Una defensora pública denunció al fiscal general de Salta por violencia de género: “Fueron años de hostigamiento”
Clarisa Galán denunció a Francisco Snopek por hostigamiento psicológico y simbólico en el ámbito laboral e institucional; la Justicia dispuso, entre otras medidas, una restricción de acercamiento para el funcionario, que tiene antecedentes por lesiones contra su exesposa y su actual pareja
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“Me costó mucho reconocer que estaba siendo víctima de violencia de género en mi ámbito de trabajo e institucional. Fueron años de hostigamiento y hoy me toca explicarles a mis hijas por qué tengo una consigna policial en la puerta de nuestra casa. No fue nada fácil”, cuenta Clarisa Galán, defensora pública de coordinación de las unidades que la Defensoria General de la Nación (DGN) tiene en Salta y Jujuy.
El miércoles pasado, Galán denunció ante la Justicia de Violencia Familiar y de Género de Salta a Francisco Snopek, fiscal federal general de esa jurisdicción y primo del senador nacional Guillermo Snopek (Frente de Todos), por lo que sufrió desde 2016 de forma sistemática y que incluye, entre otras formas de violencia contra la mujer, la psicológica y simbólica. La jueza del caso reconoció los maltratos y resolvió, entre otras cuestiones, “prohibir al denunciado acercarse a la víctima, debiéndose mantener a una distancia de cincuenta metros, al domicilio particular, al domicilio de su trabajo y lugares donde esta concurra”. Para proteger a Galán, se ordenó una consigna policial fija en su domicilio. Además, la magistrada solicitó que se le haga Snopek una pericia psicológica y le ordenó hacer un curso sobre violencia de género.
En 2019, Galán había realizado una denuncia interna sobre la cual, el pasado 6 de julio (tres años después de haberla presentado), se le informó por mail que había sido “archivada” por la Procuración General de la Nación (PGN), el organismo público del que depende Snopek, que no le dio ninguna explicación acerca de esa medida.
“Para mí fue devastador leer que la habían archivado. Me parece gravísimo. La PGN es una institución que señala todo el tiempo que las mujeres deben denunciar los hechos de violencia que sufren, asegurando que el Estado las va a proteger, pero al mismo tiempo tiene a un violento adentro. Si no logramos que la Justicia se sanee en este sentido, ¿qué nos queda como respuesta para la sociedad?”, dice, con la voz cruzada por la indignación, Galán en diálogo con LA NACION.
Snopek, quien se encuentra actualmente de licencia, está imputado en otra causa que también se tramita en la Justicia salteña y que trascendió pocos días atrás a nivel nacional. Fue acusado por lesiones leves agravadas por el vínculo y por violencia de género contra su actual pareja y por el delito de privación ilegítima de la libertad y resistencia a la autoridad contra tres efectivos policiales que recurrieron a su casa tras un llamado al 911.
Los hechos ocurrieron la madrugada del 23 de mayo y el caso está siendo investigado por la fiscal penal provincial de Violencia Familiar y de Género, Luján Sodero, quien aseguró a medios locales que cuenta con pruebas “lapidarias” contra Snopek. Además, en 2013 el hombre había sido denunciado por su ex esposa, también por lesiones y otros maltratos.
Galán aclara que, en su caso, se trató de otro tipo de violencia de género. Una mucho más silenciosa, invisibilizada, pero que fue dejando marcas cada vez más profundas: “Muchas veces son violencias casi imperceptibles, pero cuando te das cuenta, te destruyeron”, asegura.
Sobre un proceso que duró años, resume: “Inicialmente, fue un ‘te invito a tomar un café’, ‘te invito a comer’, ‘qué linda que estás’. O manifestaciones de ‘celos’ cuando yo hablaba con otro fiscal en lugar de él. Entonces, me decía: ‘Vos tenés que hablar conmigo, porque yo soy el que decide acá’. A mis negativas, le seguía un disciplinamiento con acciones que buscaban perjudicar a mis defendidos, y advertencias del tipo: ‘Esto pasa porque no hacés lo que te digo’ −detalla Galán− No me dejaba hablar en las audiencias, me interrumpía todo el tiempo. Llegó a acusarme falsamente de tener relaciones amorosas espurias con los jueces para lograr mis objetivos”.
La de género es una violencia camaleónica que incluye un abanico de formas de maltrato hacia la mujer, por el solo hecho de ser mujer, que van muchísimo más allá de los golpes o de su forma más extrema, los femicidios. La violencia psicológica o la simbólica, son algunos de los ejemplos más frecuentes. En todos los casos, están reconocidas por la legislación argentina y por los tratados internacionales a los cuales nuestro país adhirió.
Galán denuncia que el hostigamiento que sufrió por parte de Snopek fue escalando con el tiempo e incluía humillaciones, gritos, la búsqueda permanente de obstruir su trabajo, de desacreditarla. Llegó hasta a “revolearle” un expediente. Varios de estos actos fueron en privado (él solía citarla a su despacho cuando estaba solo), pero muchos otros contaron con la presencia de testigos. Por la dinámica propia del sistema de Justicia, el vínculo de trabajo entre la defensora y su par, el fiscal, exigía ser cotidiano y estrecho: debían estar en interacción permanente por las causas compartidas, discutiendo y buscando acuerdos.
Galán tuvo que empezar terapia. Fueron muchas las noches sin poder dormir y, cuando tenía que ir a un juicio en el que él estaba presente, el pánico la invadía. “En todos estos años fui variando en mis estados de ánimo. Al principio, pensé que no me iba a afectar. Después, me empezó a desestabilizar emocionalmente. Comencé a tener alergias furibundas en la piel y cada vez que tenía que ir a un juicio donde estaba él, me levantaba de los cuartos intermedios y me iba a llorar al baño. Más de una vez me plantee si irme de mi lugar de trabajo, sobre todo cuando le hablé sobre la posibilidad de cambiarme de tribunal y me dijo: ‘Donde vos estés, yo voy a estar’”, reconstruye Galán.
“Te voy a enseñar cómo son las cosas acá”
Galán es porteña y en diciembre de 2015 se trasladó a Salta para asumir el cargo que ocupa hoy dentro del sistema de justicia nacional y federal. En esa provincia, las mujeres con puestos de jerarquía dentro de la estructura judicial se cuentan con los dedos de una mano: Clarisa es una de ellas. La primera vez que conoció a Snopek en su despacho, él le dijo una frase que la dejó helada: “Yo te voy a enseñar cómo son las cosas acá: si trabajas como te digo, no vas a tener ningún problema”.
“Ese fue el primer ‘ruido’ que me hizo. Me acuerdo que volví a mi casa y dije: ‘¿Dónde estoy? Tengo el cargo, los méritos, la formación profesional: yo puedo tener un lugar en la discusión de cómo se trabaja’. Pero como era de afuera y soy mujer, parecía que eso no era posible para él”, señala la defensora.
Recuerda esas primeras reuniones de trabajo donde Snopek le hablaba de la ropa que ella tenía puesta, de su perfume, de su cartera: “Era como decir: ‘Con vos, de derecho no hablo’. Eso te va minando tu autoestima como profesional. Después, cada vez que yo no aceptaba las propuestas que él me hacía, obstaculizaba cualquier tipo de acuerdo”.
Durante esos años, ella fue dejando por escrito esos hechos en actas internas, y en 2019 hizo una denuncia ante la Defensora General de la Nación, Stella Maris Martínez, quien a su vez la envió a Eduardo Casal, su par en la Procuración General de la Nación, tal como indican los protocolos internos del sistema de Justicia.
“En 2019 hablaba de ‘hostigamiento’: no me animé a hacerle una denuncia por violencia de género porque no identificaba lo que me estaba pasando como tal. Con las capacitaciones que fuimos teniendo en el ámbito de la Justicia tanto hombres como mujeres, empecé a reconocerme como víctima”, señala la defensora.
Cuando la semana pasada se enteró por un mail de que su denuncia había sido archivada por la PGN, decidió acudir al Observatorio de Violencia contra las Mujeres de Salta, donde le hicieron un informe de riesgo y ese mismo miércoles la acompañaron a hacer la denuncia, que fue tomada por la Oficina de Violencia Familiar y de Género (OVFG) de la provincia y derivada a la jueza María Carolina Cáceres Moreno, titular del Juzgado de Violencia Familiar y de Género 3.
La jueza tomó medidas para proteger a la víctima y en contra del acusado, que incluyen un informe psicológico y capacitaciones sobre violencia de género.
“Él todavía no se presentó ante la Justicia y no lograron notificarlo. Es un poco escurridizo… y es un fiscal federal”, señala Galán. Ella está muy movilizada y subraya que no hubiese querido tener esta exposición, pero que la considera necesaria. “Estas cosas no pueden seguir siendo naturalizadas. Trabajo con muchas mujeres que son víctimas de violencia y nuestro deber como defensores públicos es tener perspectiva de género. ¿Cómo voy a seguir haciendo ese trabajo si yo misma no puedo reconocerme y denunciar este tipo de violencias que tanto daño nos hace?”, concluye.
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