Rafael Ángel Carrillo Rodríguez fue detenido en Venezuela, su país natal; estaba prófugo y con pedido de captura internacional por raptar a Javier Moscuzza, un supermercadista de Quilmes que estuvo cautivo cinco días y por cuya liberación se pagaron 65.000 dólares en bitcoins; la víctima y su familia abandonaron la Argentina
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Por debajo de las vendas que le cubrían los ojos llegó a ver el pozo que cavaban. Ese agujero en el fondo de un terreno en Los Hornos, en las afueras de La Plata, iba a ser su tumba. Desde el primer momento en que fue secuestrado, Javier Moscuzza, empresario de Quilmes, se convenció de que no iba a seguir con vida a pesar de que su familia pagara parte del rescate exigido.
Él había estado cara a cara con el cerebro detrás de su secuestro: Rafael Ángel Carrillo Rodríguez, un exempleado suyo. La banda exigía 650.000 dólares para liberarlo. No se conformaban con los US$65.000 que les habían transferido en bitcoins, la criptomoneda más conocida. Entonces, cuando escuchó el ruido seco de las armas y cuando los captores simularon gatillar, los convenció de que si él estaba libre podía hipotecar sus propiedades y entregarles el dinero que querían. Esa idea fue su salvación.
Ahora, casi 11 meses después, la víctima, su esposa y sus hijos viven en el exterior, lejos de la inseguridad y el miedo que sentían en la Argentina. El ideólogo del plan criminal, que estaba prófugo y con pedido de captura internacional, fue detenido en Venezuela, su país natal.
Lejos de Buenos Aires, Moscuzza espera que Carrillo Rodríguez sea extraditado a la Argentina para ser juzgado y condenado. “Pido que el canciller Felipe Solá diga públicamente que van a tratar de extraditar a Carrillo Rodríguez. Y si no pueden, que también lo digan”, afirmó la víctima.
Según explicaron a LA NACION fuentes judiciales, la situación depende de “una cuestión de reciprocidad” entre las autoridades de la Argentina y de Venezuela, porque no existe tratado de extradición entre ambos países. En las negociaciones participa la Dirección de Cooperación Internacional de la Procuración General de la Nación.
Moscuzza, de 47 años, estuvo cautivo cinco días y su secuestro fue un caso sin precedentes en la historia criminal argentina: fue la primera vez que una banda criminal cobró un rescate en criptomonedas.
En 1999 empezó a trabajar como repositor. Cuatro años después abrió un almacén y en 2006 inauguró su supermercado, donde sufrió 64 robos en nueve años.
Como informó en su momento LA NACION, la pesadilla para el empresario comenzó el 13 de octubre pasado, cuando salió de su departamento, en el barrio porteño de Villa Pueyrredón, hacia su supermercado de Quilmes. Cuando estaba por comenzar el viaje se le acercó Carrillo Rodríguez y le pidió si podía llevarlo hasta la misma zona de su comercio. Argumentó que había tenía un desperfecto mecánico con su auto. Pero era una trampa. Apenas subió a la camioneta, el exempleado extrajo un arma y obligó al supermercadista a conducir unos 300 metros, lo hizo estacionar y después, subirse a otro vehículo.
“Carrillo Rodríguez llegó a la Argentina con una mano atrás y otra adelante, y yo le di trabajo”, dijo a LA NACION Moscuzza, desde lejos de su viejo hogar, pero interesado en el avance de la causa judicial por su secuestro.
El cerebro detrás del plan criminal tiene 25 años y en Venezuela había sido policía. Cuando Moscuzza lo conoció, Carrillo Rodríguez vivía en una pensión situada cerca de su supermercado de Quilmes. Le dio trabajo como repositor desde el 6 de septiembre de 2017 hasta el 31 de julio de 2018. “Como empleado no puedo decir nada, trabajaba”, recordó el empresario.
Dejó de trabajar para Moscuzza porque quería conseguir empleo como vigilador privado. Carrillo Rodríguez hizo los trámites en la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMaC, el ex Renar) para ser legítimo usuario de armas de fuego. Consiguió los permisos, según Moscuzza.
Como no consiguió trabajo como vigilador, volvió a pedirle empleo a Moscuzza, pero el supermercadista le dijo que ya había contratado a otro repositor, aunque lo recomenzó a su hermano, dueño de una empresa constructora, donde estuvo tres o cuatro meses.
Carrillo Rodríguez dejó de trabajar para el hermano de Moscuzza porque dijo que se iba a dedicar al negocio de las criptomonedas. En ese momento estaba de novio con la encargada del supermercado, que también renunció con el mismo objetivo. La pareja tuvo un hijo.
Liberación
De regreso al secuestro del 13 de octubre de 2020, Moscuzza fue liberado cinco días después, a las 10. Para ese momento, su hermano había transferido 65.000 dólares en criptomonedas. La investigación ya se había iniciado cuando la víctima estaba cautiva, tras la denuncia de la familia.
La pesquisa está a cargo de la fiscal federal de Quilmes, Silvia Cavallo, que cuenta con la colaboración de la Unidad Fiscal Especializada en Secuestros Extorsivos (Ufese), conducida por Santiago Marquevich, y de detectives de la policía bonaerense y la Policía Federal Argentina (PFA).
La fiscal Cavallo y los detectives policiales lograron ubicar la casa de la localidad platense de Los Hornos en la que había estado cautiva la víctima. En un allanamiento, los investigadores secuestraron un machete que fue reconocido por el supermercadista como el elemento que sus captores utilizaron para amenazarlo.
“Cuando les decía que si me liberaban les podía conseguir más dinero, hablaban entre ellos y llegaron a decir que se habían equivocado, que tendrían que haber secuestrado a mi esposa para que yo pagara”, sostuvo Moscuzza, con los recuerdos vivos de aquella pesadilla.
El 5 de febrero pasado fue detenido en Brasil un cómplice del expolicía venezolano. Se trata Junior Argenis Páez Peña, de 29 años y también venezolano.
“Durante el periodo de tiempo que la víctima estuvo privada de su libertad, los captores grababan videos como prueba de vida. Los mensajes extorsivos eran enviados por WhatsApp a una línea telefónica de Colombia desde donde, posteriormente, lo remitían al teléfono del hermano de Moscuzza, a quien le exigían dinero por su liberación”, explicó el juez federal de Quilmes, Luis Armella, cuando procesó a dos supuestos integrantes de la banda.
Con Carrillo Rodríguez y Páez Peña detenidos, los investigadores aún buscan a un prófugo, también venezolano. Los tres lograron irse de la Argentina a pesar de las prohibiciones que había para circular en medio de pandemia de coronavirus.
Lejos de la Argentina, Moscuzza espera que su exrepositor e ideólogo de su peor pesadilla sea extraditado al país. Quiere Justicia.
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