Vecinos en alerta: “Estoy llegando, ¿está todo tranquilo?”, es el mensaje que más se repite en el conurbano
Con cámaras de videovigilancia monitoreadas en los celulares y alarmas comunitarias, los habitantes de barrios golpeados por la delincuencia se organizan para protegerse
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“Estoy llegando, ¿está todo tranquilo?”. Esa pregunta se repite entre vecinos del barrio Naval. Los habitantes de esa zona de Quilmes intercambian mensajes cada vez que alguien está a punto de ingresar a su casa pasadas las 20 y espera que algún conocido confirme que nadie merodea por la cuadra. Esa medida de autoprotección comunitaria se intensificó allí luego del asesinato del adolescente Lucas Cancino. Nadie esperaba que un estudiante de 17 años fuese apuñalado poco antes de las 8. Las alarmas vecinales están ahora más activas, tal como ocurre en la mayoría de los barrios del conurbano donde golpea fuerte la inseguridad.
“Día a día hay gente que pide ingresar al grupo de Vecinos en Alerta, o que incluyan a un familiar, porque en este último tiempo creció mucho por el miedo. Antes de lo que pasó con Lucas, teníamos en promedio cuatro activaciones de la alarma vecinal por semana. La noche anterior al asesinato de Lucas entraron a robar en el jardín de infantes, que está a 100 metros del lugar del crimen, y eso se notificó por el grupo de WhatsApp”, contó uno de los habitantes del barrio Naval que integra ese grupo de vecinos que busca disminuir las oportunidades de los ladrones. El hombre relató que la cercana parroquia fue blanco de al menos diez asaltos. Esas situaciones mantiene a los vecinos con la guardia en alto.
“Nosotros acá conocemos cualquier ruido, hasta el ladrido de los perros. A las 20.30 o 21, nos mandamos mensajes en el grupo: ‘Estoy llegando, ¿está todo tranquilo?’ Damos dos vueltas manzanas con el auto antes de llegar a la puerta. También miramos las cámaras por el celular, en vivo”, comentó otro vecino .
“Nosotros somos vecinos, no podemos estar luchando en la calle contra los narcos o el delito, porque para eso están las instituciones. Pero no nos queda otra que organizarnos como podemos”, explicó una mujer que, como otros vecinos del barrio Naval, prefiere mantener su nombre en reserva. “Lo que hacemos con este grupo, además, es prevenir dentro de lo posible. A veces se canaliza en mensajes o posteos la bronca de algunos que fueron víctimas de algún delito, pero queremos que esta actitud ciudadana sirva para que nuestros hijos puedan volver a jugar tranquilos en la vereda”, agregó.
Otro miembro de esa comunidad de vecinos que comparte advertencias añadió: “En el grupo estamos muy alertas de cualquier movimiento. Si ven algún sospechoso, se activa la alarma”.
Los vecinos reconocen que esa actitud de tensión permanente los afecta: “Es desgastante. Uno tiene una actividad diaria, trabajo, obligaciones, los chicos. Te indigna la injusticia y que tengas que estar mirando todo el día si la moto que viene enfrente tuyo va a parar para robarte”, es la queja compartida en el barrio Naval.
Gabriel Lombardo, en tanto, se jacta de ser uno de los precursores de la “marca Vecinos en Alerta”. Recordó que fundó el grupo en Lomas del Mirador a finales de los años ochenta, en una época en que los teléfonos de línea y el fax eran las vías de comunicación del momento. “Hace más de 31 años fundé Vecinos en Alerta por algo que no hace el Estado a nivel municipal, provincial y nacional. Yo vivo en la Ciudad del Miedo, que es Lomas del Mirador, con dos patrulleros de la comisaría y un tercero del destacamento para 150.000 habitantes”, narró el hombre a LA NACION.
“La alarma vecinal se activa casi a diario, al menos como disuasión. Cada dos o tres noches escuchamos disparos en la zona. A los gendarmes los mandan a patrullar las avenidas, no están dentro de los barrios, y la policía no está instruida como para reprimir la inseguridad dentro de la ley. Los chorros están siempre un minuto más adelantados que nosotros”, se lamentó.
Vecinos en Alerta Ramos Mejía es otro grupo con larga trayectoria. Fue creado hace diez años y es uno de los más numerosos, al contar hoy con unos 50.000 miembros. Daniel Bracamonte, cara visible y su máximo referente, explicó que esta iniciativa ciudadana, que comenzó tras un homicidio, “deja en evidencia la ausencia total del Estado en todas sus formas”.
Y agregó: “Hace nueve años la idea era muy simple, ante la falta de iluminación de las calles, algo que propicia la delincuencia, entre otros factores, se pidió que cada vecino agregara una lámpara más en la puerta de su casa. Son todos paliativos, siempre llegan después del hecho. Igual que las cámaras, que sirven para esclarecer un hecho, pero siempre que haya predisposición de la Justicia”.
En ese sentido, Bracamonte comentó que, en el marco de la ola de inseguridad que azota a esa localidad de La Matanza, los vecinos “no pueden estar pendientes de las cámaras todo el tiempo para ver qué es lo que sucede en las calles”.
“Hay vecinos que están más organizados que otros. Se han hecho compras comunitarias de cámaras entre los propios residentes de un barrio. Estimamos que el 80 por ciento de las casas en Ramos Mejía tienen una cámara. Lo importante igual es integrarse con el vecino”.
Atentos a las imágenes
Fuera del conurbano también se organizan los vecinos para protegerse de la inseguridad, como ocurre, por ejemplo en La Plata. Habitantes de la capital platense también adoptaron medidas comunes para avisarse de movimientos que llaman la atención en los barrios.
“Es una especie red que hacemos los vecinos, donde nos alertamos entre nosotros si hay alguien sospechoso, una camioneta que no es del barrio, alguno que va en bicicleta mirando casas, una moto en tal cuadra... Hay un grupo que te alerta de lo que está pasando en el barrio en general, pero aparte hay otro grupo de WhatsApp que alerta sobre las situaciones riesgosas directamente en la cuadra donde uno vive”, expresó Jorge, de Vecinos en Alerta Villa Castells.
Indicó que en este momento es muy común que cuando alguien está por llegar a la casa “los familiares miren las cámaras”, en una suerte de monitoreo constante para detectar cualquier anomalía y descubrir a potenciales delincuentes que estuviesen al acecho en busca de concretar una entradera.
“Pusimos cámaras y también la alarma que tiene varias funciones, empieza con la prevención y termina con la alerta roja. Hace realmente mucho ruido, se escucha a varias cuadras. Otra función es la de emergencia médica, y otra tecla es para prender los reflectores cuando llegas, que alumbran toda la cuadra. Un aparato de estos ahora sale 50 o 60.000 pesos”, detalló el referente de Vecinos en Alerta Villa Castells.
Pero algunos van más allá y no se contentan con tener una cámara de seguridad o una alarma vecinal. Si bien -se supone- aún representan una minoría, algunas personas más radicalizadas llaman a montar guardia en los barrios. Sin embargo, desde todos los grupos de Vecinos en Alerta desalientan a sus participantes a llegar hasta tal extremo, ya que existe la posibilidad que esos “patrullajes” deriven en confusiones y lesiones a personas inocentes.
“Ahora la Justicia largó a un ladrón de 20 años que ya tiene 15 asaltos en moto; en el barrio, lo conocen todos. En los grupos lo escracharon con su apodo y el mensaje ‘guarda con este, que ya el juez lo largó’. Esto se ve todo el tiempo. Es un poco por eso que vivimos así. Cuando llego a casa de noche apagó las luces del auto media cuadra antes. Es automático: paro, espero que no se acerque nadie y recién ahí bajo”, expuso resignado el vecino platense. Su pensamiento se replica en los grupos de vecinos que se organizan en el conurbano.
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