Villa Gesell: las pruebas no están en los videos, sino en el cuerpo de Fernando Báez Sosa
"Había uno que merodeaba entre los dos grupos, que le pegaba a Fernando cuando estaba aún de rodillas defendiéndose y después lo veo claro cuando un amigo de Fernando se acerca a ayudarlo, este sujeto le pega una piña y ahí es donde el chico se tambalea para atrás, se da vuelta y se cruza la calle corriendo...". Ese testimonio figura en el expediente seguido por la fiscal Verónica Zamboni. Pertenece a uno de los 13 testigos que identificaron a los atacantes de Fernando Báez Sosa. La declaración indica, además, que varios agresores golpearon al adolescente de 19 años en diferentes instantes y consolida la acusación primaria de la fiscalía sobre las responsabilidades compartidas de los diez detenidos por el asesinato en Villa Gesell.
Ese testigo agregó: "Reconozco al sujeto ubicado en el lugar número 2 de la rueda, como aquel que tenía una camisa desabotonada oscura y bermudas". Entre las firmas al pie de ese testimonio figura la de uno de los sospechosos: Máximo Thomsen.
Pasaron dos semanas del crimen que conmovió a la sociedad argentina. Temores por el descontrol nocturno y los excesos de alcohol en las salidas juveniles, repudio colectivo a una agresión en manada y empatía con la familia de la víctima pusieron a este crimen en el debate cotidiano. El video de los golpes y la contundencia de testimonios parecen llevar la causa a una rápida definición, pero, ¿será todo tan fácil como está expuesto? ¿Las imágenes y los testigos resolvieron el caso? En tiempo de homicidios filmados, es probable que una posible condena sea resuelta solo a partir del viejo y artesanal trabajo de los peritajes. El valor de las cámaras y las declaraciones podrían ser cuestionadas por la defensa unitaria de los diez acusados.
Menos espectaculares que los videos, aunque con mayor eficacia para resolver una investigación criminal, serán las pruebas de ADN las que sustentarán los indicios indirectos que por ahora hay en el expediente. Este asesinato dejó un rastro genético que llevará a los culpables.
"Personalmente no los volví a ver; por imágenes, estuvo en todos lados, pero intenté no mirar nada...", dijo en la sede judicial el testigo que pocos minutos después identificaría a Thomsen. Frases similares utilizaron otras personas que dieron su declaración testimonial. La difusión pública de las imágenes de los agresores puede volverse una herramienta para la defensa. Que el testigo conozca el rostro del sospechoso por un medio impropio -esto es fuera del ámbito judicial- no anula una ronda de identificaciones, pero si establece alguna duda sobre el peso que ese señalamiento puede tener al fundamentarse una acusación.
El juez de Garantías David Mancinelli convalidaría el valor como prueba de estas ruedas de reconocimiento. La defensa llevaría entonces el tema a la Cámara y en esa instancia, dentro de unos cuantos meses, todo puede variar. Por lo pronto, una estrategia de la defensa fue cambiar la rueda de reconocimiento presencial por una de comparación de fotografías en cuatro casos. Y la mayoría de los testigos manifestó haber visto antes fotografías de los sospechosos.
Algunas fuentes aseguran que Alejo Milanesi es el único acusado que no fue reconocido por testigos. Sin embargo, otras voces que conocen el expediente contaron que Lucas Guarino y Lucas Pertossi tampoco habrían sido identificados. Si todos coinciden en que fueron señalados como parte de la patota Thomsen, Enzo Comelli, Ciro Pertossi, Luciano Pertossi, Ayrton Viollaz, Matías Benicelli, Blas Cinalli.
Los gritos escuchados por los testigos, en tanto, dieron un fuerte sostén emocional a la causa. Nadie queda indiferente cuando sabe que un agresor fue capaz de expresar, con bestial regocijo, "a este me lo voy a llevar de trofeo. Sin embargo, la investigación aún intenta determinar el rol de cada imputado. Para eso se apunta a varios análisis técnicos.
Reconocimiento facial: El Ministerio Público bonaerense trabaja con fotografías especialmente tomadas a los diez sospechosos para realizar una comparación biométrica con las grabaciones que figuran en el expediente. Los técnicos analizan al menos una cámara de seguridad municipal y cámaras privadas que tomaron la secuencia de la agresión. Desde noviembre de 2017 los fiscales bonaerenses puede acceder al Sistema Federal de Identificación Biométrica para la Seguridad (Sibios) operado por las fuerzas de seguridad federales. Aseguran que tuvieron importantes resultados para situar a un sospechoso en el lugar de un crimen, pero en el caso de Villa Gesell no se contaría con la calidad de imagen necesaria para que la verificación no dejase dudas. El software de reconocimiento facial que es usado en la Ciudad de Buenos Aires tampoco aportaría una solución en caso de ser solicitado, ya que quienes operan ese sistema advierten que se requieren imágenes tomadas por cámaras de alta definición. Los videos del crimen serán nítidos para observar la brutalidad de la acción, pero no servirían para definir ante un tribunal la ubicación de los sospechosos.
Huellas de zapatillas: con la validez de las imágenes posiblemente cuestionadas, el asesinato de Fernando Báez Sosa podría resolverse a partir del testimonio del propio cuerpo de la víctima. Los peritos confían en que Fernando condenará a sus asesinos. En la izquierda de su rostro quedó la huella de una zapatilla. Una testigo del crimen mencionó que un agresor "lo apoyó (a Fernando) en el cantero y le dio una patada en la boca, y ya no hubo más reacción". Para dejar esa marca en la cara de Fernando uno de sus atacantes debe haber presionado el rostro con la suela de su zapatilla. Ese rastro fue levantado del cuerpo y enviado al laboratorio de la Policía de Tierra del Fuego, especializada en resolver crímenes mediante el análisis de pisadas. Esos peritos pudieron definir el modelo de la zapatilla. Sería una Cyclone Urbana. No es la misma zapatilla que se mostró ensangrentada. Hay 19 pares en análisis. Dos de esas zapatillas sostendrán con más sustento la imputación por homicidio que los testimonios e imágenes que pueden ser colocados en razonable duda por la defensa.
Pruebas de ADN: las patadas recibidas por Fernando pondrían al menos a dos de los diez acusados como coautores del homicidio agravado. Uno, por la huella de la pisada, y el otro por la sangre que será analizada por peritos en los próximos días. Esos serán los resultados que definirán la acusación de la fiscal Zamboni. También se pudieron levantar rastros de sangre de otras prendas incautadas durante el arresto de los sospechosos en Villa Gesell, pocas horas después del crimen. Bajo las uñas de Fernando quedó material genético. La desesperada defensa del adolescente no fue suficiente para evitar el asesinato, pero quizá si alcance para exponer a sus agresores. Esos peritajes demorarán varios días.
Análisis de celulares: Marcial Thomsen, padre del principal acusado, reveló en su contacto con los medios frente al penal de Dolores que su hijo entregó la clave para la apertura de su celular. Eso facilitaría el trabajo de los peritos división marplatense de Operaciones Técnicas de la Policía Federal, que tienen la misión de desbloquear los nueve teléfonos móviles secuestrados a los sospechosos. Se trata de nueve equipos, porque no fue encontrado el celular de Ayrton Viollaz. De ese peritaje se espera encontrar un posible intercambio de mensajes antes o después del crimen, entre los diez sospechosos o con personas ajenas a ese grupo. Un dato menor daría la ubicación de esos aparatos a las 4.44 del sábado 18 de enero, momento del inicio de la agresión a Fernando según consta en la causa a partir del horario establecido por la cámara de seguridad municipal que filmó el homicidio. La conexión en antenas en Villa Gesell no podría aportar el lugar exacto de cada acusado con relación a Fernando
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