Violencia en las calles. Las balaceras y amenazas conducen a un expiloto de aviones y a La Mafia Nueva Generación
El arresto de un sicario abre nuevas líneas de investigación sobre la intimidación a un fiscal y los disparos a sedes policiales
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“Vamos a matar policías, jueces y fiscales”, profería la amenaza que dejaron en dos edificios policiales que balearon. El autor del mensaje no cumplió al pie de la letra su profecía. Pero minutos después mató a un hombre que paseaba el perro en la zona sur de Rosario. E hirió a otra persona que esperaba el colectivo, que está en grave estado.
En menos de dos horas todo puede crujir y parecer que vuela en mil pedazos en Rosario. Solo basta que alguien con una moto y un arma reciba la orden y tenga la decisión temeraria de hacerlo. Durante la tarde del viernes de la semana pasada se produjeron tres hechos que están relacionados: primero, balearon el edificio de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) –donde apareció una amenaza escrita en un cartón contra el fiscal Matías Edery-, minutos después atacaron a tiros, a diez cuadras de allí, un destacamento policial ubicado en el barrio El Tanque, en La Tablada, donde resultó herido de gravedad David Obregón, quien esperaba el colectivo. Allí los atacantes, que se desplazaban en una moto, arrojaron un cartel igual al que habían dejado en la sede de la AIC, que advertía: “Fiscal Edery dejen de matar gente inocente o si no vamos a matar policías, jueces y fiscales”.
El raid violento no quedó ahí. Minutos después, cerca de las 21.30 el mismo sicario mató a Leonel Laureano Cardozo, de 25 años, cuando paseaba el perro por Flamarión al 5100, en el sur de la ciudad. Los investigadores detectaron –de acuerdo a los peritajes- que se usó la misma arma: una pistola calibre 40. Y se identificaron huellas dactilares que pertenecen al asesino.
El presunto autor de esta serie de hechos es Lautaro Román Núñez, que fue imputado y está detenido desde el miércoles pasado, cuando la Dirección de Inteligencia Criminal de la AIC, a cargo del comisario Damián Meza, realizó un operativo, que incluyó diez allanamientos, y lo detuvo. Anteayer fue imputado de los tres hechos y la jueza Silvia Castelli dictó su prisión preventiva por 60 días.
¿Quién está detrás de esta serie de atentados y este asesinato? Es una incógnita aún sin resolver, a pesar de que existen sospechas que se anudan a partir de las relaciones que tenía Núñez, que ya había estado preso. Una de las pistas apunta al narco peruano Julio Rodríguez Granthon, preso en el penal de Ezeiza, quien se consolidó en Rosario como uno de los engranajes más importantes de lo que se denomina el crimen organizado.
La otra hipótesis, que no se descarta, es que pudo ser un sector ligado a la banda de Los Monos, más específicamente a Matías César, que está detenido en el penal de Piñero, condenado por los atentados a jueces y edificios judiciales que se ejecutaron en 2018. El jueves pasado este joven de 26 años fue imputado por los fiscales Valeria Haurigot y Franco Carbone, que lo acusaron de liderar una asociación ilícita desde el penal, que la llaman “La Mafia Nueva Generación”.
La sucesión de atentados y un crimen que ocurrió el viernes de la semana pasada pareció algo casi natural en Rosario. Pero lo que ocurrió es gravísimo. Los nueve disparos que impactaron en la sede de la Agencia de Investigación Criminal no provocaron hechos más graves, como heridos y muertos, de casualidad, ya que durante la hora de la tarde en que se concretó esa balacera, hay en esa dependencia un movimiento intenso de policías. Es la tercera vez que atacan ese lugar, que no tiene ni siquiera una guardia preventiva. La gravedad aún es mayor porque en las amenazas se indicaba que iban a matar policías, fiscales y jueces.
En setiembre de 2021, el líder de Los Monos Ariel Cantero fue condenado a 21 años de prisión por realizar una serie de ataques a tiros contra residencias de jueces y edificios del Poder Judicial. El brazo operativo de esas maniobras estaba a cargo de Matías César, que está ligado a Los Monos, a pesar de que la banda mató a parte de su familia en 2013. Ese año este grupo criminal asesinó a su primo Nahuel, su madre y su padrastro, en un plan para aniquilar a los posibles autores del crimen del líder de Los Monos Claudio Cantero, ya que pensaban que Milton César, primo de Matías, había matado a Pájaro en la puerta de un boliche.
Núñez, el imputado por el ataque a la sede de la AIC del viernes pasado y las amenazas contra fiscales y policías, estaba ligado al grupo que lidera Matías César. No está claro para los investigadores cuál es la relación actual. Porque el propio Núñez dejó deslizar que está enemistado con este sector de la banda de Los Monos. La duda que no se pudo despejar es qué hay detrás de los atentados y las amenazas, ni a qué responden. Las lealtades son frágiles y precarias en el mundo criminal rosarino, tanto como la fisonomía de los grupos violentos, que logran provocar esta conmoción con herramientas rústicas: una moto y una pistola calibre 40. Nada más.
El atentado a la sede de la Agencia de Investigación Criminal se produjo tres horas después de que se conociera el veredicto del juicio en el que Guille Cantero, líder de Los Monos, fue condenado a 17 años de prisión por el ataque a tiros al casino de Rosario en enero de 2020, que le provocó la muerte a un apostador que estaba en uno de los balcones de City Center.
La primera interpretación que se hizo después del ataque a la sede policial, donde se encontraron las amenazas contra el fiscal Edery, era que el atentado había sido planeado por Los Monos. Edery fue uno de los fiscales, junto con Luis Schiappa Pietra, que investigaron toda la espesa trama de complicidades que surgieron a partir de la balacera al casino de Rosario.
A pesar de que la línea temporal sumaba sospechas sobre Los Monos, los investigadores empezaron a sospechar que podría haber otros implicados, que decidieron aprovechar el momento porque suponían que en medio de ese contexto todos iban a mirar a los Cantero. El líder de Los Monos carga sobre sus espaldas con esta nueva condena 113 años de cárcel y podría pensarse que no tiene nada que perder.
Drogas y lavado de dinero
Durante las últimas horas apareció otra línea en la investigación que apunta a Julio Rodríguez Granthon, un jefe narco de origen peruano, que fue proveedor de cocaína de Los Monos, y que decidió abrirse camino en el narcomenudeo, más allá de considerarse un mayorista. Fuentes policiales apuntaron que Granthon recibió un fuerte impacto emocional tras la detención en diciembre pasado de su padre Francisco Rodríguez Villarruel, de 62 años, que vivía en una casa de grandes dimensiones en la localidad de Funes, vecina a Rosario.
El poder de Rodríguez Granthon se expandió en Rosario en los últimos dos años. Desde la cárcel de Ezeiza este expiloto de aviación de origen peruano maneja un engranaje sofisticado de una maquinaria de lavado de dinero y de narcotráfico que excede el mapa santafesino, ya que se detectaron contactos con el conurbano bonaerense y la provincia de Corrientes.
A partir del secuestro de 567 kilos de marihuana, en los que se identificó a Ricardo Piris, yerno del exintendente de Itatí Roger Terán, como uno de los proveedores de esa droga proveniente de Paraguay, una investigación encabezada por fiscales federales de Rosario y la Procuraduría de Narcocriminalidad logró identificar cómo funciona la organización, que es liderada desde el penal federal de la provincia de Buenos Aires por ese narco peruano a través de comunicaciones con teléfonos celulares.
Rodríguez Granthon, nacido en Callao, Perú, creció de manera vertiginosa en los últimos dos años desde las prisiones en las que estuvo alojado, entre ellas Piñero, en Santa Fe, y Marcos Paz y Ezeiza, penales federales ubicados en la provincia de Buenos Aires. El Peruano, como se lo conoce a este jefe narco, ya fue condenado dos veces y acusado del participar del crimen del exconcejal Eduardo Trasante. Pero a pesar de que las sentencias y las investigaciones en contra de Rodríguez Granthon se suman se comprueba, además, que su red criminal y económica sigue funcionando intacta.
En una requisa a la celda de Rodríguez Granthon en el penal de Ezeiza se incautó un teléfono celular que aportó información sobre los movimientos de la organización. El 29 de mayo pasado se secuestró en un galpón de la localidad de Funes, en las afueras de Rosario, 567 kilos de marihuana, que había trasladado a la provincia de Santa Fe por Ricardo Piris, un hombre que había sido condenado en el marco de la megacausa que se centró en la actividad narco en Itatí, donde su suegro Roger Terán era el intendente.
A partir de la “caída” de este cargamento la investigación profundizó los lazos y las maniobras que ordenaba Rodríguez Granthon desde la cárcel de Ezeiza. Uno de los nexos más importantes que tiene este narco es en La Reja, partido de Moreno, provincia de Buenos Aires, donde un alfil de la banda reside allí, como es Facundo Pérez, alias Jirafa, que se encargaría de la distribución de la droga y también de operaciones de supuesto lavado de dinero.
En la causa se estableció que esta banda había trasladado un cargamento de 200 kilos de cocaína, que tenía como destino la ciudad de Rosario y conurbano bonaerense, donde la droga se distribuía en diferentes facciones de otros grupos narco. Este cargamento habría arribado a Argentina en julio del año pasado, y los investigadores advirtieron que en ese momento en las comunicaciones telefónicas los miembros de esta organización hacían referencia a que habían llegado “200 pollos”.
De acuerdo a la causa, el 7 de julio del año pasado, desde el penal de Ezeiza, Rodríguez Granthon le indicó a su aliado en la provincia de Buenos Aires Facundo Pérez el cronograma de reparto del estupefaciente. Le envió a Jirafa una foto de una lista donde figuraban “50 Toro, 40 Rodrigo, 30 Reina, 15 Marta 15, Mario 10, Fede 10, Chulo 10″.
Otro punto importante de la investigación está relacionado al dinero proveniente del narcotráfico que se usa para camuflarlo a través de actividades lícitas. Pero, además, un capítulo importante es cómo este grupo criminal obtenía dólares para adquirir la droga que luego comercializaba.
En este capítulo aparece como un engranaje clave las maniobras que realiza Noel Ramos, quien posee “una tarea primordial” como es comprar dólares blue para adquirir la droga que viene del extranjero. En noviembre de 2021, Rodríguez Granthon fue procesado en una causa por narcotráfico en Rosario, donde se descubrió que este narco compraba por semana unos 32 millones de pesos en una cueva financiera, que era manejada por Gustavo Shanahan, expresidente de Terminal Puerto de Rosario.
También se detectó que Rodríguez Granthon tenía una red de lavado de dinero que incluía la compra de camiones para una empresa de transporte que maneja su familia y también varias propiedades. Llamó la atención que se enfocaran las actividades de blanqueo en el rubro ferretería.
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