Violencia y muerte en La Matanza. El crimen de un referente social dejó al descubierto una sórdida guerra narco
El domingo al mediodía, René Mendoza se reunió con los vecinos y se comprometió a reclamar mayor presencia policial en el barrio para controlar a los narcotraficantes; ese día a las 21.30, dos sicarios fueron a su casa y le dispararon 14 balazos
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Por su ubicación estratégica sobre la costa del río Matanza, los barrios San Cayetano y Fátima, en González Catán, y los asentamientos al fondo de la calle Tafí del Valle, en Gregorio de Laferrere, se convirtieron en territorio dominado por bandas narcos de paraguayos, algunos de ellos, con formación militar.
René Mendoza, de 78 años, que organizaba a los vecinos para evitar convertirse en víctimas de esas organizaciones, fue víctima inocente de una banda de narcotraficantes que asesina a quienes los denuncian, se trenza en guerra con grupos rivales que intentan instalarse en su zona para vender droga e incluso balea a policías, como hicieron el 13 de enero pasado con el efectivo Federico López, de la Policía Federal.
Referente de la comunidad boliviana que vive en dichos barrios, de formación policial en su país, donde incluso fue custodio de la esposa del expresidente Víctor Paz Estenssoro hasta que decidió radicarse en La Matanza con su familia, hace tres décadas, Mendoza fue acribillado el domingo minutos después de las 21.30 por dos narcos que le dispararon 14 balazos en la puerta de su casa, en Villa Dorrego. Siete horas antes, la víctima había realizado una reunión con varios vecinos del barrio que expusieron una serie de hechos violencia ocurridos en la esquina de Calderón de la Barca y Tarija, donde un narco había instalado un puesto de venta de droga.
A partir de la instalación de ese búnker de paco y marihuana, los vecinos comenzaron a convivir con los consumidores que concurrían a comprar droga y asaltaban a la gente para obtener dinero y, así, poder adquirir más estupefacientes, fundamentalmente, paco.
Durante la charla con los vecinos, Mendoza, que pegaba carteles en el barrio con los que alentaba a denunciar a los narcos, se comprometió a llevar adelante gestiones para aumentar la presencia policial en la zona.
Siete horas después de hacer esa promesa, dos sicarios, se acercaron a su casa, situada en la esquina de Buenos Aires y Tarija, y preguntaron por el dueño de la vivienda. Cuando Mendoza cruzó el umbral de la puerta de su casa, le dispararon 14 balazos. Los sicarios huyeron. El cuerpo de la víctima quedó en el patio de la vivienda. Sus hijos, que estaban dentro de la casa, escucharon los balazos e intentaron auxiliar a su padre, pero sus esfuerzos fueron inútiles. Según declararon los familiares de la víctima ante la policía, los sicarios que asesinaron a Mendoza serían paraguayos.
En la zona donde Mendoza decidió hacerles frente a los narcos la vida no vale nada. Hasta el último fin de semana, se registraba un homicidio por mes. Sin embargo la violencia recrudeció en los últimos días. Cuarenta y ocho horas antes del asesinato del referente comunitario, un supuesto dealer del barrio, identificado como Marcelo Estigarribia, murió en un tiroteo con un grupo de policías bonaerenses que rastrillaba la zona en busca de un chico de 12 años con pedido de averiguación de paradero.
La guerra narco que azota el barrio donde Mendoza pugnaba por mejorar la calidad de vida de los vecinos a partir de denunciar a los traficantes y llevar presencia policial comenzó hace más de dos años con la detención de José Rodrigo Ruiz Díaz, alias Carancho o el Zar de la Costa. Con 20 años, Carancho lideraba una banda de narcotraficantes que se instaló en la costa del río Matanza para vender paco y marihuana.
Con una canoa y una tirolesa, la banda pasaba la droga del partido de La Matanza a Ezeiza, en la otra orilla del río. Para poder apresar a Carancho y sus cómplices, los efectivos de la comisaría de Laferrere y de la Jefatura Departamental de La Matanza, a cargo del comisario Walter Mamani, recurrieron a uniformes de camuflaje para evitar que los “soldaditos”de la narcobanda pudieran alertar sobre su llegada.
Al dominar la costa del río Matanza, la banda de Carancho se aprovechaba del terreno arbolado y rodeado de pastizales altos para acopiar la droga y procesar la pasta base de cocaína para transformarla en paco. Para llegar a la costa, los narcos pasaban por los barrios Fátima y San Cayetano, en González Catán, y por la calle Tafí del Valle, en Laferrere. En esos barrios usurparon casas que transformaron en búnkeres de venta de marihuana y paco. También recurrían a dealers o deliveries para distribuir los estupefacientes.
Este tránsito constante de narcos que cruzaban los barrios para llevar y traer droga, sumado a los puestos de venta que se instalaron y a la llegada de los consumidores multiplicaron los asaltos contra los vecinos y los tiroteos entre las bandas que intentaron tomar el estratégico territorio.
Con la captura de Carancho, hace dos años, comenzó otra guerra entre los dealers que huyeron de los allanamientos y las otras bandas que siempre habían querido dominar la zona. Una de esos grupos era comandado por “Pochito” Rodríguez Romero, otro joven narco paraguayo que realizaba simulacros de fusilamiento para enviar su mensaje de miedo a las bandas rivales.
“Pochito” usaba las redes sociales para distribuir los videos en los que aparecía con una pistola calibre .45 con el cañón del arma apoyada en la nuca de una víctima, que, arrodillada, suplicaba por su vida. En esos videos, Pochito mostraba su poder y su frialdad para matar.
Actualmente, Carancho Ruiz Díaz está preso, procesado por narcotráfico en la causa 011900051041D, También tiene una resolución en su contra por un intento de homicidio. En tanto que Pochito Rodríguez Romero fue apresado cuando circulaba con su pareja a bordo de una camioneta Toyota Hilux. En su poder, los policías secuestraron la pistola calibre .45 que aparecía en los videos con los simulacros de fusilamientos, droga y efectivo.
Durante los últimos meses, la denominada banda de los “Capé” apareció en escena para intentar disputarles el territorio a los soldaditos de Carancho y Pochito, así que la guerra por la zona narco se atomizó, los homicidios recrudecieron y los vecinos lo sufren.
El 13 de enero pasado, el policía Federico López fue baleado en la cabeza por uno de esos soldaditos narco. A López le dispararon cuando usaba un carro tirado por un caballo para pasar inadvertido en esa zona semirrural de La Matanza, frecuentada por cartoneros y ladrones de autos que utilizan esa área desolada para desguazar los vehículos que roban. A pesar de la gravedad de la herida, López logró sobrevivir.
Siete meses después, la fiscal de La Matanza Julia Panzoni ordenó una serie de allanamientos en la zona donde fue baleado el policía López. Para concretar las capturas, en una serie de casillas instaladas a orillas del río, junto a una tirolesa que contaba con un cable de 50 metros, los efectivos del Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF), permanecieron durante 24 horas con uniformes camuflados entre los árboles, a la espera de que todos los sospechosos llegaran a las improvisadas taperas.
Durante los procedimientos, los policías secuestraron 7000 dosis de paco, 38 kilogramos de marihuana y once plantas de cannabis. Además, los efectivos hallaron tres pistolas semiautomáticas, una granada, cargadores, chalecos antibalas, 180 proyectiles y 18 celulares. Mientras que a un lado de las taperas, en la orilla del río Matanza, los uniformados encontraron la tirolesa con un cable de acero de 50 metros que llegaba hasta la margen del río que pertenece a Ezeiza, tres roldanas y tres silletas.
El soldadito narco que le disparó al policía López fue identificado, detenido y procesado en un sumario que instruyó la fiscal Andrea Palín.
A pesar de las detenciones de nueve narcos, en julio pasado, los enfrentamientos no solo continuaron, sino que recrudecieron debido a que todos los soldaditos quieren dominar el territorio para vender droga. En el contexto de esa guerra asesinaron a Mendoza por el simple hecho de haberse animado a reclamar policías y a denunciarlos.
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