Vecinos del Barrio Inglés de Lomas de Zamora, preocupados por una ola de violentas entraderas
A pesar de contar con patrullaje policial, los lugareños denuncian que la zona está liberada y que cada cinco días hay una intrusión. Los fiscales dicen tener poco material provisto por la policía para investigar los hechos y el municipio asegura que la delincuencia se redujo un 40%
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Estaba profundamente dormida en su habitación de la planta alta cuando se despertó en medio de la noche tras escuchar una suerte de estampida en las escaleras de madera de su casa. Confundida, R. O. llegó a tomar el botón de pánico de la alarma vecinal que tenía sobre su mesa de luz. Cuatro delincuentes irrumpieron en el cuarto y uno le apuntó con un revólver a la cabeza. “Apagala”, le ordenó. Una notificación le llegó a su teléfono: era del grupo de WhatsApp barrial; le preguntaban si le había pasado algo. El delincuente tomó el celular y, haciéndose pasar por la señora, dijo que estaba todo bien, que no había pasado nada.
A partir de ese momento, R. O., de 78 años, quedó sola con los ladrones. Durante tres horas, los delincuentes le dieron vuelta la casa; el menor de los asaltantes se había quedado sentado sobre su cama, mirando TikTok. En un momento, la mujer le preguntó al chico qué le parecería si le hicieran algo así a su madre. El adolescente le respondió: “A mi mamá no le va a pasar nunca porque es pobre, no tiene una casa linda como vos”. Los ladrones tomaron el poco dinero que la jubilada tenía en su casa y escaparon como habían ingresado, saltando la medianera.
Fue el 15 de mayo a las cuatro de la madrugada y hasta las siete tuvo a los delincuentes metidos en su casa. El de R. O. es una de las 30 violentas entraderas que llevan documentadas durante el último año los vecinos del Barrio Inglés de Temperley, una de las zonas más tradicionales y –supuestamente, la más segura– de Lomas de Zamora.
Los vecinos se reunieron con las autoridades municipales, que coordinan trabajos de prevención en algunas zonas, especialmente en los corredores escolares, ya que los alumnos, cuando entran o salen de los colegios, también son víctimas de arrebatos. Pero los golpes se repiten. No se salvan ni siquiera los funcionarios: lo puede atestiguar el secretario de Seguridad del distrito, Maximiliano Tonani, asaltado en Banfield cuando volvía a su casa con su familia tras el festejo de un cumpleaños.
Por suerte para ella, a R. O. no la ataron ni la golpearon. No fue lo que le pasó a su vecina G. R. El lunes 27 de mayo, cerca de las diez de la noche, cuando se había acostado a mirar televisión, escuchó “un galope” por la escalera. “Fue un ruido descomunal”, contó la víctima. Eran los ladrones que subieron a la carrera hasta que entraron en su habitación y le apoyaron una pistola en la cabeza. “¡Hija de puta, quedate quieta o te quemamos, danos todo!”, le gritaron. La mujer les dijo dónde estaba la caja fuerte; la llevaron hasta allí a los golpes. Le robaron cuatro relojes –dos de ellos, Rolex–, alhajas y cerca de mil dólares.
La viuda, de 68 años, es parte de la quinta generación de una familia de Lomas. En los 44 años que lleva en esa casa nunca estuvo tan asustada como ahora. Los delincuentes estuvieron más de dos horas dentro de su propiedad, hurgando todo. A ella le pegaron en la cabeza, la empujaron por las escaleras, la ataron de pies y de manos y le taparon la cara con un trapo.
“¿Sabés que ya maté a cuatro?”, la amenazó uno de los asaltantes, que le exigía más dinero. Amenazaron con quemarla con una pava.
Hubo un episodio todavía más grave, cuentan en el Barrio Inglés. El de una víctima, también mayor, que sufrió un infarto como consecuencia de la entradera.
Estos tres casos fueron sobre la calle Ramón Falcón, a metros de la calle España, en Temperley. No fueron los únicos. Los vecinos armaron un listado de, al menos, 30 intrusiones en el último año entre las avenidas Colombres, Almirante Brown, Hipólito Yrigoyen y 9 de Julio, que componen este tradicional barrio, una suerte de ‘isla’ de casas con jardín, construido por inmigrantes británicos en la época de la construcción del ferrocarril Roca, a comienzos del siglo pasado, donde también están los colegios bilingües San Albano, Barker y William Shakespeare.
“Son todos hechos calcados. Los delincuentes son ‘soldaditos’ de la policía, los apoyan para entrar y para salir. La zona está ‘liberada’ y eso es evidente”, denunció la víctima del último caso ocurrido en la calle Falcón. Desde la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) que tiene a su cargo los expedientes abierto por estos sucesos afirman que “están investigando”, pero que el material indiciario que les aporta la policía para hacerlo es limitado. Aún no hubo detenidos, a pesar de que en el perímetro donde ocurrieron los asaltos se encuentra la comisaría 3ª de Lomas de Zamora.
M. U., que también fue víctima de una entradera el año pasado, contó a LA NACION: “Viene pasando hace un año. Este es el barrio teóricamente más custodiado, pero sigue habiendo impunidad. Nunca encuentran a nadie. Vivo hace 54 años acá y nunca viví algo igual, cada cinco días hay una entradera. A mi marido lo despertaron con un arma en la cabeza”. La mujer sugirió que habría connivencia entre policías y ladrones: “No puedo afirmarlo, pero que se escapen todos los delincuentes en el barrio más custodiado de la zona es extraño”.
LA NACION hizo una recorrida por el vecindario. A pesar de que una gran parte de las casas tiene rejas, cámaras y alarmas vecinales o privadas, cercos eléctricos o garitas con vigilante, aparentemente esas medidas disuasivas no alcanzan. “A una vecina le cortaron las rejas adelante de una garita. No importa si es de día o noche, si tenés medidas de seguridad o no, si estás o no estás en tu casa”, contó M. U.
A. M., un vecino de 80 años que hace medio siglo vive en Pringles y Coronel Suárez, resumió: “No falta policía. Falta efectividad. Todos los días roban, está peor que nunca. Te frenan el auto a punta de pistola. El gobierno municipal no hace nada. Hoy no hay medidas de seguridad que alcancen”. Según este hombre, la zona está “liberada”: “Son bandas organizadas, apañadas por la policía. Parece una tomadura de pelo”.
“Le entran a gente mayor. Yo soy mayor”, expresó, angustiado. “A unos vecinos les quisieron cortar las manos durante la entradera; los delincuentes estuvieron tres horas y entraron a las siete de la tarde. Estás a la buena de Dios, es una ruleta rusa”, dijo, consternado.
Los vecinos reconocen que no es un barrio de fácil acceso y que no tiene asentamientos cercanos, circunstancia que, en definitiva, debería jugar a favor de la seguridad. Pero no... Señalan, además, que los robos habrían sido perpetrados por delincuentes que se movilizan en vehículos perfectamente identificables para policías en plan de prevención.
“El otro día pasó una camioneta con cuatro encapuchados por una calle comercial a plena luz del día sin que nadie haga nada. ¿Nunca agarran a ninguno? ¿No ven los autos que hacen de ‘campana’? No puede ser que en diez cuadras les pierdan el rastro; eso nos dice la policía, es muy grave”, explicó M. U.
Varias causas quedaron radicadas en la UFI N°11 de Lomas de Zamora, a cargo del fiscal Ricardo Alberto Silvestrini, que explicó a LA NACION: “Suelen ser bandas de entre cuatro o cinco integrantes, jóvenes, armados y violentos”.
Según el representante del Ministerio Público, no fueron robos al voleo. “Muchos casos fueron contra personas mayores, hubo tareas de inteligencia previa. Uno hace de campana en un auto. Por eso son importantes las cámaras y los lectores de patentes” para el seguimiento de las bandas”, sostuvo, aunque admitió que no hay tantas como sería deseable y varias de las que están instaladas no funcionan.
De las últimas bandas aprehendidas en Lomas de Zamora y en Almirante Brown, el fiscal precisó que hubo varios delincuentes chilenos, pero también bandas de Mar del Plata, Florencio Varela, Quilmes y La Matanza.
En un video de una de las entraderas se ve una camioneta blanca que estacionó afuera de una de las propiedades asaltadas, haciendo de “campana”, hasta que salieron dos delincuentes saltando el portón y se subieron al vehículo para escapar.
Además de las entraderas y escruches –robos en casas en ausencia de sus moradores–, hay robos de autos, de ruedas y de celulares a alumnos de colegios de la zona.
Gustavo Bonini, de 52 años y portero del colegio Barker hace 18, explicó: “Los ladrones esperan a que los pibes salgan a comer y les afanan los celulares. Se puso ‘heavy’. Pibes de a pie esperando para hacer arrebatos; también motochorros. Hay zonas liberadas, a varios padres de alumnos les entraron. Ya no dejan a los chicos moverse solos. Esta semana estuvo la policía patrullando, pero después desaparecen”.
A Luz, vecina del barrio desde que nació, hace 63 años, le robaron la rueda de auxilio hace una semana. Sintetizó: “Estoy harta de la inseguridad. Ahora cierro las persianas, hasta del baño. Mi vecina puso alambre electrificado. Vienen en camionetas de miles de dólares a hacer entraderas”.
“Para nosotros está liberada la zona. No sabemos qué hacer, no somos policías. Arrebatan cualquier cosa y trepan por donde sea”, dijo una vecina aterrada, que, al igual que muchos otros, no quiso dar su nombre. Otro hombre en la misma situación dijo: “Es relativa la presencia policial, se vuelven a esconder pasada la noticia”. Otro vecino, que vive en la zona hace 28 años, sostuvo: “Esto era retranquilo, hasta hace dos meses”.
“El centro de monitoreo de Lomas es un chiste. Los fiscales no investigan nada. Les das nombre y apellido de un sospechoso y no hacen nada. ¿Está toda la tecnología disponible y no podemos encontrar a nadie?”, se preguntó M. U.
“Lo que a mí me sorprende es que siempre pierdan el rastro en un barrio tan patrullado cuando pagamos fortunas en tasas municipales de seguridad”, lamentó.
El fiscal Silvestrini reconoció que hubo un incremento de entraderas. Sobre los tres casos de la calle Falcón, que investiga con el auxilio de la Sub Dirección Departamental de Investigaciones (SubDDI) de Lomas de Zamora, explicó: “Estamos trabajando con lo que tenemos, por ahora son las denuncias crudas, no hubo detenidos y no hay celulares. Se está analizando el material de las cámaras”.
S. V., vecina de toda la vida del barrio, cree que es un problema de larga data: “El panorama está complicado. Acá tenemos garita, pero así y todo siempre estamos con miedo. Es siempre el mismo cuento. Pero desde que soy chica que está todo para atrás”.
En línea similar, F. G., de 29 años, opinó: “A la noche es tierra de nadie. Es llamativo el poco movimiento. Hay que entender que es un barrio lindo en el medio del conurbano, con mucha gente mayor viviendo, que son presa fácil. Hace tiempo escucho estas historias”.
Daniela Sabaini, de 42 años, vivió toda su vida en el barrio y es la dueña del comercio The Cookie Shop, en Pringles y Coronel Suárez: “Toda la vida robaron acá. Pero solía ser en verano, cuando te ibas de vacaciones. Hay muchas variables, la gente está con hambre y la municipalidad no tiene recursos. En Falcón hubo entraderas donde sabían todo de las víctimas. Están organizados. Yo creo que la policía misma está metida. Pusimos garita, pero más que llamar al 911 no se puede hacer. A mi hija la estoy educando para que esté más alerta. Yo no salgo con miedo, salgo con cuidado. El municipio escucha y está presente”.
A pesar de haber recibido asistencia a la víctima por parte del municipio, G. R se fue de su casa tras el susto que le dejó el asalto, cosa que sus hijas también promueven: “Me tuve que ir de mi casa, que comparamos con mi marido hace 44 años. La inseguridad me echó como a un perro”.
R. O. explicó que irse del barrio no le resulta simple: “Es el momento en que más inseguridad hay. Es una zona liberada. Pasa el patrullero, pero roban igual. El intendente, al que no le conozco la cara, no da señales de vida. Desde el municipio deberían hacer algo. No se puede vivir así. Mis hijos me piden que me mude, pero no es tan fácil”.
No serían tampoco las únicas vecinas en pensar en irse del barrio: hay dos casas por cuadra con letreros que indican que están en venta.
Un vigilante de la garita de las calles José María Paz y Suárez, sobre la emblemática Villa Grampa, le dijo a LA NACION: “Hubo muchos casos, al menos cuatro en el último tiempo en estas cuadras. Parece estar liberada. Los vecinos están aterrados. A pesar de la policía, entran un montón”.
“Eventualmente, vamos a tener que hacer como CUBA Villa de Mayo -barrio en el norte del conurbano-: levantar un muro y poner una barrera”, sugirió F. G.
Desde el departamento de prensa de la Municipalidad de Lomas de Zamora dijeron que ya hubo diez reuniones de seguridad con los vecinos en lo que va del año. También afirmaron que brindan asistencia a las víctimas. “Se redujo el índice delictivo más de un 40% con respecto al año pasado”, aseguraron. Según la información con la que cuentan, la zona no carece de cámaras de vigilancia municipales, pero informaron que aún falta incorporar más unidades.
La seguridad es parte de un trabajo mancomunado entre el municipio y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, con la que coordinan labores. Actualmente, habría dos comandos de la Patrulla de Respuesta Inmediata (PRI) que cuentan con cuatro móviles, explicaron.
En los colegios donde hubo denuncias de robo de teléfonos se hizo el denominado “corredor escolar”, un patrullaje policial en los horarios de entrada y salida de los alumnos a los establecimientos que según comentan del municipio, habría dado “muy buenos resultados”, concluyeron las fuentes municipales.
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