27 horas de fila y un mes de espera: ya no alcanza con dormir en un hospital público para conseguir un turno
Los pacientes de ciertas especialidades deben enfrentar un odisea ante la escasez de profesionales y la alta demanda
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El jueves 14 de marzo Analía se acercó a la mesa de entradas del Centro Municipal de Robótica del partido bonaerense de Malvinas Argentinas, donde reside. Fue para sacar el turno de Neurología que su madre hace meses necesita y aprovechó el viaje para averiguar por las consultas de Gastroenterología. Se volvió, sin embargo, con la manos vacías: ya no hay profesionales de esta especialidad en la institución pública y recién dentro de un mes –a mediados de abril, le dijeron– podría haber novedades sobre la atención de rutina que puede ayudar a su madre a sobrellevar los ataques de epilepsia. Un mes atrás, el escenario de consultas disponibles era igual de desolador para todos los malvinenses.
Mariano Aguirre caminaba lento en el hall del Hospital Pediátrico Dr. Claudio Zin el lunes 19 de febrero, arrastrando una de sus piernas. Se había levantado de uno de los modernos asientos sin respaldo que tiene la institución sanitaria donde, a pesar de sus 62 años, esperaba desde las 5 de la mañana. Es que el Centro de Robótica todavía estaba cerrado, como durante todo el fin de semana previo, pero como se conecta por un pasillo con el establecimiento para niños y este permanece abierto siempre, desde el día anterior todos esperan allí.
Él no recordaba bien a qué hora del día anterior había llegado y tampoco el mes en que empezó su problema; una secuela, tal vez, del accidente cardiovascular (ACV) que el año pasado tuvo. Sabía bien, sin embargo, que desde aquella internación ningún médico volvió a verlo. Los demás que aguardaban le aseguraban que había arribado el domingo mucho antes del mediodía y que era el décimo para turnos de Neurología, que se empezarían a dar en dos horas. Los que llegaron tras él debieron irse: no tenía sentido permanecer tantas horas y de noche si el cupo estaba lleno. “Ya estamos los diez”, repitieron ante cada persona que se acercó después de la llegada de Aguirre, más de 20 horas antes.
“Desde el año pasado quiero conseguir un turno, pero nunca hay”, dijo el hombre, que vive en Tortuguitas.
En el Centro Municipal de Robótica les habían indicado en ventanillas semanas antes que otorgan a las 7 los turnos de Neurología. En el hall moderno de techos altos y pisos brillosos del hospital pediátrico había varias reposeras de colores instaladas; los que pudieron las llevaron desde sus casas en colectivo: pasar un día domingo entero y la noche en el centro médico es una experiencia muy difícil de sobrellevar.
A pesar de que, según el último censo nacional, en 2022 Malvinas Argentinas tenía 351.788 habitantes, de las nueves instituciones sanitarias del partido solo el Centro Municipal de Robótica atiende la especialidad de Neurología. El problema es aún más grave cuando se sabe que en él solo trabaja un neurólogo. La Intendencia sostiene que como en Moreno, José C. Paz, San Miguel, Pilar, Tigre y Pacheco no hay especialistas, la demanda de esos municipios aledaños termina en este hospital. Los turnos no alcanzan para todos y se habilitan a cuenta gota: el lunes 19 de febrero se otorgaron diez para este mes y los que van ahora a averiguar recién tendrán novedades de las consultas a mediados de abril.
Lo de Malvinas Argentinas es solo una muestra: la limitada asistencia médica y los padecimientos de esperas prolongadas se multiplican hace tiempo en muchos hospitales del país, un sistema que cruje. En la Argentina parece que Dios ya no ayuda al que madruga, sino al que puede resistir en un asiento una espera de más de 24 horas.
“El cansancio es total”, señaló Sandra, que es de Grand Bourg y está cuarta en la espera. Junto a su familia, llegó el domingo a las 6, 25 horas antes de la entrega de turnos. “Te empiezan a doler los pies y la incomodidad se vuelve insoportable”, sostuvo. Sin embargo, como los constantes dolores de cabeza de su hija de 17 años le preocupan, sabe que debe aguantar: las semanas previas no se abrió la agenda de ningún lunes y la disponibilidad de consultas escasea.
Los primeros pacientes para Neurología habían llegado a las 4 del día anterior. “Entre ayer y hoy vinieron alrededor de 30 personas más. Cuando les avisamos que no iban a tener turno porque estábamos completos se fueron”, aseguró Sandra.
“Hace un año y medio que no veo a la doctora porque no consigo turno”, se quejó Matías, que hace muchos años padece epilepsia. Su familia había llegado el domingo al amanecer con la esperanza de esta vez quebrar la mala racha: en dos oportunidades previas durante los últimos meses arribó al Centro Municipal de Cirugía Robótica cuando las turneras de Neurología ya no tenían disponibilidad. Esta vez, estaba tercero en la espera. La primera vez se había acercado el mismo día a las 4 de la madrugada; la segunda vez, la noche previa. En ambas ocasiones, sin suerte. “Me dijeron que si quería conseguir turno tenía que venir un poco más temprano. Les pregunté cuánto más temprano. ‘Un día antes’, me dijeron, y eso hice”, comentó. Y expresó que, si bien su psiquiatra lo ayudó mucho en el último tiempo, la consulta con un neurólogo es fundamental para su salud: “Me ayuda a evitar que las crisis sean frecuentes y dejen secuelas”.
Epilepsia, cefaleas, afecciones neuroinmunológicas y degenerativas, accidentes cerebrovasculares y traumatismos craneoencefálicos son algunas de las patologías que tratan los neurólogos. La detección de enfermedades infecciosas y tumores del cerebro también entran dentro de la órbita de dicha especialidad médica. El adecuado seguimiento de cualquiera de esas patologías es, más que relevante, vital.
La explicación del municipio
La Municipalidad de Malvinas Argentinas reconoció a LA NACION estar al tanto de las largas esperas de los ciudadanos. “Hay momentos en los que baja un poco y otros con picos de gente que hace la fila y va mucho tiempo antes”, respondieron fuentes oficiales. Según manifestaron, en los últimos tiempos se habría potenciado por la falta de prestación de algunos servicios en otros hospitales de la región: “De los 3 millones de consultas que en 2023 tuvo todo el sistema de salud de Malvinas, un 40% correspondió a pacientes de otros distritos. Vienen de Pilar, San Miguel, José C. Paz, Moreno, algunas zonas de Tigre y Escobar; muchos lugares no atienden algunas especialidades, como Neurología y ciertas cuestiones de Gastroenterología. Esto afecta nuestro sistema de salud”.
La competencia por los médicos entre el sistema público y el privado, según manifestaron, colaboraría en agravar la cuestión. “Algunas especialidades como Neurología y Pediatría son difíciles de conseguir porque hay pocos profesionales y la demanda es alta. Los sistemas públicos compiten con los privados para la contratación, pero como las empresas tienen más espalda, no hay forma de competir. En un consultorio incluso un profesional puede ganar más”, sostuvieron desde el municipio respecto del recambio de profesionales. El hecho de que “no haya clínicas y hospitales privados y tampoco provinciales en el distrito”, agregan, refuerza la presión. El conflicto con las obras sociales, en tanto, aportaría ingredientes a la problemática “porque todo lo tiene que ‘bancar’ el sistema municipal”.
Para la Intendencia el escenario podría ser más oscuro: “Lo importante es que el servicio nunca se dejó de prestar, como sí pasó en otros sistemas de salud. Siempre está disponible. La atención se termina dando. Pero sí, en el último tiempo pasan estas cosas”, dijeron. Después de 24 horas en un hall de hospital y con cansancio, probablemente pocos pacientes piensen lo mismo.
Turnarse entre los familiares es importante para resistir la espera. Alejandro estaba primero; cuando empiecen a dar los turnos, habrán esperado 27 horas. “Mi mamá llegó ayer a las 4”, comentó. El turno era para su padre, que empezó a perder la memoria porque tiene un principio de Alzheimer. “: Hace tres meses estoy buscando un turno y ya vinimos varias veces. El mes pasado llegamos un domingo a las 11.30 y ya estaban todos”, detalló. Una de las cosas que más le preocupaba es que esta espera fuera la primera de muchas: “El médico le va a pedir estudios y luego habrá que traer los resultados: otra vez tendremos que venir un domingo a la madrugada. Esto no puede ser; está mal”, protestó el hombre, vecino de Malvinas Argentinas, con fastidio. Según contó, algunas personas le recomendaron que vaya a Zárate, pero para él es imposible. “Dicen que hay más turnos, pero 50 kilómetros es muy lejos para nosotros”, añadió.
En el Centro de Robótica dan solo un turno por persona. “Mi hijo de 35 años tiene retraso madurativo y hace dos años que no lo ve un médico; esta vez el turno es para él. Mi otra hija, de 37, también tiene retraso y necesitaría una consulta, pero voy a tener que volver otra vez. Iré de a poco; espero que Dios me ayude”, dijo Purísima Orellana, de 68 años, que llegó desde Pablo Nogués el domingo también a las 4 y estaba segunda en la espera. De su familia, ella es la única que no necesita ir al neurólogo de Malvinas. “Mi marido tuvo dos ACV y tiene muchas secuelas. Estuvo anoche unas horas mientras yo me fui a bañar, pero se descompuso y tuve que volver. Le tendré que conseguir un turno también a él después”, contó.
“Estos turnos creo que son para mayo”, afirmó Claudia Arce, recostada sobre su reposera, mientras se cubría con una campera. Acompañada por su pareja, iba a intentar sacar un turno para su hermana, que en 2022 tuvo un ACV. “A ella con su cuadro deberían verla cada seis meses, pero desde julio del año pasado no consigo turno”, aseguró la mujer, procedente de José C. Paz. “Los remedios son inalcanzables. Sin la consulta no puedo acceder a ellos”, sumó.
Mariano Aguirre seguía aguardando sentado en uno de los asientos del Hospital Pediátrico. En las más de 20 horas de espera probablemente ha visto por la ventana esa construcción curvada de vidrios espejados que, del otro lado de una pequeña calle, se anuncia con carteles como una “ampliación y refuncionalización” del centro médico.
El edificio de varios pisos, de alguna manera, se volvió absurdo esa madrugada. Una construcción sin sentido cuando faltan médicos y la forma de otorgar los turnos es tan precaria. “Esto está mal. Tendrían que dar los números antes para que la gente se vaya y no pase acá toda la noche”, consideró Aguirre.
Cerca de la hora
A las 5.45 de la mañana una mujer de uniforme se acercó al hall del hospital pediátrico y llamó a “los de Neurología”. Las personas levantaron sus bolsos y termos, plegaron las reposeras y formaron luego una fila para poder ser contados: ella sabía que hay un orden que debe respetar y que no puede haber más de diez. Se escurrieron por un pasillo hacia el Centro Municipal de Robótica, que otorgará los turnos; todavía era de noche cuando desaparecieron.
A las 6, varias personas hacían cola en la vereda. Mientras aguardaban que se abrieran las puertas, hablaban. Los que iban a hacerse estudios de baja complejidad contaban horrorizados que, para conseguir turnos de Gastroenterología, había que ir el día antes a las 15; desconocían que para otras especialidades deben llegar al amanecer. En marzo, directamente no hay gastroenterólogos.
Al final de la fila una mujer decía que estaba para sacar un turno de Neurología. Se enteraría cuando la atendieran de que había llegado a horario, pero 24 horas tarde. El mural municipal pintado en una de las paredes del hospital parecía un mensaje para ella: la imagen de la enfermera con la leyenda “Nunca te rindas”.
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