Una empresa familiar. Dos hermanos y sus dos hijos falsificaban dólares “cara grande” y los distribuían en encomiendas
Tenían su centro de operaciones en el barrio San Carlos, en Mar del Plata; tenían antecedentes por fabricación de billetes apócrifos; los distribuían en su ciudad, la Capital y el Gran Buenos Aires, Mendoza y Neuquén, entre otros lugares
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Jubilados, sí; retirados, jamás. El axioma parece calzar a la perfección en dos hermanos que hace 25 años enfrentaron cargos ante la Justicia por falsificación de moneda y adulteración de documentos públicos, y que ahora deberán enfrentar un juicio oral como miembros de una asociación ilícita dedicada a la fabricación de copias de alta calidad de billetes de 100 dólares de los llamados “cara grande”.
No son solo ellos: también están acusados sus respectivos hijos. El clan familiar, según la Justicia de Mar del Plata, cubría todas las fases del plan criminal: desde la producción de los billetes apócrifos hasta su distribución en la Costa Atlántica, la Ciudad y el Gran Buenos Aires, Neuquén y Mendoza, entre otros lugares.
En la causa, a cargo del juez federal de Mar del Plata Santiago Inchausti, aún queda un prófugo, que es quien se encargaba de la distribución de los dólares falsos y de la cobranza a los compradores e intermediarios en el área metropolitana.
El fiscal federal Santiago Eyherabide consignó, en su dictamen, que “los cuatro acusados formaban parte de una organización criminal, con sede principal en el barrio San Carlos, en el centro-sur de Mar del Plata, que se dedicó con permanencia en el tiempo –al menos a partir de enero de 2018 y hasta la fecha de los allanamientos y detenciones, el 1 de marzo pasado– a cometer una cantidad indeterminada de hechos de falsificación de moneda y expendio de moneda falsa”, según precisó el Ministerio Público en su portal de informaciones fiscales.gob.ar.
Había una figura central en el clan: José Luis Otegui, de 79 años, alias “El Fantasma”. Ese apodo es el que había dado, hace cinco años, un hombre que fue detenido en Neuquén cuando intentaba ubicar 35 billetes de 100 dólares falsos de altísima calidad de manufactura.
La Justicia de esa provincia patagónica inició la investigación, pero en marzo de 2020, cuando la investigación avanzó hacia el origen del material apócrifo, cedió la competencia al fuero federal marplatense, ya que el primer imputado había confesado que su proveedor vivía en la Costa Atlántica.
Se determinó que “El Fantasma” Otegui era un hombre con experiencia en imprenta, calificado en técnicas como offset y serigrafía. “Un artesano”, lo definieron.
No solo eso: “En 1998 había sido condenado junto a su hermano, cuñados, sobrinos e hijos”, informaron autoridades policiales al portal 0223, de Mar del Plata.
Hay varias particularidades. El hijo del Fantasma se llama igual que su padre, y tiene 51 años; los otros implicados son el hermano menor del “Viejo”, Miguel Otegui, de 69 años, y su hijo y homónimo, de 42. La estructura principal de la organización, según la Justicia, tenía otro miembro relevante: Américo Argentino Villalba, alias “Vespucio”, actualmente prófugo.
Los roles centrales –según el resultado de la investigación- los tenían los dos hermanos jubilados: “El Fantasma” se encargaba de la fabricación de los billetes apócrifos, mientras que el otro promovía la distribución del material, además de abastecer a la organización de los insumos necesarios.
José Luis Otegui (h.), en tanto, colaboraba ocasionalmente en la última etapa del proceso productivo del que se encargaba mayormente su padre; participaba, a veces, en las terminaciones o las fases finales de la impresión; luego, se ocupaba de la coordinación, distribución y comercialización del producto final (que en las conversaciones telefónicas interceptadas en el contexto de la causa identificaban como “equipo” o “producto”, “tarjetas” o “bulones”) y de la venta de los dólares falsificados en Mar del Plata y en la Capital Federal.
Su primo, Miguel, que vivía en Mendoza capital, aprovechaba esa circunstancia para ser el “distribuidor e intermediario con los compradores de la provincia” cuyana, según se precisó en fiscales.gob.ar.
Américo “Vespucio” Villalba, según la acusación, habría estado a cargo de la distribución de los billetes falsos y de las cobranzas en la Capital y el Gran Buenos Aires.
De Neuquén a Mar del Plata
El tramo final de la investigación se inició cuando en el fuero federal se recibió el expediente de Neuquén. Allí, un “arbolito” imputado por haber intentado poner en circulación en el mercado financiero los 35 billetes de 100 dólares que le habían sido secuestrados reveló que un hombre al que conocía como “El Fantasma” o “El Viejo”, que era de Mar del Plata, era su proveedor.
Las tareas de inteligencia y de campo realizadas por efectivos de la Policía Federal permitieron a los responsables de la investigación trazar las primeras identificaciones y un cuadro de relaciones.
Resultó, entonces, que había un apellido y nombres que se repetían en este caso y en uno de hace casi un cuarto de siglo, en una causa por falsificación de moneda y adulteración de documentos públicos. En ese viejo expediente, de 1998, ya figuraban los Otegui y Américo “Vespucio”.
El juez federal Inchausti autorizó una serie de intervenciones telefónicas y escuchas que se realizaron entre octubre de 2022 y febrero de este año. Apareció mucha información. Se determinó que la distribución del “producto” se realizaba “a través de encomiendas que simulaban ser correspondencia epistolares, con destino a provincias tales como Neuquén, Mendoza, Córdoba y Formosa”, según detallaron los investigadores policiales del caso.
El juez Inchausti autorizó una serie de intervenciones telefónicas y escuchas que se realizaron entre octubre de 2022 y febrero de este año. Apareció mucha información. Se determinó que la distribución del “producto” se realizaba “a través de encomiendas que simulaban ser correspondencia epistolares, con destino a provincias tales como Neuquén, Mendoza, Córdoba y Formosa”, según detallaron los investigadores policiales del caso.
El foco principal quedó puesto en una casa del barrio San Carlos que resultó ser el principal centro de operaciones de la “empresa delictual familiar” dedicada a la falsificación y distribución de billetes apócrifos, como la definió el juez federal marplatense.
Todo eso cimentó el dictamen fiscal por el cual se pidió el allanamiento de una serie de domicilios, procedimientos que efectivos de la División Falsificación de Moneda de la Policía Federal llevaron adelante el 1 de marzo pasado.
Entre otros elementos se secuestraron más de 50 billetes de cien dólares cortados y listos para su distribución –apócrifos, pero de gran calidad de manufactura, según los peritajes–; también, planchas con cientos de papeles con distintos tipos de avance en el proceso de impresión. En el lugar se encontró, además, una prensa formada con criquet hidráulico, una matriz de cobre de cien dólares “cara grande”, seda de 200 hilos, varias mesas de trabajo para serigrafía con reflectores, una lupa, máscaras, diversos productos químicos y tintas –estopa, resina poliéster náutica, solvente, percloruro de hierro, barnices, bióxido de titanio, lubricante en aerosol, aditivo de tintas y emulsiones–, una lámpara de luz ultravioleta, y diferentes elementos usados para la confección e impresión.
“Todo ello descripto como materia prima y maquinaria destinada a la fabricación de dólares espurios”, sostuvo el fiscal en su acusación, según se precisó fiscales.gob.ar.
En la causa se ordenó el secuestro con fines de decomiso de cuatro vehículos, como también que se mantuviera el embargo con fines de decomiso de otros dos vehículos que aún no fueron incautados.
“En los registros domiciliarios se obtuvo material y documentación de contundente interés para la causa, de la que se desprende no solo la participación concreta de los investigados en los hechos denunciados, sino que también surgen claros indicios de que los imputados se dedicarían a su desarrollo de manera organizada y habitual”, suscribió el magistrado en el auto de procesamiento de los Otegui.
Ese pronunciamiento fue confirmado por la Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata, que en sintonía con el dictamen del fiscal general Daniel Adler, consideró que los cuatro familiares conformaban una asociación ilícita: “Ha quedado suficientemente demostrada la existencia de un acuerdo de voluntades […] con miras a concretar pluralidad de planes delictivos, en un espacio temporal perdurable en el tiempo”, se indicó.
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