Una multitud se concentró frente al Congreso para apoyar a la familia Báez Sosa
La imagen resultó conmovedora. Silvino quebrado por su dolor interno sostenía el cuerpo de Graciela, que buscaba fuerza para agradecer el apoyo colectivo y hablar de su hijo, de ese adolescente de 19 años cuyo rostro se veía en miles de pancartas que reclamaban justicia frente al Congreso. "Mi casa está vacía", dijo la madre del joven asesinado el 18 de enero pasado en Villa Gesell. "No le dieron la oportunidad de defenderse, lo mataron a traición", agregó la mujer, con una voz que expuso la desesperación de una familia que perdió a su único hijo por el ataque de una patota.
Esa referencia al "ataque a traición" llegó al corazón de los miles de ciudadanos que se expresaron ayer con su presencia en la concentración en la Plaza del Congreso y en las manifestaciones que se realizaron en diferentes ciudades, como Rosario y Mendoza. La masiva convocatoria -cuya magnitud superaría las 30.000 personas al compararse con anteriores manifestaciones- fue un reflejo del cimbronazo provocado en la sociedad por los videos que muestran la agresión a Fernando.
"Estoy agradecida por ustedes. Mi vida no es fácil desde que perdimos a nuestro hijo. Mi casa está vacía. Cuando me levanto, miro su cama vacía y sé que nunca volverá por culpa de lo que le hicieron, quiero justicia por mi hijo", señaló Graciela sobre el escenario en el que se proyectó una secuencia de la vida de Fernando, en imágenes que remarcaron el compromiso social que tenía el joven asesinado.
"Mi vida no es fácil. Con la ayuda de ustedes se va a hacer justicia por mi hijo y por todas las víctimas de violencia. Lo que le hicieron a mi hijo es terrible. No le dieron oportunidad de defenderse, lo mataron a traición. Un chico decente, bueno, que amaba la vida. Quería ayudar a todo el mundo", indicó Graciela bajo una bandera gigante con la leyenda: "Dios te tiene en el cielo; nosotros, en nuestros corazones".
"Fernando ha pasado a ser un símbolo de la lucha contra la violencia", comentó el abogado Fabián Améndola, uno de los representantes de la familia Báez Sosa en el expediente que se tramita en Villa Gesell.
Familiares de otras víctimas de casos que también estremecieron a la sociedad no solo acompañaron de cerca a Silvino y Graciela, sino que también fueron importantes voceros en la convocatoria a la manifestación del sentimiento de la sociedad frente a un brutal asesinato.
"Teníamos que estar acá, porque tenemos una obligación moral como ciudadanos de acompañar a los padres de Fernando. Pero fundamentalmente vinimos también a decir basta de una vez a la violencia, porque no podemos seguir enterrando chicos y viendo a familias destruidas", señaló Matías Bagnato, que el 17 de febrero de 1994 sufrió la muerte de sus padres, dos hermanos y un amigo a manos de un asesino que prendió fuego su casa en el barrio de Flores y que después de 25 años aún debe luchar para evitar que ese homicida sea liberado.
También la madre de Ángeles Rawson, la adolescente de 16 años asesinada por Jorge Mangieri en 2013, se mostró solidaria con los padres de Fernando. "Vinimos a pedir justicia y para recordar a todas las víctimas de tantos casos que quedaron impunes", expresó Jimena Aduriz.
Con un perfil más bajo pudo verse a un hombre cuyo dolor en 2004 movilizó a decenas de miles al mismo lugar donde ayer la familia Báez Sosa sintió el abrazo colectivo de una sociedad conmovida. Juan Carlos Blumberg se sumó al pedido de justicia. Y a partir de su experiencia personal pudo valorar el significado de la manifestación: "Es muy importante para los padres el apoyo de la gente".
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