Violencia: el desafío más importante es detener el crecimiento del narcomenudeo
Decenas de miles de personas integran aquí las bandas de vendedores de drogas
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El problema es conocido, pero crece cada año sin que el Estado –con sus responsabilidades ejecutivas, legislativas y judiciales– entienda la real magnitud del desafío narco. Hace 20 años que el movimiento es cíclico. Cuando se trazan nuevos planes de seguridad a escala federal se apunta siempre a las rutas del abastecimiento de drogas, se piensa en la captura de fantasmagóricos carteles que solo existen en los manuales mundiales que se distribuyen sin mirar la realidad local. Sin embargo, el peligro real aquí no es un movimiento de diez toneladas de cocaína, sino los miles de grupos que hacen circular 500 gramos. Cuando el error estratégico queda expuesto con sangre en las calles se regresa de urgencia a la menos mediática lucha contra el narcomenudeo. Y a esas bandas se les dan demasiadas ventajas.
No debería llamar la atención que un grupo narco muestre músculo frente a aterrorizados vecinos, como ocurrió en el barrio Padre Mugica. Al no ser constante la presión oficial contra esas bandas criminales, tienen estas tiempo para crecer. Un repaso de las estadísticas nacionales permite dimensionar el riesgo: fueron detenidos 17.030 integrantes de organizaciones narco entre 2017 y 2019.
No se toma en cuenta en ese dato los 28.719 detenidos en ese período por tenencia simple de drogas, que muchas veces –la mayoría, es posible– son confundidos en juzgados como consumidores. Fijar un límite a la tenencia simple es una deuda de los tres poderes del Estado, un hueco por el que se escapan miles de vendedores. Alcanzan los definidos 17.030 narcos para cruzar el número con las estadísticas de ejecución penal y observar que al menos diez mil no pasaron por la cárcel.
Tampoco podrían haber sido alojados todos esos sospechosos en prisiones, ya que no hay cupo disponible para aumentar la cantidad de presos. La Argentina queda así frente a uno de esos debates que aparecen frente a eventos anormales y que quedan sin resolver apenas otro tema tapa la polémica pública. Sin más cárceles no se puede albergar nuevos presos y, en consecuencia, las bandas narco mantienen sus estructuras intactas pese a los repetidos operativos. Eso se nota en barrios como el Padre Mugica. O en la periferia de Rosario.
Las bandas de narcomenudeo están formadas aquí por decenas de miles de personas. Son pequeñas estructuras de clanes, unidas por lazos de sangre y territorialidad. No tienen un mando en común, pero son el real desafío para las políticas públicas de seguridad.
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