Villa Paranacito, a merced de un acosador que, por las noches, se mete en casas donde hay mujeres
Cinco mujeres de esa localidad del sur de Entre Ríos denunciaron que despertaron en sus habitaciones y un hombre las estaba observado; a dos de ellas les tocó el cuerpo; hay un joven de 23 años imputado, pero continúa en libertad
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El 23 de abril, Carolina Piñol, de 18 años, dormía en su casa de Villa Paranacito hasta que un ruido la despertó, a la una y media de la madrugada. Al abrir los ojos se encontró con un hombre parado en un costado de su cuarto, observándola. Estaba tan cerca de su cama que si hubiese estirado una mano podría haberla tocado. Quedó paralizada. Temblaba, aterrada. El hombre salió de la habitación, y ella sintió cómo bajaba las escaleras de madera a gran velocidad.
¿Se dio cuenta de que me desperté?, se pregunta Carolina, que recuerda que se metió debajo de las sábanas y se tapó la cabeza con la almohada. “Solo quería creer que se trataba de un sueño o de una alucinación”, contó a LA NACION. Por un instante creyó que el intruso se había ido, hasta que volvió a escuchar el crujido de los escalones. Saltó de la cama y prendió la luz, mientras con el celular alumbraba el pasillo para que él se diera cuenta de que ella había despertado.
El extraño escapó sin llevarse nada de la casa y sin que los padres de la chica, que dormían en la habitación de enfrente, lo vieran. Carolina fue víctima del hombre que entre las 12 y las 2 de la mañana se aparece en habitaciones de mujeres solas en Villa Paranacito para acosarlas. Ella es una de las cinco que, hasta el momento, lo denunciaron.
El principal sospechoso es un joven de 23 años, que este jueves fue imputado por el fiscal de Villa Paranacito, Gastón Popelka, ya que se lo pudo vincular con dos de los casos. En uno se lo acusa de “violación de domicilio” y en el otro, también de “tentativa de abuso”. No obstante, continúa libre.
El martes, las mujeres de este pueblo de 5000 habitantes del sur de Entre Ríos se movilizaron para pedir justicia. Ellas pasan las noches en vilo, aterradas porque el principal sospechoso deambula libre por las calles. Es que aunque la fiscalía solicitó que el acosador sea detenido, el juez de Garantías Ignacio Boris Telenta no hizo lugar, al sostener que los elementos de prueba recolectados aún no son suficientes. El joven goza de la libertad, pero con medidas de restricción de acercamiento a los domicilios de las víctimas y hacia ellas por 15 días.
“En todos los casos la modalidad es la misma: él se mete sigilosamente, para que nadie lo escuche, en el domicilio de las mujeres. Ellas se despiertan con la persona ya en su habitación; a algunas solo las mira y a otras les llega a tocar una pierna o la boca. Luego, cuando las víctimas se dan cuenta, huye”, explicó el fiscal Popelka a LA NACION.
Aquella noche Carolina entró a los gritos en el cuarto de sus padres, que al escuchar el relato de la joven revisaron la casa y comprobaron que no había nadie. Tampoco faltaba ningún objeto. Pero había una prueba de que alguien había entrado: la ventana de la casa, que todos estaban seguros de que esa noche había quedado cerrada, estaba abierta. Alertaron a la policía, que al llegar les dijo que tenían conocimiento de tres casos similares.
A medida que pasan los días, Carolina está más convencida de que aquella no fue la primera vez que fue observada mientras dormía. “Creo que las otras veces me volví a dormir pensando que era solo un sueño, porque ahora me doy cuenta de que a ese hombre parado ahí yo ya lo había visto”, cuenta. Esa percepción no la tiene solo ella: asegura que las otras víctimas le manifestaron lo mismo.
Ahora cierran todas las puertas de la casa con llave, incluso las del interior, y atornillaron las ventanas de la casa. Carolina, desde hace una semana, pasa las noches en el cuarto de sus padres, aunque en realidad duerme de día porque asegura: “Me despierto cada dos segundos porque sueño todas las noches con él mirándome y se me cierra el pecho. Por eso aprovecho a descansar en la siesta”.
Hasta el momento se realizaron ruedas de reconocimiento, se ordenaron allanamientos y el secuestro de una bicicleta que el hombre utilizó para huir de la casa de su última víctima. Además, las cámaras de seguridad captaron la imagen de un hombre que deambulaba por las calles del pueblo durante la noche en un rodado similar.
Sin embargo, en tres de los casos aún no se cuenta con los elementos como para comprobar el vínculo del joven con los ataques. “Como el hombre irrumpe cuando es de noche, las habitaciones están oscuras y las mujeres, dormidas, se dificulta su identificación”, explicó el fiscal, que aseguró que continúa trabajando en la recolección de más evidencias.
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