Violencia en Rosario: la angustia de un taxista en vivo al contar cómo se despide de su hijo cada vez que sale a trabajar
José trabaja en un taxi y carga combustible en la misma estación de servicio donde mataron a Bruno Bussanich el sábado; “mi hijo se largó a llorar porque no sabe si su papá vuelve”, confesó
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“Con precaución”. Así describe la rutina de agarrar el auto y salir a manejar por la ciudad de Rosario un taxista que, tras la escalda de violencia que se cobró la vida de dos compañeros de profesión, podría costarle la suya también si elige mal a quien subir a su taxi. Estos asesinatos en la vía pública, más los perpetrados contra un colectivero y un playero, fueron el punto de inflexión para que la agenda pública le preste atención de nuevo a la tercera ciudad más poblada del país. El Gobierno desplegó un fuerte operativo junto a las autoridades provinciales con la intención de hallar a los culpables y desmantelar el crimen organizado.
Entrevistado por Estaban Trebucq en la pantalla de LN+, José se animó a contar en carne propia cómo es el día a día en Rosario. “Acá tenemos mucha precaución”, dijo el taxista desde la estación de servicio en la avenida Mendoza donde el sábado mataron a sangre fría Bruno Bussanich. “Vine a cargar combustible y se me puso la piel de gallina”, confesó.
El hombre comentó que vive a poca distancia de la escena del crimen y que habitualmente carga su vehículo en aquella estación Puma, pero que a pesar de lo que podría ocurrirle trata de “seguir adelante”.
Según narró, consiguió formar una familia y tiene al menos un hijo. Sostiene que la situación de violencia en Rosario no solo le afecta a él, sino a los menores de la casa. “Mis hijos no tienen infancia y es muy feo”, se quejó con la voz a punto de quebrarse.
Después, relató que siempre le da un abrazo porque no sabe si será la última vez. “El otro día mi hijo se largó a llorar porque no sabe si su papá vuelve o no... ‘Vamos a ver si nos vemos cuando vuelva’”, son las palabras que alcanza a decirle cuando se saludan.
Tras ello, José indicó que siente “vergüenza” por ver a la ciudad donde vivió toda su vida en esas condiciones. “A ver si alguien nos da una solución. Nunca la vi a Rosario así, tan descuidada en todo sentido”, expresó sin bajarse del vehículo.
“Se está sobreviviendo”, señaló sobre el trabajo como taxistas y añadió que durante la jornada del lunes se vio poca gente en las calles. Esto a raíz del paro de colectivos, de algunos taxis y que no hubo clases por seguridad, además de, como contó LA NACION, muchos negocios con persianas bajas o a medio abrir.
“Tenemos esperanza. Que nos den una mano. Que se acuerden de la gente que laburamos y que nos rompemos el culo todo el día en la calle porque estamos todos expuestos. Tenés que ir mirando a quién levantar y a quién no, pero no me gusta discriminar porque vivo de la gente que pierde su tiempo en levantarme la mano”, reflexionó.
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