Marketplace. La red social de avisos, “zona franca” en la que acechan estafadores, ladrones y vendedores de bienes robados
Marketplace, la opción de Facebook que facilita el contacto entre usuarios a través de publicaciones de compra-venta, se convirtió en una plataforma en la que se cometan todo tipo de hechos ilícitos
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Marketplace, la sección de avisos clasificados de Facebook, opera desde octubre de 2016, con un crecimiento exponencial de interés y operaciones. Y si bien Meta tiene sus normas y políticas relativas a lo que se puede o no se puede publicar, y consejos preventivos para los usuarios, estafadores, ladrones y comerciantes de bienes robados o falsificados encontraron en la plataforma un nicho que crece día a día.
Delincuentes ofrecen prácticamente de todo: armas, autos, motos, bicicletas y celulares robados, inmuebles “flojos de papeles”, recetas y certificados médicos, drogas... Además, cientos de usuarios publican de buena fe productos nuevos y usados, y son víctimas de estafas. Otros son “seducidos” por artículos a valores demasiado convenientes, que resultan no ser otra cosa que un señuelo usado por asaltantes que acuerdan citas solo para atacar y robar el dinero que los clientes llevan para pagar productos inexistentes.
El uso de Marketplace ha aumentado exponencialmente a partir de marzo de 2020, con el aislamiento obligatorio por la pandemia del Covid-19. Y como mercado del usado por excelencia, en esa red hay de todo. Así como proliferaron las oportunidades, también aparecieron los riesgos. Los valores por debajo de los precios de mercado, la urgencia por comprar o vender y la ausencia de referencias son señales de alarma.
Maximiliano Méndez, comisario de una de las dependencias de lucha contra el cibercrimen dependiente de la Superintendencia de Delitos Cibernéticos de la Policía de la Ciudad, explicó a LA NACION: “En Marketplace se ofrece de todo, y al no estar regulado, estás a las buenas de Dios”.
Tanto en Marketplace como en MercadoLibre, la otra plataforma masiva de compra-venta, es necesario crear una cuenta de usuario para operar. Pero tienen diferencias. Marketplace es un lugar de avisos clasificados dentro de una red social y no gestiona la transacción de pagos, por lo que no cobra ninguna comisión: solo facilita el contacto entre partes, y no está obligado a velar por las garantías de lo que pase una vez establecido ese contacto. En Marketplace no hay énfasis en la verificación de identidad. Mercado Libre, en cambio, procesa transacciones y realiza revisiones de identidad, lo que aumenta los niveles de seguridad de operación, sin que eso signifique que no se produzcan engaños o estafas.
LA NACION contactó a Facebook/Meta para este artículo, pero no respondió a las preguntas enviadas a la casilla de correo electrónico provista a tal efecto, tal como la firma solicitó.
Sí opinaron especialistas y algunas víctimas de delitos, la mayoría de las cuales pidió que su apellido no se publicara a la hora de dar a conocer su testimonio.
Ariel Cuño, ingeniero industrial de 35 años, ingresó a la aplicación en 2021 para vender un casco de realidad virtual de PlayStation. Jamás la había utilizado. “Estaba sin trabajo y ajustado de plata. Publiqué en MercadoLibre y en Marketplace en simultáneo”, cuenta. Rápidamente lo contactó un usuario de Marketplace con interés de comprar. “Miré su perfil de Facebook y tenía un aspecto que no me suscitó sospechas, la foto me generó confianza, por lo que no indagué mucho más. Me preguntó cosas normales, como si el casco estaba en buen estado o si su uso mareaba mucho”, explica.
El interesado le decía que quería el casco para su hijo, que cumplía años a los pocos días y que hacía rato estaba buscándolo. “Yo estaba desesperado por vender”, reconoce Cuño, que accedió a la operación a cambio del equivalente a 300 dólares, pagaderos en pesos a través de una transferencia bancaria que se haría al momento de la entrega. Sería en la puerta del edificio del vendedor, hasta donde llegaría un chofer de Cabify enviado por el comprador.
“Me pasó una captura del Cabify viniendo a buscar el producto desde provincia hasta Capital. Decía marca y modelo, nombre del chofer, etcétera”, recuerda Ariel. Él preguntó por el pago y el comprador le mandó la captura de pantalla de un comprobante. Pero el dinero no se acreditaba. “Era un comprobante de Santander y yo sabía que la acreditación desde ese banco puede demorar hasta 24 horas. Confié, entregué el paquete al Cabify y se fue. Nunca se acreditó nada. Le escribí y no aparecía. Los mensajes figuraban con una sola tilde: me había bloqueado”.
El comprador le había pasado una foto de su documento, por lo que pudo buscar rastrearlo en otras redes sociales. “Encontré a un usuario con el mismo nombre y había un comentario en su perfil que decía ‘Me robaron el documento de identidad, se están haciendo pasar por mí, yo no uso Marketplace’. Nunca más volví a utilizar la plataforma, no superé el mal trago. Tengo cosas para vender, pero me da miedo, ya desconfío de todo”, concluye.
El caso de Cuño es uno entre miles… Hace dos semanas, una familia fue de La Matanza a Morón a concretar la compra de un auto usado ofrecido a través del Marketplace. Era una emboscada. El comprador, Domingo Acosta Aquino, de 58 años, fue asesinado de un tiro en la espalda; su hijo Cristian, de 29, fue herido de un bala en la pierna. Les robaron el Ford Focus en el que habían llegado y cinco millones de pesos que habían llevado consigo para realizar la operación.
El sábado pasado, en cambio, un oficial de la Policía de la Ciudad fue hasta José León Suárez, partido de San Martín, para concretar la compra de una consola de videojuegos. Era una trampa. Cuando le exigieron que entregara todo, el efectivo sacó el arma; lo acuchillaron en la espalda, y él le acertó un tiro en el pecho a uno de los tres asaltantes, que tenía 17 años y antecedentes por robo.
El “gancho”
Horacio Azzolin, titular de la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia del Ministerio Público Fiscal de la Nación, que hace investigaciones que buscan agrupar a muchas víctimas que compraron en una misma tienda, explica a LA NACION: ““Los ‘marketplaces’ son lugares donde no se conoce al vendedor. Si no se le compró antes a esa persona y no hay referencias de ella, se deben extremar los cuidados. Además de las posibles estafas, hay veces que en el marco de una operación se pacta el retiro de un producto de forma presencial y el comprador es citado a un sitio donde va con la plata y lo están esperando para robarle, o al revés, un vendedor va a un lugar con el producto que ofrece y el supuesto comprador solo está interesado en robar. Es decir, la operación es un gancho para el desapoderamiento. Por eso, hay que ser muy cauteloso”.
Ángel Yerdeo, de 25 años, concertó en abril la compra de una moto a través de Marketplace. En el punto de encuentro pactado, él y su novia fueron interceptados por ladrones que les arrebataron una mochila con 500.000 pesos; al joven lo mataron de un tiro en el pecho.
Hace un año, Leandro Lautaro Isak, de 21 años, viajó de Lomas de Zamora a la ciudad de Santa Fe para comprar una moto. Los falsos compradores le dispararon un tiro en la nuca y le robaron el celular y la plata.
Los casos de este tipo son varios. La última semana de agosto pasado, Carlos Alberto Melina, oficial de la policía bonaerense, de 50 años, fue junto a su esposa al barrio porteño de Villa Soldati para concretar la compra de un Peugeot 207 que había visto en Marketplace. Allí, en Los Piletones, lo estaban esperando tres delincuentes, que se llevaron el millón de pesos que llevaba para pagar el coche y, también, su arma reglamentaria.
“Ingeniería social”
El comisario Méndez sostiene que la estafa más común hoy es el engaño al vendedor de un producto con una transferencia falsa, como le pasó a Ariel Cuño. “El pico de este tipo de delitos se da los fines de semana largos, a última hora. Aprovechan que los bancos no operan”. El falso comprador envía una captura de un comprobante apócrifo y le dice al vendedor que ya pagó y que solo hay que esperar a que se acredite el dinero.
Méndez explica que los estafadores utilizan técnicas de “ingeniería social” para sus engaños: “Llaman al vendedor para preguntarle algo sobre el producto o para pedirle los datos para hacer la transferencia. En la conversación se las arreglan para obtener información personal del oferente, como el número de CBU, el de DNI, el mail, alias y usuarios y, aunque parezca imposible, contraseñas. Lo hacen paulatinamente, de tal forma que el incauto no advierte el engaño, sea porque generan confianza en la charla, distrae con preguntas en el medio, apuran o se excusan con que no pueden realizar la transferencia si no se les da determinado dato. Mientras, van ingresando a las cuentas bancarias del interlocutor para vaciarlas o ingresan en sus cuentas de aplicaciones para hacer compras”.
Valentina, una comunicadora publicitaria de 24 años, sufrió un caso similar al de Cuño. Quería vender un reloj de Apple y nunca había usado Marketplace. Un compañero de trabajo le dijo que era fácil y que se vendía rápido. Atraída por la idea de deshacerse de dispositivos que ya no utilizaba, publicó esa misma semana y a los tres días, un sábado, apareció una interesada en su Apple Watch. “Vi su foto, estaba desde 2016. Tenía 195 amigos en Facebook. Fotos con un bebé, pareja. Cosas que me dieron confianza. Me dijo que contactara al hermano, me pasó su teléfono y le escribí al WhatsApp”, recuerda. El “hermano” de la compradora le dijo que trabajaba en el Aeropuerto de Ezeiza y que el Apple Watch le venía bárbaro para regalarle a la novia en su cumpleaños.
Cerraron en 170.000 pesos. El paquete sería entregado por Valentina a un conductor de Cabify en un shopping, al día siguiente. El auto apareció y el hombre le envió el comprobante de transferencia de HSBC. Valentina le avisó que no se le acreditaba y el hombre, que estaba “notablemente acelerado”, la terminó apurando para que haga la entrega del reloj. “En definitiva, si bien era fuera de un shopping, yo estaba sola en la calle, tenía miedo”, dijo.
Ese mismo día, más tarde, el comprador la llamó 11 veces hasta que le atendió. Ansioso, le dijo que no podía conectar su teléfono al reloj. “Él estaba con otro hombre, y cuando yo les hice preguntas a ellos vi que el relato de su historia que me había dado originalmente no coincidía”. De todos modos, Valentina le dio el beneficio de la duda e intentó ayudar al comprador. Este, mediante una serie de preguntas, logró hacerse de la contraseña más importante que un usuario de Apple puede tener: el ID. Apenas Valentina lo hizo, ingresó en su cuenta a cambiar la contraseña y logró evitar lo que pudo haber sido una estafa mayor.
“Esa noche me fui a dormir y me cayó la ficha de que había sido todo un verso. No quería creerlo, lo negaba”, recuerda. Esperó hasta el lunes, con la esperanza de que la falta de acreditación del dinero de la operación se debiera al velo del fin de semana. Pero no, la plata nunca apareció en su cuenta. En vano le escribió al estafador para pedirle más información: ya había desaparecido.
Objetos robados, armas y sustancias ilegales
Alejandro, licenciado en comunicación de 49 años y experimentado usuario de Marketplace y MercadoLibre cuenta a LA NACION: “Navego mucho en ese océano turbio que es Marketplace. Una vez, en 2020, quería comprar un celular One Plus 6 usado y encontré un tipo que ofrecía uno; fui a lo del flaco y me generó confianza, era un padre de familia, buena gente. Me dijo que el celular lo había comprado su tía en Europa. Se lo compré. En un viaje al sur se mojó y tuve que darle un reinicio de fábrica. Al hacerlo se le perdió un ‘parche’ de software que le habían instalado y que evitaba que la red reconociera que el teléfono había sido reportado como robado. Nunca más le pude activar la antena, el 4G. Solo servía con wifi. Me estafaron. Cuando llamé al tipo que me lo vendió, me dijo que él no sabía nada”.
El caso de Alejandro es bastante común. Una gran parte de los celulares robados se publican en Marketplace. La Resolución 2459/2016 del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) establece que los prestadores de servicios móviles deben bloquear equipos reportados como robados o extraviados. Reciben más de 5000 denuncias de robo o hurto de equipos móviles por día. Estos bloqueos son únicamente del acceso a la red de datos móviles; el celular se puede seguir utilizando con wifi y, muchas veces, los delincuentes encuentran la vuelta para engañar el bloqueo con “parches” de software.
Con respecto a la venta de artículos robados e ilegales, el fiscal Azzolin explicó: “Potencialmente, todo se puede vender por ahí. Lo que pasa a veces es que en la descripción de la publicación no ponen ‘arma’, sino que suben una foto y dicen ‘caramelos’, porque, obviamente, si ponés ‘arma’, la plataforma te baja la publicación automáticamente”. Los delincuentes, cuando ofrecen cosas ilegales, usan palabras clave.
En cuanto a la venta de artículos robados que no son ilegales, por ejemplo, cubiertas de auto, Azzolin sostuvo: “Es difícil saber si fue robada, si es una venta legítima o una venta falsa; por eso hago hincapié en el cuidado que debe tener el comprador”. Y agregó: “Esto siempre pasó, es como ir al Once a comprar ropa de marca falsificada o los negocios de la calle Libertad a comprar autoestéreos; la lógica es la misma, el tema es que la gente se confía”.
El comisario Méndez agregó: “Facebook tiene políticas claras. Ellos bloquean algunas publicaciones, pero los delincuentes se las rebuscan. Por ejemplo, ‘frasco’ o ‘mermelada’ son códigos para referirse a la marihuana; para referirse a armas de fuego usan ‘juguetes’ o ‘herramientas’”.
Hace cuatro años, Santiago, un ingeniero de 26 años, quería comprar marihuana. Su dealer habitual no le podía proveer y probó con Marketplace: “Literalmente, puse en el buscador de Marketplace “frasco de flores” y apareció una foto de un frasco vacío con un precio un poco más alto de lo que cuesta en el mercado. Hice el contacto, luego pasamos a Telegram y me mandó el producto con un Uber. Fue muy simple”.
Sergio, ingeniero en sistemas de 46 años, buscaba una bicicleta: “Vi una Leoner a 650 dólares. Es una marca de bicicletas que se hacen a medida, muy específicas. El vendedor dijo que la vendía de urgencia porque necesitaba la plata. Me sorprendía que alguien la vendiera a menos de la mitad de lo que costaba nueva. Ante la duda, hablé con tres representantes de la marca en la Argentina. Los tres me dijeron que le pidiera al vendedor el número de serie, que se encontraba debajo de la horquilla. Le pedí al tipo que me mandara fotos de eso y no respondió. Ahí me di cuenta de que había algo raro, a pesar de que luego de varios días me volvió a preguntar si seguía interesado. Le volví a pedir fotos y desapareció definitivamente”.
También experimentado en productos Apple, Sergio cuenta que cuando uno compra un iPhone o una Mac usada, el producto viene con un Apple ID que está ligado al iCloud y funciona como el ‘documento’ del dispositivo. “En Marketplace pasa mucho que se publican estos productos usados y el vendedor te dice que se olvidó esa contraseña. Te hablan de un producto muy caro que ya de por sí están vendiendo muy barato. Eso es sospechoso. Cuando les preguntás por el ID y les decís que lo necesitás sí o sí, te ponen en contacto con alguien que te lo puede desbloquear. Si veo que el dispositivo en MercadoLibre está a un 10 o 20% menos que el valor de mercado y en Marketplace está a 30 o 40% menos, y encima te dicen que no tienen la contraseña, sospecho”, afirma.
Según el Informe de gestión de la unidad fiscal especializada en ciberdelincuencia, entre abril de 2019 y marzo de 2020 hubo 1300 denuncias de fraude cibernéticos. Estalló la pandemia y, también, los delitos de este tipo: entre abril de 2020 y marzo de 2021 se reportaron más de 8500 casos, un 554% más. En cuanto al acceso ilegítimo (acceso a cuentas privadas sin permiso), pasó de 229 a 1220 casos, es decir, se quintuplicó. Las cuentas más afectadas fueron las de usuarios de WhatsApp, Facebook e Instagram -pertenecientes a Meta-, y MercadoLibre y MercadoPago.
Precauciones y la importancia de hacer la denuncia
Con respecto a las precauciones que el usuario puede tomar, Azzolin dijo: “Esto sucede en cualquier sitio de Internet en el que se vendan cosas. La confianza, a veces ciega, de la gente, es una perdición. Los usuarios debemos estar atentos. Si el producto vale mucho menos del valor de mercado, hay que desconfiar; puede ser algo robado, o que la supuesta venta sea un gancho para un robo. La recomendación principal es tener mucho cuidado. Sobre todo, en plataformas como Facebook, en las que te dicen que lo que arregles luego de que hiciste contacto con alguien es problema tuyo”.
Sergio, el usuario contactado por LA NACION, sugirió: “Siempre hay que ir a la fuente del fabricante. No hay que tirarse de cabeza a la compra, hay que ser paciente y hacerle muchas preguntas al vendedor, cosa de tratar de corroborar que el producto es real y legítimo; hay que tener en claro qué se busca, investigar un poco y conocer algunos de sus tecnicismos o detalles poco usuales. Yo puedo estar 2 o 3 meses hasta que me decido en adquirir algo de valor”.
El comisario Méndez amplió: “Los compradores tienen que tener el doble de cuidado. Ante la menor sospecha, el usuario debe hacer la denuncia y no eliminar la evidencia digital, sacar capturas de pantalla y retener el nombre usuario. La denuncia se puede hacer a través de un llamado al 911 o ir a una comisaría. Facebook provee mucha información cuando la solicitamos”. La Ley de Delitos Cibernéticos 26.388 fue sancionada en 2008 y penaliza todo tipo de estafas online.
El oficial jefe explicó que hay que tener cuidado con los pretextos; generalmente, el bajo costo del producto es la primera señal de alarma. “Cuando algo es urgente, hay que dudar. Cuando algo es barato o extraño, es muy probable que sea una estafa. No hay que dejar que a uno los apuren; ante la sospecha, se debe discontinuar la conversación”.
Méndez recomienda también siempre tener activado el doble factor de autenticación de todas las cuentas, revisar, en la medida de lo posible, que la cuenta del vendedor esté verificada, y si se pacta un punto de encuentro, no llevar todo el dinero y avisarles a conocidos. “Que sea en un lugar público, donde haya cámaras, y que esté lejos de una villa o asentamiento”. Estaciones de servicio, shoppings o delante de una comisaría son puntos que cumplen con esas sugerencias.
Alejandro, el usuario que “aprendió” luego de sufrir la estafa con la compra de un teléfono “emparchado”, compartió sus técnicas para manejarse de forma segura: “Siempre trato de saber dónde vive la persona, adónde te cita, quiero conversar. El sistema funciona a base de confianza. Primero veo cómo escribe, la puntuación, la gramática y la ortografía. Luego sugiero pasar a la llamada, sentir cómo me habla, Me fijo cómo se expresa, el tono, si es correcto o no, si es altanero o no; si contesta mal o es sobrador, ni me gasto en seguir. Que sea amable, que responda lo que uno pregunta y que no apure la venta”.
También sugiere no ir a sitios peligrosos, revisar el producto y resetearlo al estado de fábrica si se trata de un dispositivo electrónico tipo teléfono celular. “En Facebook hay calificación: me fijo eso y la antigüedad del usuario, un mínimo 5 años”, dice Alejandro, que hace una última sugerencia: buscar el producto que uno vio en MercadoLibre o en Marketplace en la otra plataforma, respectivamente. Eso, sostiene, daría más seguridad acerca del vendedor y de que el producto existe. “Además tenés el dato para comunicarte directamente con el vendedor, que es la gran ventaja de Facebook”.
Respecto de MercadoLibre, Adrián Cuño opinó: “Me da más seguridad porque tiene más filtros, aunque te maten con las comisiones. Si bien soy consciente de que no estás exento de estafas, ahí te pueden vender algo que no es lo que compraste porque no lo ves físicamente antes. Hubo estafas en las que el producto que te llega no es el que compraste. Por ejemplo, la caja es de un iPhone, pero adentro hay una piedra”.
Alejandro coincidió: “En Facebook no tenés protección contra estafas, pero en MercadoLibre no estás tan lejos. Ahí podés comprar un celular y te envían la caja con otra cosa adentro. Una vez compré una filmadora y tenía una falla en la placa madre; arreglarla me costó mucha plata. No tuve cómo reclamar nada, y después me enteré de que ese vendedor había estafado a mucha gente”.
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