40x40: un argentino y un británico excombatientes de Malvinas compartieron una campaña de donación de sangre
Emotivo reencuentro durante la actividad, que busca aportar a la necesidad de abastecimiento que tienen los hospitales bonaerenses
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MAR DEL PLATA.– “El brazo menos pensado te puede salvar la vida”. Lo repite el argentino Julio Aro desde una camilla lindera a la que ocupa el inglés Geoffrey Cardozo, ambos excombatientes de Malvinas y unidos ahora en una causa que deja atrás el pasado de guerra y muertes, y va por un presente y futuro por la vida: una campaña de colecta de sangre.
La bautizaron “40x40″ en referencia, por un lado, a las cuatro décadas que se cumplirán el mes próximo desde el desembarco de tropas argentinas en las islas y, por el otro, al objetivo de mínima en cuanto a cantidad de donantes. Pero, transcurridas tres horas de la actividad, los aplausos celebraban al voluntario número 100. Y seguían llegando.
“Vine a ayudar junto con algunos compañeros, para asistir en la recepción y atención, pero me entusiasmé y me decidí a donar”, explicó Sofía Rubiar, de 18 años, de las más jóvenes en extender su brazo y dejar algo de su sangre para abastecer a los hospitales públicos de esta ciudad y la provincia. “La causa de Malvinas la tenemos muy presente por charlas que tuvimos y también por las visitas de Aro y Cardozo”, dijo a LA NACION esta alumna del Colegio Atlántico del Sur.
La convocatoria se hizo en el Estadio Polideportivo Islas Malvinas, organizada por la Fundación No Me Olvides, que preside Aro. Allí, en el campo de juego donde semana a semana se juega básquet, se dispusieron las camillas y los enfermeros, bajo coordinación general del Instituto Provincial de Hemoterapia Nora Echenique y con participación de los centros regionales de Mar del Plata, 3 de Febrero y La Plata.
Esta nueva experiencia que une a Aro y Cardozo es otra de tantas compartidas por quienes están nominados al Premio Nobel de la Paz por la labor realizada con la Cruz Roja Internacional y el Equipo de Antropología Forense para identificar a los soldados argentinos caídos en combate y que habían sido sepultados sin saber quiénes eran. Hay 119 que ahora tienen sus placas con nombre y apellido. “Solo nos faltan siete”, insiste el excombatiente marplatense.
Juntos acaban de ir a visitar a Elma Pelozo, madre de Gabino Ruiz Díaz, el primero de aquellos héroes identificado en esta campaña en la que el militar inglés tuvo un rol fundamental: fue el encargado de las sepulturas, el 19 de febrero de 1983, y había documentado la ubicación de cada fallecido y detalles que pudieran sumar a una futura identificación. Había pedido al gobierno argentino una delegación para que acompañaran la ceremonia. “No vino nadie”, recordó Cardozo con tristeza.
Abastecimiento
La campaña de hoy en el polideportivo local, vinculada a este cuadragésimo aniversario de la gesta de Malvinas, busca aportar a la necesidad de abastecimiento que tienen los bancos de sangre de la provincia de Buenos Aires. “Esta respuesta de donantes supera todas las mejores expectativas y nos ayuda a recomponer después de la pandemia, que fue la guerra que afrontó el personal de salud”, dijo a LA NACION la responsable del Instituto Provincial de Hemoterapia, Laura González.
Entre los donantes había una diversidad inmensa. Desde jóvenes hasta mayores. “Me llamaron para ayudar con las conexiones de internet para las instalaciones y me entusiasmé, hice el ayuno y vine a donar”, explicó Eduardo Ávila, de 57 años, empleado que se desempeña en el Ente Municipal de Deportes. Y ahí estaba, acostado en la camilla y entregando su sangre. “La causa de Malvinas siempre nos moviliza. Viví esos días desde aquí y ahora se remueve todo”, dijo.
Café y medialuna en mano, parte del refrigerio previsto para quienes cumplieron el trámite, se retiraba feliz Hugo Olmos, que es veterano de Malvinas, pero desde un rol muy particular: fue personal civil, con funciones de abastecimiento de combustible para la flota de mar. “Es esta una oportunidad para recordar esta gesta, lo que fue para nosotros y a nuestros caídos en combate, y con un poquito de nuestra sangre ayudar a dar vida”, detalló.
Cardozo aplaudió a cada uno de quienes se acercaron a esta campaña. Más allá de haber sido enemigo en combate, resaltó que con el cese de fuego las banderas enfrentadas desaparecían frente a las consecuencias de la guerra, en particular los heridos. Contó la anécdota del buque sanitario inglés, en el que había soldados argentinos bajo atención médica. El militar le preguntó a una enfermera a cuántos soldados argentinos había asistido: “No sé, para mí acá son todos humanos”, recuerda que le contestó. La historia la cerró con la participación del buque sanitario Bahía Paraíso, de la Argentina: “Tres días después se acercó y dejó toda la sangre, sin preguntar si era para sus compatriotas o para el bando rival”, valoró.
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