Violencia. Cómo operaba la “Banda de Macaco”, los chilenos que se alojaban en hostels de la ciudad y hacían entraderas en el conurbano
Extremadamente violentos, cruzaron ilegalmente la frontera y se especializaban en entraderas y escruches. La justicia logró aprehenderlos, pero no serían los únicos.
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En los últimos meses empezaron a notar las autoridades policiales y judiciales una mayor presencia de bandas chilenas que operan en la región metropolitana. Incluso llegó un alerta desde Carabineros al Ministerio de Seguridad porteño, ya que del otro lado de la cordillera confirmaron el cruce de delincuentes a nuestro país, con la explicación que grupos venezolanos ganaron territorio en un proceso de colonización similar al que sufre Paraguay bajo la expansión de la organización criminal brasileña Primer Comando Capital (PCC).
Bien estructurados en algunos casos, como quedó en evidencia con la captura del grupo que robó en la ciudad 16 camionetas de alta gama en apenas 35 días, y extremadamente violentos, en otros, tal como es el caso de la banda que realizó varias violentas entraderas que derivaron en, al menos, un asesinato y un tiroteo con la policía, a ambos lados de la avenida General Paz.
Se trata de un fenómeno delictivo que causa preocupación, ya que estaban fuera del radar del sistema de prevención del delito.
Uno de los grupos desactivados fue responsable de una gran cantidad de robos violentos. Ese es el caso de la “Banda de Macaco” -por el apodo de su líder-, pero se sospecha que hay más grupos de estas características. Son, en su mayoría, jóvenes, agresivos y violentos que ingresaron ilegalmente al país -lo que dificultó mucho su identificación-. Probablemente, el más grave de los delitos fue el que terminó con el asesinato a balazos del profesor de gimnasia Nelson Peralta en Guernica en agosto pasado, pero antes de los había identificado en un tiroteo con la Policía de la Ciudad en La Paternal. Allí uno de los asaltantes fue abatido. Los rastros encontrados en la escena del último caso, una violenta entradera en City Bell en la que partieron el brazo de un pediatra, fueron clave para desarticular la banda.
Si bien en un principio no se pensó que eran hechos vinculados a una misma banda hubo un patrón que los delató: los testigos repetían una y otra vez que los delincuentes tenían acento chileno.
Juan Cruz Codomí Alcorta, a cargo de la UFI 16 de La Plata y la UFI N1 Descentralizada Presidente Perón, junto a su par de la UFI 2 de Ezeiza, Carlos Hassan, llevaron a cabo la investigación, coordinación de los allanamientos, imputaron y detuvieron a nueve de los once miembros de la banda, ya que uno murió y otro es menor de edad.
El viernes 1° de septiembre, tras una serie de allanamientos, la Justicia dio alcance al líder de la banda: Eduardo Ignacio “Macaco” Zepulveda Reyes de 26 años, chileno, que estaba viviendo en Congreso desde 2015, con pedido de captura internacional de Interpol.
Según fuentes oficiales, los delincuentes cruzaron la frontera de forma ilegal vía Neuquén y son solo algunos de varios que logran cruzar a pie aprovechando los aluviones de gente de aquella nacionalidad que cruza los fines de semana para hacer compras en los supermercados o shoppings argentinos.
El modus operandi de esta banda era el siguiente: se alojaban en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires y cometían delitos principalmente fuera de ella, en el conurbano bonaerense, a dónde iban a hacer su especialidad: entraderas y escruches -entradera pero sin los dueños en la casa-, en autos robados con las patentes cambiadas-de autos sin pedido de secuestro-. Generalmente, se movilizaban en uno o dos vehículos siendo hasta ocho personas. Generalmente cometían más de un delito por noche. También juntaban las armas que se iban apropiando en las distintas propiedades en las que entraron.
Para unir cabos y dar con todos ellos la justicia, luego de detener a algunos miembros en La Paternal y en City Bell, habría logrado identificar a varios de los criminales mediante el peritajes de sus celularesy los celulares que robaron investigando llamados, mensajes de texto y de voz y fotografías en WhatsApp y redes sociales como Facebook e Instagram -donde publicaron imágenes de armas y dinero, muchas veces posando con ellas. Fue así que también lograron dar con coordenadas exactas de Global Positioning System (GPS) de sus recorridos y paraderos y finalmente coordinar más de una decena de allanamientos en simultáneo en hostales, departamentos, estacionamientos, bares y kioscos de Capital Federal.
Los imputados se hospedaban en hostales ubicados en Congreso, Montserrat, San Nicolás, San Telmo, Barracas, Constitución y Balvanera, donde eran reconocidos por dueños y otros huéspedes por su mal comportamiento.
Dos de las grandes dificultades que tuvo la justicia y la policía es que al vivir en la ciudad y delinquir fuera de ella, complicó arduamente las investigaciones por un tema de jurisdicción y la precaria coordinación entre las distintas fuerzas de seguridad y sistemas judiciales de la Capital y de Buenos Aires.
El hecho de que cruzaron ilegalmente fue el otro gran obstáculo por la dificultad para identificarlos. No había huellas, fotos o antecedentes, por ende en los lugares donde robaron quedaron huellas y fotos, pero de nada servían. Por eso muchos atracos los hacían sin siquiera cubrirse el rostro o utilizar guantes.
Atracos recientes
Uno que evidenció la crueldad de los delincuentes fue el robo del 19 de junio al periodista de América TV y A24, Guillermo Murphy y su familia cuando sufrieron una violenta entradera a la madrugada en su casa de City Bell. Llegaron a su casa tras un viaje a Irlanda, fueron sorprendidos y maniataron a toda la familia. Murphy y su hijo recibieron culatazos por parte de cinco delincuentes de entre 19 y 20 años de origen chileno, que distinguió claramente por el acento. “Sufrí un robo con tortura, estoy anímicamente aniquilado, se llevaron objetos sentimentales como retratos de la familia, cosas inútiles para ellos”, dijo en su momento la víctima. Le dieron vuelta la casa y se fugaron con la camioneta que aún tenía las valijas adentro. En Wilde detuvieron a seis sospechosos que podrían haber sido de otra banda.
El 10 de agosto entraron siete hombres en una casa en Los Cipreses en Pilar durante la madrugada tras romper el alambrado perimetral de la propiedad. Levantaron a la familia y le pegaron al padre para que revelara la ubicación de los objetos de valor. Se llevaron dólares, joyas, monedas de oro y dos armas de la víctima. También se apoderaron de su camioneta Volkswagen Amarok y un VW Polo.
El episodio más violento que dejó expuesta crueldad de la banda fue el 11 de agosto, cuando mataron a balazos al profesor de educación física jubilado Nelson Daniel Peralta, de 56 años, en Guernica, partido de Presidente Perón. En la entradera que hicieron durante la madrugada los seis delincuentes entraron en Alaska. La mujer escuchó perros ladrar y se levantó de la cama. Al acercarse a la ventana del comedor vio a un grupo de hombres que le apuntaron y le dijeron: “No grites y no corras porque te matamos”. El marido, que presentó resistencia, recibió seis disparos de tres armas distintas cuando los ladrones se daban a la fuga. Su esposa también recibió una golpiza. Se llevaron $40.000 pesos, dos celulares y se fugaron en una Eco Sport gris y un Peugeot 408 oscuro hacia la ruta 210.
Otros miembros de la banda robaron en Ezeiza, en el barrio La Unión, la casa del padre del exfutbolista del Club Atlético Boca Juniors, Luis Vázquez. A raíz de este caso se involucró el fiscal Carlos Hassan y su secretario Joaquín Fajardo de la UFI 2 de Ezeiza a investigar con ayuda de la DDI de San Vicente.
El 14 de agosto se detuvo en La Matanza a dos chilenos, un hombre y una mujer, que estaban en una Fiat Rural Weekend. Había una similar con pedido de captura, los oficiales de la policía detuvieron a los sospechosos y corroboraron que la patente estaba cambiada. Andrés León Marín Bayron de 20 años y Lourdes de Omara Guiñez Vázquez de 22 fueron aprhendidos. En el baúl, debajo de la tapa de acceso al auxilio, tenían un bolso negro con una pistola calibre .22 mm, municiones, dos consolas PlayStation 4 con juegos, $980.000 pesos chilenos, tres relojes. La causa se tramitaba en la UFI 9 del partido del sudoeste bonaerense.
El 21 de agosto fue el tiroteo en La Paternal, cuando la banda con cuatro de sus integrantes robó una empresa textil en Seguí al 2500, a donde entraron a la fuerza. Tras un llamado al 911 intentaron darse a la fuga en una Ford Eco Sport gris y chocaron contra dos patrulleros que los interceptaron. En ese enfrentamiento fue abatido Maycol Lillo Pérez, de 18 años, y capturados sus cómplices Luis Gerardo Mateluna Rifo, Leonardo Rafael Traipe, y un menor que quedó en manos de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional de Menores N°3.
El miércoles 23 de agosto en la calle 478 entre 26 y 27 en City Bell, La Plata, la banda entró en la casa de un médico pediatra de 44 años. La policía llegó al lugar tras un llamado de emergencia y vieron un Volkswagen Polo gris, estacionado paralelo al cordón frente a la puerta de la casa, con el motor encendido y sin ocupantes. Dieron la vuelta a la manzana y se encontraron con uno de los delincuentes con las manos en la masa: salía de la propiedad con un televisor en manos. El hombre lo arrojó al piso y se dio a la fuga, fracasando en el intento. Algunos de ellos intentaron huir por la puerta trasera de la propiedad y también fueron aprehendidos. El médico había sido abordado por una banda de seis personas cuando estacionaba su Audi A3. Uno de ellos se llevó su vehículo en ese momento. Al hombre lo ataron y le partieron un brazo de una patada cuando se cubrió la cara para protegerse. Además amenazaron con “buscar y matar” a su familia para hacerse de los objetos de valor dentro de la propiedad: televisores, celulares, tabletas y dinero.
Dentro del vehículo que encontraron encendido en la vereda la policía encontró un bolso Gola blanco y negro con una docena de armas. Entre ellos, siete revólveres (calibre .22 .44 .45, Colt y Smith & Wesson, entre otros), dos pistolas (una de ellas, Bersa .22), pistolones y parte de una escopeta y cientas de municiones. Además, dentro del auto había cuatro celulares, dos televisores, laptops, tablets, barretas y dos patentes de auto para recambios delictivos.
En City Bell fueron atrapados los ciudadanos chilenos Matías Hernán Ignacio Sulueta Castillo, de 21 años, y Pedro Pablo Flores Camaño, de 30, además de sus cómplices locales Lucas Isaías Delgado, de 26; Cristian Abel Villarruel, de 25, y Mauricio Alan Romero, de 24.
Este último caso fue clave para realizar allanamientos el viernes 25 de agosto y dar con la evidencia necesaria para imputar y aprehender al restante de los integrantes -incluso al líder- para terminar de desarticular a la banda el primero de septiembre. Los fiscales Juan Cruz Codomí Alcorta y Carlos Hassan, en conjunto con la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de La Plata y de San Vicente, además de la Policía Federal Argentina (PFA) realizaron ese operativo.
Fueron al menos una docena de allanamientos en hostales, departamentos, estacionamientos, bares y kioscos de la ciudad de Buenos Aires. Durante los procedimientos fueron capturados los últimos dos prófugos, de nacionalidad chilena, mientras intentaban vaciar un departamento perteneciente a otro de los miembros detenidos. Uno de ella es el señalado jefe de la banda, Eduardo Ignacio “Macaco” Zepulveda Reyes, que utilizaba el seudónimo Francisco Oliver Rodríguez Segovia, de 26 años, que tenía pedido de captura internacional de la Interpol. El hombre vivía desde 2015 en el barrio de Congreso. Otro prófugo por el robo en La Paternal, Dylan Alejandro Ruiz Mateluna, de 23 años, había sido beneficiado con la prisión domiciliaria, en una causa por tenencia ilegal de arma de fuego.
Los detenidos, seis de ellos de nacionalidad chilena, fueron imputados por asociación ilícita, robo doblemente agravado por cometerse con arma de fuego, en banda y con participación de un menor de edad en concurso real con homicidio doblemente agravado por cometerse con alevosía y criminis causa.
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