“Yo creía que había muerto Carrascosa”: el día que Nicolás Pachelo habló sin filtro sobre el crimen de María Marta García Belsunce
Este miércoles fue condenado, a 22 años del hecho, porel homicidio de su vecina del country El Carmel; vida, escándalo y acusaciones de un hombre misterioso
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“¿Sabés por qué no me pudieron meter preso los García Belsunce? Porque no tuve nada que ver con el asesinato de María Marta. Pero yo me sigo preguntando, ¿ellos tampoco?”.
Comenzaba junio de 2003 y Nicolás Pachelo acababa de enterrar a su madre, Silvia Ryan, que el 29 de mayo de 2003 se había arrojado al vacío desde su departamento del piso 11 de Libertador 184 en Retiro. Antes de suicidarse, habría dejado tres cartas estremecedoras. Todo ocurrió exactamente cinco meses después del crimen de María Marta, por lo que la familia de la víctima siempre lo responsabilizó.
Por aquellos tiempos todos los periodistas queríamos dialogar con Pachelo; era la figurita difícil, el sospechoso preferido de los García Belsunce, quienes repetían a quien quisiera escuchar que la madre se suicidó porque supo que su hijo era el asesino.
Intenté varias veces hablar con él hasta que un día aceptó una charla telefónica. Respondió las dudas que pesaban y siguen pesando sobre su responsabilidad en el hecho. Lejos estaba de la condena que hoy, a 22 años del hecho, llegó de parte de la Sala I de Casación bonaerense al analizar las apelaciones de la sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal.
En paralelo hubo otros señalados, como el propio viudo, Carlos Carrascosa, que había sido condenado a 11 años de cárcel como coautor del homicidio de su esposa. Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia de la Nación cerró la acusación en su contra.
Respuestas para todo
A continuación, las frases más relevantes de mi charla con Nicolás Pachelo a mediados de 2003, luego de la muerte de su madre y de la de María Marta García Belsunce. Comienzo por una de sus respuestas que nunca dejó de sorprenderme porque involucra a ambos bandos contendientes. Es en la que admite haberse reunido con los abogados de los García Belsunce, José Licinio Scelzi -fallecido- y Marcelo Nardi. Pachelo me dijo que en aquel momento lo llamó por teléfono el presidente de El Carmel, Alberto “Tito” White, porque había parientes de María Marta que querían saber qué había hecho el día del homicidio. Me dijo que ante tamaña duda, él mismo telefoneó a Scelzi y le expresó que le hiciera todas las consultas que quisiera. Se encontró con el letrado en el hotel Sheraton de Pilar. Me contó que sentado cerca de ellos se encontraba Horacio García Belsunce y que Scelzi no paró de hacerle preguntas. Y que al finalizar le agradeció que haya ido y dado la cara.
"¿Qué quiso saber?", pregunté. Respondió que conocer si era cierto que él merodeó la casa de la víctima un par de veces ese día porque dos vecinos lo vieron y se lo habían contado. Me recalcó que le resultó sospechoso que luego dichos vecinos aparecieron declarando eso en el expediente.
Según palabras de Pachelo, Scelzi también quiso saber si disponía de un arma en su casa, y sobre todo, si en alguna oportunidad había tenido un encontronazo con María Marta, porque corría el rumor que instalaba que él le había robado el perro, llamado Tom, y luego pidió rescate.
Insistió con que él le negó todo porque consideró que eran "puras habladurías y mentiras", y contó que le formuló más preguntas que no recordaba, que le agradeció por la contribución, pero que le llamó la atención que luego lo inculparan. "Como no tenía nada que ocultar fui, les expliqué lo que querían porque no soy un asesino y me terminaron cag…", resumió.
"¿Por qué si no tenía nada que ver aceptó juntarse con los abogados que sospechaban de él?", insistí sorprendido. Dijo que a él no le resultaba tan extraño, que vivía en el country y no le agradaba que anduvieran repitiendo calumnias e injurias. "Me comporté como un buen vecino y nada más. ¿Sabés lo que significa que te señalen como criminal? Además quise tenerlos frente a frente y despejarles sus desconfianzas pero no lo aceptaron. Sé que estaba arriesgando demasiado pero no me importó porque no quería regresar a mi casa y que mis hijos tuvieran dudas sobre mí", aclaró enérgico.
“¿Él estaba enterado de que en El Carmel se había resuelto en reuniones de consorcio que un vigilador lo siguiera siempre a veinte metros de distancia?”, era otra cuestión a conocer. Y con habilidad lo usó como defensa: “Otra aberración, la gente de ese country me hacía seguir sin que yo lo supiera y encima yo le pagaba con las expensas. Hablaban en clave. A mi mujer y a mí nos llamaban Romeo y Julieta. Pero lo que implementaron autoritariamente se les volvió en contra. Porque el día del crimen de manera inexplicable el custodio estaba trabajando en otro barrio pero en las planillas de El Carmel aparecía ‘presente’. Puedo pensar que él o los agresores dedujeron que estaban ante una gran oportunidad, total me iban a señalar a mí. También que si hubiese estado en su lugar me podría haber ahorrado tanto disgusto”.
Le consulté si dudaba de quienes custodiaban el country. Respondió que sí, pero que como no le constaba, sólo lo mencionaba para que lo investigaran. “Alguna vez los oí hablar y bromeaban con que si se caía un helicóptero del cielo el responsable era yo”, señaló en aquél entonces.
¿Dónde estaba él realmente a la hora del crimen?
Otra polémica se generó cuando Pachelo declaró en el expediente que se había retirado del country “después de ver los últimos minutos del River-Boca o los primeros cinco de Independiente-Central”, que jugaban uno a continuación de otro ese domingo. Eso establecía más o menos las 18.30, nada menos que la hora del crimen…
Precisó que se había dirigido al Paseo Alcorta para comprar junto a su madre guantes del Hombre Araña para su hijo, y como prueba aportó un ticket de venta. El tema es que estaba abonado con la tarjeta de crédito de su mamá y no de él, lo cual no servía para demostrar que se hallaba a esa hora en Capital.
No es todo: en la causa aparece un listado aportado por la empresa Movicom que determina que recibió una llamada a las 19.32 en Pilar, lo que dejaría claro que no pudo recorrer el trayecto a la Ciudad de Buenos Aires en 7 minutos y 15 segundos. ¿Qué dijo Pachelo al respecto? “El fiscal Molina Pico me enseñó esas planillas de la empresa telefónica. Recuerdo que le dije: ‘Pero yo no estuve ahí’”.
Pachelo, citado por Molina Pico, enfrentaba la típica pregunta de las películas: "¿Qué hizo usted el 27 de octubre de 2002?". Habían transcurrido dos meses del crimen y entonces contestó fiel a su estilo: "No tengo la más mínima idea". Ante esa respuesta el funcionario judicial le indicó: "Piense y regrese mañana".
"Menos mal que mi mujer –se refiere a Inés Dávalos, de quien hoy está separado- recordó que el domingo del crimen fue a ver un musical de Diego Torres. Por eso pedimos a Visa un duplicado del comprobante de compra para estar más seguros, más allá de la factura de mi madre que había conservado porque es organizada –aclaró Pachelo, y agregó-: te aporto otro dato que va a sorprender: el ticket de Visa registra que la compra la hicimos 21.03. Pregunto yo, ¿cuál tiene validez para los que me quieren involucrar?".
Le pedí que me aclarara si podía lo del detalle de las llamadas de Movicom que lo ubicaban en Pilar a la hora aproximada en la que él declaraba que se hallaba en Paseo Alcorta. Muy seguro dijo: "Como no había que ser muy inteligente para darse cuenta de que los García Belsunce me querían inculpar para ellos desligarse de las sospechas que el fiscal tenía acerca de esa familia, solicité ayuda a un experto en telefonía que fue muy claro y sincero conmigo: 'Cuando hay mal tiempo o tormenta como me decís que pasó en esa fecha, la recepción de las antenas pierden bastante precisión. Capaz que te encontrás en Pilar y marca la zona de Luján o cualquier otra'. Con esto lo que quiero demostrar es que para adjudicarme tamaña responsabilidad como pretenden los hermanos de la víctima, quiero que de comunicaciones opine un técnico con trayectoria y no ellos que se aferran a todo lo que les dicen para zafar".
¿Mintió respecto a cómo se enteró del crimen?
En el expediente también ofrece testimonio como testigo un mozo de apellido Monzón, de la estación de servicio Esso ubicada en Panamericana y Ruta 25, quien declaró que a las 8 de la mañana del 28 de octubre de 2002 –día siguiente al crimen- Pachelo mientras desayunaba allí le consultó si sabía algo de una mujer que mataron en un country, cuando todavía estaba muy lejos de saberse que se trataba de un homicidio.
Pachelo manifestó con relación a ese hecho que Monzón mentía porque él se enteró de la muerte de María Marta entre la mañana y el mediodía del día posterior, cuando le preguntó a un guardia que estacionaba autos qué pasaba que había tanto movimiento en Carmel.
Según Nicolás Pachelo, el custodio le expresó: "No sé, creo que murió Carrascosa". Ante esto, él manifiesta que a la tarde se dirigió al club house para abonar las expensas y le dijo a una empleada de nombre Sandra: "Me contaron que murió Carrascosa". Y ella le aclaró que no, que la que había fallecido era su esposa al resbalar en la ducha. "Volví a casa, se lo comenté a mi mujer, estaba la mucama que escuchó y que dijo que se lo había dicho a las nueve y media de la mañana, pero tiene una confusión de horarios, si no, consulten con Sandra que no me va a dejar mentir".
Revisando la causa surgió otro detalle que me impactó. Jackeline Barbará, quien fuera pareja de su padre, Roberto Pachelo, expresó que Nicolás pudo haber estado involucrado en la muerte de su progenitor, que acabó por suicidarse. Y le adjudicó cuando era niño haber intentado prender fuego la cuna de Francisco, su hermano. Su respuesta fue contundente: "No sé por qué dijo eso. La justicia determinó que mi padre se suicidó. Está la autopsia. ¿Cómo le voy a hacer eso a mi propio hermano? Ambos además de cometer adulterio no eran ningún ejemplo. Mi padre nos golpeaba a los dos".
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