Villa Gesell. "Pido que todos tengan perpetua", dijo la madre de Báez Sosa
La angustia y el vacío son los dos sentimientos con los que conviven hace casi un año Graciela Sosa y Silvino Báez, los padres de Fernando Báez Sosa, el joven asesinado en la madrugada del 18 de enero pasado por una patota en Villa Gesell.
"El día a día es cada vez mas difícil, ya no somos las mismas personas que cuando estaba Fernando. Éramos una familia feliz, teníamos su cariño y era distinto. Ahora que no está, se terminó la felicidad para nosotros. Vivimos por vivir, estamos muertos en vida. No tiene sentido nuestra vida", contó la madre de Fernando a LA NACION.
Al interior de su casa en el barrio porteño de Recoleta, los objetos se mantienen como aquel día que dejó el departamento de sus padres para viajar con amigos a Villa Gesell. " Para nosotros es como si hubiera muerto ayer. Intentamos mantener todas sus cosas, su cuarto está igual que siempre, y aunque se nos hace muy difícil seguir, sentimos que desde el más allá él nos manda fuerza" explicó Graciela y dijo que necesita mantenerse fuerte para enfrentar el juicio de los asesinos de su hijo
"Cuesta mucho seguir adelante en nuestra vida -agregó-, pero queremos ser fuertes para seguir pidiendo Justicia, para que esto no quede en la nada y que nadie más tenga que pasar lo que pasamos nosotros, para que no haya otro Fernando."
Cuando se le pregunta acerca de qué conclusión espera del proceso judicial que enfrentan los jóvenes involucrados en el asesinato de Fernando, Graciela no duda: "Espero que la justicia le de esta oportunidad a mi hijo para que paguen lo que hicieron estos asesinos, pido una justicia ejemplar y que todos tengan perpetua, porque todos tuvieron participación esa noche y ninguno tuvo la voluntad de ayudar a mi hijo".
La fiscalía acusó a ocho jóvenes de Zárate por el homicidio. La mortal agresión quedó registrada en videos, incluso en filmaciones efectuadas por los propios atacantes. Otros peritajes encontraron restos del ADN de Fernando en las prendas utilizadas por los sospechosos. Rastros de la sangre de uno de los acusados fueron encontrados bajo las uñas del asesinado joven de 18 años. El Ministerio Público Fiscal sostuvo la acusación contra Máximo Thomsen, de 20 años; Ciro Pertossi, de 20; Luciano Pertossi, de 19; Lucas Pertossi, de 21; Enzo Comelli, de 20; Matías Benicelli, de 21; Blas Cinalli, de 19, y Ayrton Viollaz, de 21.
A pesar de su determinación, la madre de Fernando sabe que será difícil el momento en que tenga cara a cara a los imputados en un juicio oral: "No sé como estaré cuando sea el momento de mirar a la cara a esos asesinos que terminaron con la vida de mi hijo, con nuestra felicidad, porque lo nuestro ya no tiene sentido, ni tampoco tiene retorno".
Y comentó: "Se reían de él, se creyeron muy grandes. Hasta el último momento de Fernando, en su último respiro, le seguían gritando 'Negro levantate', quiero que paguen por todo eso que le hicieron, por como lo masacraron fríamente".
Hoy, aunque el recuerdo de su hijo sigue intacto, Graciela prefiere enfocarlo en los aspectos positivos que marcaron la vida de Fernando: "A casi un año de su muerte, queremos que la gente lo recuerde como un joven alegre, amiguero y solidario, y es por eso que estamos organizando una colecta solidaria para el domingo, de 10 a 17 en Parque Rivadavia, porque sentimos que eso le habría gustado y refleja como era", dice e invita a la comunidad a participar de ese evento, que tiene como fin recolectar alimentos no perecederos y útiles escolares.
El otro apoyo en el que Graciela y Silvino, quien prefirió no hablar por sentirse extremadamente dolido por la cercanía del aniversario de la muerte de su hijo, encuentran cierto consuelo es en el tío materno y padrino de Fernando, Inocencio, y en Gladys, su esposa; "Hablamos siempre con mi hermano y su esposa, él siempre fue un padrino muy atento con Fernando, desde que era chico, y siente también su pérdida porque lo adoraba".
Desde Capireguá, la ciudad paraguaya en la que vive y de donde son oriundos los Sosa, Inocencio recordó junto a LA NACION las visitas de su sobrino y ahijado: "Era muy querido por todos acá, porque era un chico pícaro, entrador y alegre, muy respetuoso con los mayores. Desde que nació fue amado en la familia, era el favorito. Cuando nos enteramos de su muerte fue un golpe muy duro para la comunidad, porque tenía sus propios amigos acá, con los que jugaba al fútbol, y todo el mundo lo quería y lo apreciaba. Quisiéramos que sus asesino paguen por lo que le hicieron, por la muerte cobarde que le dieron y que nadie merece y el dolor que causaron en nuestra familia y especialmente en Silvino y Graciela, quienes hoy están pasando por un infierno en vida".
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