“Vamos a sacar una money”. El tiroteo al casino que marcó el inicio de un nuevo negocio para los narcos: las extorsiones
El ataque al City Center de Rosario, en el que murió un gerente de un banco y por el cual está siendo enjuiciado el líder de Los Monos, fue uno de los primeros en la nueva estrategia de los clanes criminales para obtener, por métodos mafiosos e intimidaciones ejecutadas al calor de las balas, fuertes sumas de dinero
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“Hay que hacer lo del City (Center). Ahí vamos a sacar una money”, aseguró Máximo Ariel Cantero, el Guille, líder de la banda de Los Monos, en un diálogo que mantuvo desde la cárcel de Ezeiza el 8 de enero de 2020 con su lugarteniente, Maximiliano “Cachete” Díaz, que fue el encargado de planear, tres días después de esa conversación confirmatoria, el ataque contra el casino que terminó con el asesinato del gerente del Banco Nación Enrique Encino, alcanzado por una bala en el sector de fumadores de la sala de juegos de azar.
Los fiscales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery pidieron 22 años de prisión para el líder de Los Monos y todo un entramado de sicarios que se embarcaron en una empresa que tenía como objetivo extorsionar al casino. El objetivo era generar conmoción con un ataque a tiros para después obtener dinero, un método que luego se multiplicó en Rosario, donde esta raíz mafiosa se trasladó a otras bandas menores.
Cantero suma más de 96 años de pena por las condenas en su contra. Y con este nuevo juicio, si es declarado culpable, podría llegar a 118 años de cárcel. El año próximo enfrentará otras causas judiciales que tiene pendientes en la Justicia federal por lavado de dinero del narcotráfico. Actualmente, está preso en el penal de máxima seguridad de Marcos Paz, donde en agosto pasado le secuestraron dos teléfonos fijos dentro de su celda, con los que habría planeado un ataque contra el Centro de Justicia Penal de Rosario.
El episodio del casino que le costó la vida al directivo del Banco Nación de Las Parejas, de 64 años, fue el disparador de un entramado mucho más profundo de complicidades con el Poder Judicial.
Guille Cantero y Cachete Díaz extorsionaban también a otro capitalista de juego, pero clandestino: Leonardo Peiti, quien –según detectó la investigación- pagaba sobornos a los fiscales Patricio Serjal y Gustavo Ponce Asahad para que no le abrieran causas judiciales en momentos en que pretendía introducirse en el negocio legal de las apuestas online de la mano del senador peronista Armando Traferri.
Los Monos habían disparado contra una propiedad de Peiti y luego el empresario les pagó con salas de juego, que pasaron a ser manejadas por Guille Cantero, con la protección de un sector de la policía.
Según la acusación, “Guille” Cantero fue el instigador del ataque al casino del 11 de enero de 2020 y Carlos Damián “Toro” Escobar –otro preso– fue uno de los responsables del armado logístico del atentado. Escobar y Cachete Díaz, encargado de las extorsiones de Los Monos, fueron los que planificaron el ataque, para el que utilizaron los servicios del dominicano Otoniel De León Almonte. Este sicario también está acusado de otros homicidios, como el del policía Cristian Ibarra, ejecutado dentro de un auto frente a una escuela. El efectivo de la Policía de Investigaciones vendía droga.
Los fiscales pidieron, además, 20 años de prisión para el Toro” Escobar, mientras que Díaz podría recibir 16 años de cárcel. Los acusadores solicitaron 18 años para Otoniel De León Almonte por ser el autor de los disparos que resultaron mortales.
Proceso de desestabilización
Tras el ataque a tiros al casino de Rosario, el entonces ministro de Seguridad Marcelo Saín había considerado que en ese momento se estaba produciendo “un proceso criminal de desestabilización política y una suerte de ejercicio del terrorismo urbano por parte de grupos criminales que fueron aliados históricos de la alta jerarquía de la policía”.
El atentado al casino fue una bisagra en el entramado que Los Monos tejían con el nuevo negocio de las extorsiones. “Cachete” Díaz se comunicaba por WhatsApp con las potenciales víctimas, a las que investigaban previamente.
Por ejemplo, el 8 de agosto de 2019 llamó a Rodrigo Fabiani y le exigió que le entregara una camioneta Toyota Hilux y 30.000 dólares a cambio de no atentar contra su vida. En comunicaciones previas quedó en evidencia que Los Monos sabían que Fabiani se había quedado con dinero de Maximiliano Rodríguez, alias Diente de Lata, asesinado en la autopista Rosario-Córdoba en agosto de 2014. Hubo una inteligencia previa en ese submundo, donde el límite entre la legalidad y el delito es muy fino.
Este esquema de extorsiones ya lo hacían con los gremios. Díaz era quien se ocupaba de cobrarle en persona al gremio de los taxistas para no perturbar su actividad. Esto ocurrió a partir de octubre de 2019, cuando Horacio Yanotti quedó al frente del gremio tras la expulsión de Horacio Boix, que había protagonizado un choque con un Audi del gremio, lo que terminó en escándalo. Boix les pagaba a Los Monos por seguridad y Cachete pretendía que Yanotti hiciera lo mismo. La trama se puso más densa cuando empezaron a balear las casa de los integrantes de la comisión directiva del sindicato. Algo similar ocurrió con el gremio de estibadores del puerto de Rosario.
La saga de los ataques a sindicatos sumó más capítulos esta semana. Concretamente dos, y específicamente contra locales del mismo sindicato, el de gastronómicos. En ambas balaceras (una en la sede de la Uthgra del centro y la otra, en un local de la zona sur de Rosario), los gatilleros dejaron mensajes intimidatorios dirigidos a Matías Pera, miembro de Los Monos y uno de los jefes de la barra de Newell’s.
El 8 de enero de 2020 Díaz envió a su hermano Fabián y a dos menores a extorsionar a Pablo Fortuny, dueño de una financiera ubicada en Entre Ríos al 700, pleno centro de Rosario. A este hombre vinculado a las finanzas, con quien se reunieron en un bar en Río de Janeiro y Montevideo, le exigieron que pagara 5000 dólares por mes a cambio de no atentar a balazos contra su local, algo que lo iba a llevar a la bancarrota.
Flavia Brion, la pareja de Cachete, tenía un rol importante en este esquema, ya que también manejaba el dinero de las extorsiones, y agendaba las reuniones con las víctimas, a quienes apretaban en el bar Mansa, de Pellegrini al 600, propiedad de Mariano Ruiz, uno de los lavadores de dinero de Los Monos, según estableció la Justicia.
A estos casos se suman otros cuatro que fueron relevados con profundidad, como el cobro de una especie de “impuesto narco” que pagan los arbolitos que venden dólar blue en el centro de Rosario. Según una fuente del Organismo de Investigaciones, todos los viernes un joven que pertenece a la banda cita en un departamento del centro de Rosario a los “arbolitos”, que pagan cada uno entre 1000 y 1200 dólares por mes.
Este “soldadito” no necesita usar la violencia, porque a nadie se le ocurre olvidarse de pagar esa extorsión. El dinero es conseguido de una manera sencilla: ese joven invoca el nombre de su jefe, Ariel Cantero, y de la banda de Los Monos, una especie de “franquicia” de la mafia narco que empezó a incursionar durante los últimos meses en un rubro redituable y menos riesgoso que el de las drogas: las extorsiones.
Desde las cárceles, tanto en el penal federal de Marcos Paz como en la cárcel de Piñero, en las afueras de Rosario, Los Monos delinearon un negocio que no parece tener límites, alimentado por el universo oscuro de un sector de la economía.
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