los pacientes y tratar aquellas heridas que requieran tratamiento urgente en el lugar; por ejemplo, un sangrado grave en una pierna. Hay cosas que no pueden esperar; los pacientes críticos se deben trasladar rápido”, dijo el médico.
Sin embargo, para el especialista “no está demostrado que los 60 minutos sean determinantes” para aumentar el riesgo de muerte o de lesiones severas tras un trauma grave. “La hora dorada sigue siendo un concepto importante, pero comienza a estar en desuso. Ahora no hay un nombre especifico, sino que se traslada rápidamente a un paciente que necesita una resolución inmediata, en la mayoría de los casos, quirúrgica”, diferenció.
Curva trimodal
Los especialistas consultados coincidieron que en esos primeros minutos en los que los heridos graves circulan entre la vida y la muerte entra en juego la llamada curva trimodal, una forma de catalogar los fallecimientos de acuerdo con sus causas. En este análisis se agrupan los fallecidos por lesiones graves, traumatismos de cráneo severos o exanguinación (sangrado excesivo, interno o externo); los fallecidos en la sala de emergencias a causa, principalmente, de hemorragias que no se pueden contener y finalmente los decesos por infecciones como consecuencia del trauma.
En todos los casos la velocidad se convierte en un paradigma determinante para las lesiones graves o las muertes; a partir de los 30km/h en vehículos motores (similar a caer de un cuarto piso de un edificio) y de los 20km/h en bicicletas y patinetas, son considerados eventos con mucha transferencia de energía.
“Se habla de que hay tres choques dentro de un choque. El primero, un vehículo que choca contra otro elemento; el segundo es el del choque de los usuarios contra todo lo que lo rodea (asientos, tablero, otros usuarios, elementos de protección) y el tercero es el interno, con los órganos del cuerpo. En el primer choque se libera la mayor cantidad de energía, en el segundo va bajando y lo ideal es que no haya energía en el tercer choque para minimizar los daños”, detalla Federico Tucci, de la Fundación Gonzalo Rodríguez, de Uruguay.
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